Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Canarias antaño: impresiones naturalísticas. (I)

Viernes, 30 de Junio de 2017
Fátima Hernández Martín
Publicado en el número 685

Precisamente, el tema de los pájaros (amplio orden de los paseriformes) de las islas Canarias se aborda de manera importante en crónicas posteriores. Dichos animales fueron apreciados por su canto, objeto de prestigio y apreciado manjar.

 

 

De acuerdo con Morgado García (2011), el descubrimiento del Nuevo Mundo por los españoles y la llegada de portugueses a las Indias Orientales enriqueció sobremanera el catálogo zoológico y botánico del mundo occidental con la inclusión de nuevas especies, aunque tardaron en ser integradas en un marco general de naturalia. La recepción fue lenta. Según Morgado García (op. cit.), los libros sobre historia natural de los siglos XVI y XVII aún heredaban la tradición mitológica y fantasiosa de los bestiarios, encontrándose descripciones con rasgos y comportamientos exagerados o que hoy se consideran irreales, en tanto que las representaciones de siglos posteriores son más realistas.

 

Según Viña Brito (2010), respecto a la valoración de las Islas en el contexto de la expansión europea, cabe señalar que a los navegantes lo que les emocionó especialmente de ellas fue el arbolado y el agua. Sin embargo, a diferencia de etapas anteriores donde el explorador del Medievo soñaba paisajes y seres maravillosos, el pensamiento del hombre de la Edad Moderna estaba en el negocio, de ahí las sucesivas referencias a productos que se elaboran en las Islas, a los factores... Destacan algunas referencias que llamaban la atención a los visitantes como los pájaros (objeto de comercio y que por entonces empiezan a ser plasmados en obras pictóricas, en especial flamencas). Lo mismo sucedía para el drago, orchilla, pez o laurel en el tema botánico.

 

García & Tejera (2014) señalan que, en los primeros escritos medievales sobre Canarias, se pusieron de relieve algunos rasgos del medio natural de las Islas. Caso de la expedición de Nicoloso da Recco (1341) (texto atribuido a Bocaccio redactado en latín) o de la crónica francesa de Le Canarien de 1402. En dichos textos, al igual que en otros, existe un especial interés en poner de relieve una naturaleza que a los europeos les era desconocida.

 

Las crónicas de la conquista de Canarias, como la OvetenseLacunenseMatritense, la historia de López de Ulloa, la relación atribuida a Sedeño -Cedeño o Cerdeño- o la de Gómez Escudero; las crónicas peninsulares de autores como Andrés Bernáldez, Diego de Valera, Hernando del Pulgar, Pedro de Medina… las de humanistas como Alonso de Palencia, Antonio de Nebrija… portuguesas como las de G. E. d’Azuara, D. Gomes de Cintra, Valentím Fernández o Gaspar Frutuoso… La de extranjeros como el De Canaria atribuido a Boccaccio, Le Canarien de P. Bontier y J. le Verrier, el relato de Alvise da Cadamosto, L. Marineo Siculo… Las de historiadores de Indias como Fernández de Oviedo, Las Casas, Pedro Mártir de Anglería, López de Gómara, J. de Acosta o Francisco Hernández, en especial las referidas al siglo XVI, están plagadas de suculentas descripciones de sello naturalista. El nivel de detalle es variado, como bien expresa J. Ismael Gutiérrez en "Ínsulas forasteras" (Galván et al., 2009), puesto que hay ejemplos como el que representa López de Gómara, capellán de Cortés, que nunca llegó a navegar a Indias -al igual que Pedro Mártir- que, sin embargo, en cuanto a descripción de las Islas se refiere, llega a ser más detallado -incluso- que otros que sí visitaron nuestro Archipiélago…

 

Respecto a la observación de la biodiversidad, mucho antes del siglo XVI, ya la crónica francesa de Le Canarien presentaba visiones de situaciones primigenias y evoluciones someras (Aznar Vallejo, 2007). Según este autor, lo primero en atraer a los cronistas fue la descripción de la naturaleza. La razón es fácil de comprender: la fauna, la flora, la tierra y el agua constituían la base futura de subsistencia.

