Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Atrapados en el tiempo.

Martes, 22 de Septiembre de 2020
Carmen Nuria Prieto Arteaga.
Publicado en el número 854

Artículo de opinión.

 

Cruzo la puerta de un edificio neoclásico del siglo XVIII de grandes ventanales y elevados techos. Una pieza escultórica de sólida apariencia y formas sinuosas marcan el camino hacia un pasillo ampuloso que se abre al reflejo de la luz y los cristales de la escalera principal. Subo los escalones del primer piso, hago una pausa para recobrar el aliento, y continúo hacia el segundo. Viajo por el archipiélago canario a través del tiempo y me adentro en un espacio de piezas sin vida −algunas originales; otras, magistrales copias− que han quedado atrapadas en el pasado para continuar formando parte del futuro.

 

Criaturas de tiempos pretéritos —inertes, silueteadas o en su propia esencia— se agrupan en vitrinas, clasificadas por criterios científicos y estéticos, para el deleite del ojo y la mente del visitante.  Unas pisan tierra firme; otras,  provienen del mar. Algunas son de naturaleza blanda, flexibles y amoldables;  y, otras, de rígida carcasa y movilidad controlada. Las hay que proceden de otro reino y que carecen de movimiento alguno. Nacen de la tierra y se alimentan del sol. Artística y delicadamente se congela su figura en el tiempo. Y los que jamás han sentido un atisbo de vida en su ser compiten, igualmente, con el resto por la perpetuidad.

 

Truncado su ciclo vital, estos seres aceptan impávidos e inmóviles su destino: quedar para siempre atrapados en la linealidad temporal, como capturados por una instantánea que perdura eternamente.

 

De repente, enormes y arcaicos especímenes me asaltan mientras me aproximo al final de la sala. Seis millones de años se me caen encima de golpe. Un objeto ovoide de considerables dimensiones y dudosa procedencia llama mi atención. ¿A qué clase de ave primitiva y salvaje perteneció este zigoto, germen de vida y sustento? Me asomo al pasado en busca de respuestas. Hurgo y escarbo y no resuelvo el dilema. Entonces mi imaginación se dispara. Polimnia y Calíope me acompañan ahora en este viaje. Voy de isla en isla caminando sobre el mar y sobrevolando sus tierras. El paisaje y el misterio me subyuga, me embelesa. Gigantismo y terrenos abruptos y escarpados asoman a cada paso que doy. Árido escenario el que se presenta ante mí; aun así, hay mucha hierba que cortar… Y allí me quedo, con ellas, atrapada para siempre en el tiempo.

 

Carmen Nuria Prieto Arteaga

 

Departamento de Difusión y Comunicación

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