Aquí se vuelca el alma palmera, siempre dada a emocionarse y a mostrar sanamente esa pura emoción. Influye en esa circunstancia el medio ambiente, que nos aprisiona con su embrujo; embrujo que vierte el sugestivo panorama del pasado que, por obra y gracia de la tradición hecha arte, cobra vida. Desfilan ante nuestros ojos, nuestras danzas, nuestros trajes, nuestros decires de antaño. En este día típico en honor a la Patrona se despliega espontáneo ese abanico; las tradicionales esencias surgen impregnadas de generosa emoción. El pueblo canta y su alma aflora a sus labios en el sonido volandero… Día de colorido, contento, arte y fe, que forman la ofrenda a la Virgen, que se expande en alas del viento y trenza a la vez danzas vistosas y señoriales. (José Lozano Pérez, 1950).
Dentro de los actos de la Bajada de La Virgen de Las Nieves cada cinco años a la capital de la isla, se encuentra una de las romerías más multitudinarias que se organizan en el Archipiélago Canario. Se la considera la más antigua manifestación popular festiva de los actos tradicionales de las fiestas en honor a la “Virgen Negra de La Palma”.
En el primer domingo de la “Semana Chica” de las Fiestas Lustrales tiene lugar, por la mañana, la procesión de la “Subida de la Bandera de María” desde las Casas Consistoriales hasta el Castillo de la Virgen. Por la tarde, y tras la Misa de Romeros en el Real Santuario ante la “Morenita”, se inicia la festiva y colorista romería de la “Bajada del Trono de Plata”, por los Caminos Reales de la Dehesa, del Planto y de la Encarnación hasta la Plaza de España de la capital palmera.
Uno de los programas de estas señaladas festividades más antiguos que se conservan es el de la Bajada de 1860. Su encabezado dice: “Por acuerdo de la Asociación Palmense de María, se fija al público el orden de las funciones civiles y religiosas que han de tener lugar en la bajada de Nuestra Señora de Las Nieves á esta Ciudad, y son las contenidas en el siguiente Programa…”. Está escrito a mano y firmado por “el presidente J. Miguel Pereyra y el secretario José Lorenzo Ferrer”. Allí se lee: “Lunes 9 de Abril, la orquesta se apostará en la Alameda, tocando varias piezas y a la parada del Trono de la Santa Imagen, frente al Castillo de la misma, le hará un saludo (esto será por la tarde)”.
En el Programa de las Fiestas Lustrales de 1870, se aclaraba que “desde este año, estando el Arcipreste de la Isla don José Agustín Hernández, que al no ser festivo ya el Lunes y Martes de Pascua, se bajase el trono el Domingo primero de “Cuasimodo”, día en que se fijaría la Bandera”.
En los programas sucesivos, por ejemplo los correspondientes a las Bajadas de 1885 (domingo 5 de abril) y 1890 (domingo 6 de abril), se lee exactamente lo mismo: “Por la tarde se traeran del Santuario de las Nieves á la parroquia matriz de esta ciudad el trono de plata que ha de preparse para colocar dicha Santa Imagen”.
Así mismo, en el Programa de las Fiestas del domingo 19 de junio de 1955, se leía: “A las 6, traslado del Trono: saldrá de la Plaza de Las Nieves la Romería que conducirá el Trono de la Santísima Virgen desde su Santuario hasta la Parroquia Matriz de El Salvador. A su paso por la Cuesta de La Encarnación el “castillo” y la “Nave” de María harán salvas. En la Plaza de España recibirán los romeros los premios del concurso y continuarán haciendo sus exhibiciones hasta altas horas de la madrugada. Se entregará un premio a la rondalla más numerosa y bien ataviada que se presente en la Plaza de Las Nieves y a la mejor pareja regional…”
Afortunadamente, que se sepa, jamás ha habido problemas en el traslado y en la entrega del fabuloso trono, auténtica joya de orfebrería. Todas las piezas han salido y llegado a su destino sin incidentes. Sin embargo, en el programa de los festejos de 1890 se lee: “Anécdota: el trono no lo dejaron bajar el día correspondiente”.
El palmero, orgulloso de sus tradiciones y enamorado de su Patrona, es consciente de la importancia y valor del tesoro que lleva entre sus manos. En algunas ocasiones, se ha visto cómo alguna señora, cansada pero feliz, porta un trozo de trono con el hábito de la Virgen de Las Nieves, “señal inequívoca de que cumple una promesa”.
“Antes de que el folclore fuera uso obligado de las fiestas isleñas, la traída del trono era cosa propia de los lugareños que, desde la víspera y a su modo, celebraron los prólogos de la Bajada. En la noche del sábado una gala con grupos isleños, peninsulares, europeos, americanos, ambienta unas horas de exaltación folclórica que, al día siguiente, tienen por protagonista a un altar de plata”. (Luis Ortega Abraham, «El Motivo», 1995).