 

Si somos más precisos en cuanto a la fauna, debe ser entendida como aproximación, no como discernimiento pleno de especies y variedades (de acuerdo con Aznar Vallejo, 2007). Esto queda manifiesto también en la opinión de Bacallado (2006), en cuyo trabajo destaca el escaso interés por descripciones minuciosas de cuanto ven los europeos a su llegada a Canarias. El autor hace un repaso a las someras descripciones de avifauna y herpetofauna por islas, identificando especies abundantes y extrañándose de la ausencia de menciones de organismos que hoy en día nos son familiares. De acuerdo con Bacallado (op. cit.) es curioso que no les llamase la atención o al menos no fueron más detallistas sus descripciones acerca de la amplísima biodiversidad encontrada, en especial en relación a las grandes aves, caso de halcones, palomos, guirres -hoy en día en peligro de extinción, ver anexo I, ley 4/2010 de 4 de junio (BOC nº 112)-, garzas, avutardas y toda suerte de pajarillos…

 

Precisamente, el tema de los pájaros (amplio orden de los paseriformes) de las islas Canarias se aborda de manera importante en crónicas posteriores. Dichos animales fueron apreciados por su canto, objeto de prestigio y apreciado manjar. Sometidos a una intensa caza, la información de que disponemos nos habla de la impactante biodiversidad/biomasa existente otrora. No faltan en los acuerdos del Cabildo del siglo XVI referencias a este consumo (hasta 28) y en consecuencia la regulación de su precio en el mercado: … pájaros trigueros (Miliaria calandra, Turdus merula…) a seis maravedíes la docena... Respecto al interés por su canto, se refieren al que llamaron pajarillo del azúcar, nombre alusivo al tipo de alimento, caña de azúcar, algo puesto en duda según los ornitólogos actuales, animal que se hallaba ornado de un plumaje de bellos colores, características que no pasaron desapercibidas a los que llegaban a las Islas, según se recogió entonces. Por eso Espinosa, a finales del siglo XVI, ya señalaba: … hay muchas aves de todas suertes, y entre otras hay muchos pájaros que en España llaman canarios, que son chicos y verdes, y otros menores, verdes y cabizprietos, cuyos cantos son recios y de gran melodía... En este caso estamos hablando de la especie Serinus canarius presente en todas las Islas (véase Banco de biodiversidad, 2009).

 

También en muchas de las crónicas se hace referencia a otras aves, caso de palomos de los bosques de las islas Canarias, en relación a las palomas de la laurisilva, Columba bollii y Columba junoniae (palomas turqué y rabiche). En el siglo XVII, Thomas Sprat (1635-1713), obispo de Rochester, basándose en lo narrado por el señor Evan Pieugh (médico y mercader británico) que residió veinte años en Tenerife y que escribió un libro en 1667, se expresaba en los siguientes términos: … los pájaros canarios que se traen a Inglaterra se crían en los barrancos que han abierto las aguas en las montañas y son lugares muy fríos. También hay codornices, perdices (mayores que las nuestras y sumamente hermosas), magníficas palomas torcaces, tórtolas en primavera y, a veces, desde las costas de Berbería aparece el halcón… Este último animal actualmente en peligro de extinción en el catálogo nacional y de protección especial en Canarias…

 

Vincenzo Coronelli (1696), cosmógrafo veneciano y fundador de la Academia de Argonautas (la primera Sociedad Geográfica en el mundo), precisa, al hablar de las Islas: ... son ricas aquellas islas, verdaderamente afortunadas en frutas exquisitas y muy apreciadas, como las naranjas, cidras, higos, granadas, duraznos, caña de azúcar y dátiles. Allí germina una planta llamada “orchilla” que los botánicos, es decir, los herbolarios consideran la falaris de Dioscórides. Sus habitantes recogen la semilla de esta planta para alimentar a unos pajaritos muy estimados en Europa, llamados “canarios” o sea, serín de Canaria (Serinus canarius)...

