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Domingo, 26 de Agosto de 2007
Aguayro
Publicado en el número 171
La palmera es un símbolo de vida en tierras yermas, aparentemente inhóspitas, en las que se erigen con su particular garbo. Canarias está plagada de palmerales, muchos de los cuales han desaparecido como consecuencia del crecimiento urbanístico desmedido o por la acción del fuego destructivo. Sirva este breve artículo como un homenaje más a la palmera.
#02 Un año después del comentario anterior llegó la tala. La Justicia que no la ley se aplicó en el \"buen\" entender de una jueza para la que, sin entrar en valorar los temas personales o familiares, prevalece un supuesto derecho privado ante la bien común y la necesidad de protección. Si me cargo la cuatro palmeras y el drago que tengo en mi terreno quiero que me juzgue la misma jueza con la misma vara de medir.
#01 En la isla de Gran Canaria desaparecen diariamente un promedio de ochenta palmeras canarias, entre incendios, talas, malos transplantes y falta de riego. Hace unos meses se trasplantaron varios ejemplares desde la zona del Pambaso, a unas decenas de metros. Una de ellas era más que centenaria. Le cortaron las ramas y dejaron un penacho de ramas prensadas con cintas, posiblemente a la espera de que pegara. Asombrosamente, la palmera pegó, pero está estrangulada, pues no le quitan las cintas. Está reventando por las lados del cogollo y posiblemente muera si no le quitan la mordaza. Bajando por la autovia del centro se puede ver mirando a la izquierda, a la altura del rectorado. En esta zona habían inmensos palmerales que han sido arrasados. Dos palmeras malviven en el mismo sitio sujetas a un antiguo muro de una finca desaparecida. Tienen más de doscientos años. Hay una leyenda que las llaman palmeras de los muertos, ya que a la vera de sus troncos amontonaban los cadaveres de la epidemia de colera en 1.851. También se ven frente el rectorado. Mueren de sed en una larga agonia. A esto se une la posible tala de más de cincuenta palmeras en Firgas por una estupida sentencia judicial. Mientras en Los Estados Unidos se pagan millones por un ejemplar y tienen un altisimo grado de protección, con grandes multas y penas de carcel por matarlas, en Gran Canaria y más en su capital, que debe su nombre a esta planta endémica, la desprecian y llevan camino de la extinción. ¿Quién es más peligroso, el picudo rojo o todos estos depredadores políticos que deben protegerla? Hay una asociación en defensa de la palmera canaria TAMARA, liderada por el señor Jesus Gomez, que son los peores enemigos de la palmera, pues solo se les ve cuando quieren hacerse una foto y salir en medios de difusión, pero para proteger a este símbolo de Canarias, nanay de nanay. Los partidos ecologistas otro tanto, son buenos para nada por lo inútiles. En fin, requiem por la pheni canariensis