Dos ejemplos de esas relaciones de apoyo y comunidad entre identidades normativas y disidentes están ubicados en el sur de la península de Italia y en las Islas Canarias, archipiélago africano conquistado y colonizado por la Corona de Castilla a partir del siglo xv y que continúa siendo parte del actual Estado español. En ambos casos, pese a pertenecer a continentes y contextos distintos, se han documentado experiencias de apoyo mutuo y convivencia entre identidades que podríamos definir como «mujeres cis» e «identidades trans». En el primero, el caso de los femminielli lo demuestra, puesto que suponen una consolidada identidad de género disidente con la cis-normatividad documentada desde el siglo xvi según los investigadores Eugenio Zito y Paolo Valerio (2019: 94). Por otro lado, la antropóloga Marinella Miano Borruso (2007) opina que mujeres y femminielli organizaban rifas populares no mixtas, como el tombolone napoletano, a las que los hombres no podían acceder, pero que sí podían apreciar en calidad de espectadores y desde debida distancia (Miano Borruso, 2007: 1109). Así pues, estos eventos festivos celebraban la disidencia sexual a la vez que facilitaban espacios de convivencia entre subjetividades no cis-masculinas. Luego, en el caso de Canarias, tenemos las conocidas «juntas» –que en Europa se conocen como «aquelarres»– en las que gracias a las investigaciones del historiador Domingo García Barbuzano (1984-1986) podemos concluir que también se dieron espacios de convivencia entre estas subjetividades. Las «juntas» que se celebraron posteriormente a la conquista del Archipiélago han sido otro espacio de convivencia entre normatividad y disidencia sexual:
El aquelarre se caracteriza porque sus participantes poseen una nota común: son mujeres. Pero según se desprende de los relatos de dos canarios, pertenecientes a islas diferentes, también el hombre ha bailado junto con las brujas [...]. La primera de estas informaciones es la relativa a José Díaz Marrero, quien nos comunicó que hubo en la localidad de El Paso (La Palma) un personaje popular conocido como «El Hilandero», el cual acompañaba a las brujas en los bailes que ejecutaban en el «Llano de Jable». Añadió que tal personaje vestía el traje típico, formado por un chamarrón, un pantalón corto de lienzo y una especie de delantal de piel de cabra; parece ser que tal personaje era medio afeminado (García Barbuzano, 1984-1986: 1009). |
Poco tiempo después de añadir este relato al texto, mientras deslizaba en mi móvil la sección de noticias de mi feisbu, me encontré una publicación que alguien había puesto en un grupo llamado «fotos antiguas de Canarias» al que pertenezco desde hace años porque me encanta ver escenas familiares de gente que no conozco. Para mi sorpresa en esa fotografía, fechada en 1902, aparecía retratada una persona que enseguida detuvo mi navegación. Un rostro arrugado con una mirada de extrañeza se dirigía directamente a la cámara. Era alguien que se había vestido con un mandil y una característica montera de ala ancha propia de los campesinos palmeros. En una mano sujetaba un huso y en la otra el hilo de lana que salía del ovillo. Además, la imagen venía acompañada de un testimonio. Al parecer, alguien se había encargado de preguntar a los vecinos y vecinas de El Paso si recordaban al famoso hilandero y si es cierto que practicaba la brujería. A esto los más ancianos respondieron con «risas burlonas» que aquel personaje llamado Vicente de Paz Tabares formaba parte de uno de los primeros burdeles de la zona que existieron entre finales del xix y principios del xx. Sea como sea su historia, la descripción de su expresión de género como «afeminado», su posible participación y convivencia en una casa de citas y este retrato de 1902 son una evidente problematización de la masculinidad hegemónica canaria de la época. Una transgresión de los roles de género masculinos que, probablemente, hablen de la orientación o la identidad disidentes de esta persona conocida popularmente como «El Hilandero». La fotografía la guardé en mi galería del móvil y de vez en cuando vuelvo a verla. Ahí está mirándome con sus pies descalzos, desde otro tiempo, alguien que no solo se hallaba en el umbral de una puerta, también en la frontera del género con su delantal de cuero, su sombrero típico de la vestimenta tradicional masculina de La Palma y sus piernas cruzadas. Sujetando y tensando el hilo en el que mantiene en equilibrio su existencia.
Retrato del hilandero Vicente de Paz Tabares. Fotografía de Miguel Brito Rodríguez (1902)
Colección José A. Pérez Cruz (archivo de la FEDAC)
Domingo García Barbuzano expone otro caso que
proviene de un habitante de Chinamada (Anaga-Tenerife), Antonio Alonso, que se refirió a un hombre de Las Carboneras conocido como Francisco Marrero, el cual bailó con las brujas en el «Llano de las Monjas», lugar que se encuentra situado en el Monte de Las Mercedes (La Laguna-Tenerife) […]. El hombre fue aceptado por las brujas por ser afeminado, ya que, con mucha probabilidad, la brujería fue para él la única manera de llegar a ser lo que realmente era o al menos le permitió expresar sus sentimientos más profundos (Ibid., 1010). |
En esta última referencia vemos que en el testimonio documentado aparece la expresión «sentimientos más profundos» y me atrevo a afirmar que este «hombre afeminado» que bailaba con las brujas, tal y como probablemente sucedía en el otro caso de La Palma, en realidad se trató de lo que se definiría como una persona trans con una expresión de género femenina. Se puede comprobar además que estas dos personas disidentes de la cis-normatividad eran bienvenidas en el espacio no mixto de la junta, por lo que posiblemente para ellas este hecho supuso una trinchera de apoyo mutuo y solidaridad. O, como decía antes, un espacio de alianzas.
Bibliografía
Más información del libro:
Daniasa M. Curbelo híbridas impostoras intrusas Ed. Bellaterra, 2023 Cap. "intrusas" (pp. 147-151)
https://www.bellaterra.coop/es/libros/hibridas-impostoras-intrusas Disponible en librerías de Canarias
|