 

Asimismo, llama la atención la abundancia de cuervos (Corvus corax canariensis) descritos antaño. Así, en la carta que Guillermo Coma (1493) envía al sabio Ludovico María Sforza, de la que conocemos contenido a través de la traducción en latín que hace Nicola Squillace, puede leerse: … En las nonas de octubre, disuelta la bruma (nótese este hecho de interés, es decir, ausencia de viento situación frecuente en el mes mentado) que cubría el mar, Lanzarote y Fuerteventura, aparecieron en el océano. Tierra generosa, fácil e inofensiva, si no fuese por el insulto de los cuervos que azotan la isla y hacen huir hasta los mismos mercaderes; tanto es el daño que ellos causan que ha sido decretada una inviolable y severa ley para exterminarlos: cada colono es obligado por esta ley a presentar anualmente a los magistrados cien cabezas de cuervo. Quien no cumpliese con esta disposición, es condenado a una multa...

 

Respecto a la abundancia de cuervos, en 1534, Philipp von Hutten (explorador y conquistador alemán) comentaba algo similar en relación a dichas aves: … que cada hogar debe entregar cuatro ejemplares, pues se comen las semillas y las frutas. Solo las viudas parece ser estaban exentas… Curiosamente, hay que destacar que lo que fue plaga en épocas pasadas, hoy en día está protegido, caso del cuervo canario (Corvus corax canariensis) incluido en el anexo I (especie en peligro de extinción), ley 4/2010 de 4 de junio (BOC nº 112).

 

Otro aspecto notorio es la mención, de Le Canarien, en referencia a las aguas de la isla de El Hierro: … las aguas son buenas (biomasa de fauna marina) …y nos han dicho los marineros que más allá de la isla del Hierro, directamente hacia el sur, a 11 leguas de allí, está una isla que se llama de los Reyes…… hay peces muy extraños que se yerguen derechos cuando oyen venir las naves y las esperan hasta llegar cerca de ellos y cuando recaen en la mar dan una gran golpe, tanto que se les oye desde muy lejos y tienen de alto sobre el mar a lo menos lo alto de una lanza y los marineros los llaman sirenas y después de haberlos visto, seguramente habrá tormenta… Si reflexionamos sobre este texto, dado que estamos hablando de navegantes de experiencia manifiesta, extraña que se sorprendan de los animales mentados, que bien pudieran ser delfines (según expresa Bacallado, 2006, pág. 141), aunque también tratarse de otro mamífero marino, menos conocido por los marineros normandos, dada su extrañeza ante las piruetas efectuadas.

 

 

Sobre esta mención, el abanico es amplio; desde los delfines (muy abundantes y con colonias estables), hasta incluso orcas (género Orcinus) que en ciertas ocasiones (muy pocas, es cierto) pueden ser vistas en aguas de Canarias, hasta algún cachalote de pequeño tamaño (caso del género Kogia) o calderones (Globicephala macrorhynchus) con poblaciones estables en nuestras aguas. También es curioso señalar que la presencia de estos “mal llamados peces” pues se trata -como todos sabemos- de mamíferos marinos, se vincule con las, especialmente antaño, temidas tempestades: … después de haberlos visto, seguramente habrá tormenta… Podría relacionarse la quietud de las aguas (denominación de calma chicha) con los cambios de presión que preceden a las borrascas, facilitando la observación que, en el caso de aguas agitadas, es más difícil de llevar a cabo. No obstante, incluso considerando la posibilidad de que los animales fueran familiares a los navegantes, cabe la opción que a propósito y a la usanza de entonces época tardomedieval y renacentista, se vincularan con monstruos marinos, ya que hasta finales del XVI creíase que dichos monstruos pervivían en lugares temidos por los navegantes (como se puede comprobar en las láminas del Atlas de Ortelius, edición de 1570) como bien expresa Lois en su trabajo Mare Occidentale: la aventura de imaginar el Atlántico en los mapas del siglo XVI (Terra Brasilis, 2005).

