Su primer acercamiento a la literatura, en las tertulias familiares de Emeterio Gutiérrez Albelo* o de los hermanos Verdugo*. Premiado, junto a María Rosa Alonso*, por el Ateneo de La Laguna*, en un concurso sobre el poeta Manuel Verdugo*. Lector apasionado. Las Matemáticas y la Filosofía fueron sus espacios intelectuales preferidos. Traductor del inglés y del francés, de lo que dejaría muestra en sus colaboraciones de La Tarde (Sata Cruz de Tenerife) y en las revistas Gánigo* y Hespérides*. Sus aproximaciones a la bohemia del primer tercio del novecientos lo llevaron a viajar a Marsella. De ahí, también, el ensayo aludido: El parnasianismo y Manuel Verdugo, volumen documentos para reconocer el cambio de estilo y las relaciones internacionales de los escritores canarios de ese momento. La guerra de 1936-1939, para la cual sería movilizado, cambiaría por completo su actitud personal e intelectual: su entusiasmo inicial se trocó en desencanto y escepticismo.