 

Sobre la frecuencia y abundancia de cetáceos ya daba prueba Viera y Clavijo, en cuyo diccionario en relación al término ballena puede leerse: … en mayo de 1747 amanecieron en el Puerto de la Luz de Canaria otros treinta y siete animales cetáceos de ambos sexos, todos ya muertos, de los cuales se sacó mucha grasa. En 1750, aportó una ballena en las inmediaciones de Garachico de Tenerife. Y en 1796, se recogieron en arrecife de Lanzarote más de treinta cachalotes (Physeter sp.) que se aprovecharon del modo que pudieron aquellos vecinos…

 

Dicho aprovechamiento incluyó también el ámbar gris, cuya presencia en forma de piedras similares a callaos, encalladas en orilla y con extraño aroma, ha dado nombre a algunas de las playas canarias (caso de Playa Lambra, La Graciosa) y fueron curiosamente objeto de destacados litigios de la época (véase la obra Vida de Argote de Molina).

 

Es interesante la referencia de Alonso de Santa Cruz (1560) a la nidificación de las aves marinas en cuevas y grietas de zonas acantiladas. Así, en su Islario puede leerse: … hay en esta isla muchas aves marinas que habitan en cuevas a manera de conejos, las cuales toman por anzuelos cebados… (en referencia a lugares de nidificación del oriente del Archipiélago, en concreto La Graciosa, Alegranza o Montaña Clara…).

 

Respecto a la biota marina, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, al informar sobre las viandas que se subían a bordo en Canarias durante las escalas, incluye algunas descripciones de los pescados que se ingerían por entonces, material íctico perfectamente identificable: … Tornando al viaje desde camino de nuestras Indias, digo, pues, que de una destas siete islas, en especial de Gran Canaria, o la Gomera, o la Palma (porque están en más derecha derrota y al propósito, e son fértiles, e abundan de bastimentos y de lo que conviene a los que esta larga navegación hacen), toman allí los navíos refresco de agua e leña, e pan fresco, e gallinas, e carneros, e cabritos, e vacas en pie, e carne salada, e quesos, e pescados salados de tollos e galludos e pargos, e de otros bastimentos que conviene añadirse sobre los que las naos sacan de España… Por tanto, está haciendo referencia a tollos (tiburones de pequeño tamaño del género Mustelus), galludos (hoy en día denominación común de especies del género Squalus) y pargos (en este caso creemos que se trata de Pagrus pagrus), que se pescasen en el infralitoral rocoso o arenoso (a poca profundidad).

 

En relación a Canarias como escala, normalmente la estancia en las Islas oscilaba entre diez y quince días. Algunos de los miembros de las expediciones, caso de Hernández (protomédico de Felipe II que llegó a las Islas en septiembre de 1570), aprovechaban inmediatamente el tiempo para iniciar sus andanzas por la natura. Existe constancia sobre cómo Hernández utilizó la espera en explorar y buscar plantas y elementos naturales por la Isla. Cuando en México encuentra variedades de una hierba llamada por los naturales Cueyauhquílitl (la planta que se arrastra por tierra), recuerda que ya la había visto durante su estancia en Canarias, pues dice: … de tres de ellas no doy dibujo porque las encontré en la Gran Canaria, una de las islas Afortunadas cuando todavía no tenía pintores… Pero su exploración en Canarias no se redujo a la simple visita y búsqueda de plantas sino que sus encuentros los consignó por escrito y redactó un libro dedicado a la flora canaria. En una ocasión, durante la exploración mexicana, al ocuparse de la planta llamada Ezquáhuitl que relaciona con las dracenas dice: … Acerca de las dracenas de las islas Afortunadas ya hemos escrito en el libro dedicado a ellas…,  libro que se ha perdido y cuya única referencia son las propias noticias del autor que, en varias ocasiones, lo señala en el texto de otras obras americanas.

 

El medio marino. Cierto es que, en relación al terrestre, el medio marino fue menos tratado en las crónicas, en especial si tenemos en cuenta que dicho enclave -aún por entonces- reservaba miedos y temores, arrastrados de leyendas y supersticiones que hablaban de seres terroríficos vinculados con la Mar Océano, que acabó por zanjar la expedición Challenger en el siglo XIX.

 

En el caso de los temporales marítimos, cabe señalar lo que dice André Thevet (explorador y franciscano del siglo XVI) en su capítulo sobre Canarias (Aznar Vallejo, 2003): … aquel día, sobre las tres de la tarde la mar se puso tan alta y espantosa, que los más experimentados marineros, con más de veinticinco años de navegación, decían no haber visto el mar tan furioso en este lugar…y no había nadie de la compañía tan osado y seguro que no temblase de la aprensión que tenía el peligro al cual nos veíamos empujados… Probablemente sea la descripción de una ciclogénesis explosiva a las que tanto se teme en la actualidad.

 

En relación a biota marina, aunque más tardíamente, cabe señalar lo mencionado por Thomas Sprat (1635-1713): … de peces tienen el cherne, un pescado muy grande y excelente, que sabe mejor que todos los que tenemos en Inglaterra; el mero, el delfín (aquí confunde estos mamíferos marinos con peces), litorinas y las clacos, que sin duda es el mejor marisco del mundo y que crece, en número de cinco o  seis, en las rocas, bajo una gran concha, a través de cuyos agujeros asoman sus antenas y desde donde los extraen después de haber roto un poco la abertura  de la concha con una piedra. También hay un pez parecido a la anguila, que tiene seis o  siete colas de un palmo de largo, unidas a una cabeza y un cuerpo igualmente muy pequeño. Aparte de esto, hay tortugas y cábridos, que son mejores que nuestras truchas…

 

Perfectamente identificables se halla el cherne, el mero, las litorinas (moluscos de la especie Littorina sp.) y los clacos (clacas llamadas en la actualidad, crustáceos del grupo de los cirrípedos). Sin embargo, nos resulta complejo nominar al último de los animales, pues no creemos se trate de un pez (vertebrado) dadas las características que se mencionan. Muy al contrario, pudiera tratarse de algún invertebrado de la zona de charcos de marea (intermareal), de fácil visión, que por morfología se asimile a una holoturia (equinodermo) o una ascidia, tratándose por tanto de un error de identificación que dada la datación de la crónica es lógico deducir.

 

Asimismo, el trabajo de Aznar Vallejo (2003) El capítulo de Canarias en el islario de André Thevet resalta la importancia de la biomasa de ictiofauna, … prosiguiendo nuestro camino, comenzamos a encontrar todo el mar cubierto de pescado de todas las especies… (p. 837). También en el mismo trabajo se hace una referencia a la Corriente de Canarias: ... y porque algunos podrían decirme que el frío del mar es causa de que la nieve se concentre sobre este monte (en relación al Teide), aunque la región sea cálida… (p. 849).

 

Siguiendo con el medio marino, ya Marineo Siculo (1460-1533), el humanista e historiador siciliano, profesor durante doce años en la Universidad de Salamanca, en su libro XIX (De las cosas memorables) del año 1530, en referencia a Canarias, habla de peces siluros y juncos en los ríos… Algo erróneo, dado que la familia Siluridae (los llamados peces gatos de ríos continentales) no se halla en Canarias. Se trata de probable confusión con mugílidos o anguiliformes y por reflejar información (copiar) de cronistas anteriores.

 

 

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