Desde que el Obispo García Jiménez instaurara en 1676 la Bajada de La Virgen cada lustro y ordenara que la Santísima Virgen fuera colocada en “trono decente”, se inició esta piadosa y festiva costumbre que ha llegado hasta nuestros días. El actual Cronista Oficial de la capital palmera, don Jaime Pérez García, publicó una detallada y minuciosa crónica de lo vivido en la Bajada de 1815: “…llegó por fin el rancho de trono, sagrario, andas, barandas, perillas, gigantes, clarín, banderas, tambores, ramos, etc. El Castillo hizo saludo real y el Barco, lo mismo, todo ello acompañado de vivas y tanta algazada que parecían los moros… y dio de refrescar a todos aquellos que habían venido cargando dichas piezas…”. En este manuscrito, reproducido y enriquecido por las notas a pie de página de Pérez García, se desprende que con mucha antelación del comienzo de los festejos se adecentaba el entorno del Barranco de Las Nieves y la Plaza de La Alameda, donde había “gran concurso de gentes” que participaban en cuatro bailes “tres de marineros (folías), y uno de campo (tajaraste)”, además de gigantes, preparación del barco y el castillo que hacían demostraciones “varias evoluciones con las velas y el Castillo hizo también mucho fuego…”
Un extracto del diálogo que se celebraba ante el avistamiento del Trono de Las Nieves es el que se custodia en la Sociedad La Cosmológica de esta ciudad. Se trata de un manuscrito firmado por don José Pinto y Guisla:
Castillo: Alistarse y ponerse en batería
Pues ya llega el trono de MARIA
Al cual va a saludar mi artillería
Celebrando en su día con respeto
La importante visita de este objeto”
Navío: “Enhorabuena sea tu llegada
Y su pase también por esta rada:
Venga el trofeo de tan portento
Mi artillería está pronta, y al intento
Aprueba de este Fuerte el pensamiento.
(Comienzan las salvas reales)
Se la ha definido como “la romería más divertida y singular de las que se convocan por estas latitudes”. Divertida en cuanto convoca a palmeros de dentro y fuera y canarios de todos los rincones de las islas que aportan sus variados atuendos y folklore; y singular, como dice el periodista Luis Ortega Abraham: “porque es el único evento romero, que se sepa, donde ni va ni cuenta el santo”.
Los magos, con mochila y guitarreo
versiadores de fiestas
peregrinos de la Virgen.
Llevan cada trozo del trono
por la Dehesa.
Bajando por el camino Romeros
cantando y alegres
En La Encarnación llegan
carretas y ¡adelante!.
En la Calle Real
espera todo un pueblo,
para ver llegar los trozos de plata y
repiques de campanadas llenos de
fuego y calor, el pueblo sabe que
se vive del vino y del folklore…”
(«Bajada del Trono», Programa de 1980).
Y así es. La interminable muchedumbre de romeros ataviados con los trajes típicos, transporta lo que también se llama el “Equipaje de La Virgen”, es decir, el trono despiezado en cuarenta y dos partes y las andas de plata, o llamado también “trono chico”. Las veinticuatro campanillas de plata que cuelgan de los laterales del techo del trono, no paran de sonar ya que los peregrinos lo hacen bailar y girar sobre sí, elevándolo con una sola mano sobre las cabezas de los portadores, al ritmo de la música canaria, eso sí, con el máximo de respeto y fervor, hasta la Parroquia Matriz de El Salvador. En este suntuoso templo será entregado y ensamblado y aguardará, vacío, en la capilla mayor y bajo dosel de terciopelo y oro, la llegada de “La Morenita” el Domingo Grande.
Originalmente fueron los campesinos de los pagos vecinos a la ermita los que cargaban las piezas de plata labrada y las andas de baldaquino de Las Nieves. Retomando las palabras de Luis Ortega: “…del frugal cortejo de antaño se saltó a un desfile abigarrado y multicolor que recorre, entre cantos y bailes de la tierra, el mismo trayecto que hará la Virgen dos semanas más tarde”.
«TRAJES TÍPICOS».
Concentración de romeros, ataviados con trajes típicos, rondallas, parrandas, grupos, carretas, carrozas y corsas en La Alameda, desde donde seguirá el cortejo… Entregado el Trono, misa de acción de gracias en El Salvador y, a su término, Fiesta del Pueblo Palmero… que se prolongará hasta el amanecer… (Programa, 2000).
Efectivamente, la actual romería se ha constituido en un excelente expositor de nuestra rica vestimenta denominada “típica”. Unos trajes tradicionales que en La Palma se han conservado de generación en generación, plenamente arraigados en el pueblo, sin recreación alguna de artistas y estudiosos del tema. Lamentablemente esto no sucede en otras islas, donde se conjugan vestimentas tradicionales que han llegado a sufrir la evolución de la moda, aunque finalmente el pueblo las haya asumido y folclorizado plenamente o en otros casos han sido simplemente copias, etc. En el caso palmero, se trata de una ocasión excepcional para admirar la riqueza de nuestro variado vestuario, asumido por el pueblo conla denominación de “traje típico”.
Se dan cita romeros ataviados con el traje de gala palmero, con brocados y sedas, de colores teñidos con tintes naturales donde predominan las materias a base de cochinilla, gualda, índigo, eucaliptos y gualda; se aprecian las monteras masculinas de terciopelo, los pantalones del mismo material, en negro, azul o marrón, la rica botonadura del chaleco, camisas y calzoncillo bordados en blanco a realce, fajas de seda de distintos colores, polainas de lana en color natural y zapatos negros de piel. Las faldas de seda en la mujer, predominando las gamas de tonos morados, azules y marrones, enaguas recargadas de ricos bordados, mantillas de seda con flecos.. sombreros de colmo, adornados con plumas, cintas, encajes, flores… las tocas o gasas de seda en color natural, una pechera o pechillo ricamente bordados donde se lucen las joyas, etc.
Otros romeros eligen los ricos trajes palmeros de manto y saya, tradicionalmente distintivos de las gentes más poderosas y ricas. La elegancia de la mujer se hace patente cuando luce sobre la gasa de seda unos tocados especiales: el sombrero de copa de color negro. El hombre normalmente usa una librea o casaca de lana mientras que el pantalón suele ser de seda, terciopelo o lana de diferentes colores. Se da la circunstancia que en este vestido no lleva polainas sino unas medias y unos escarpines negros. También el hombre usa sombrero de copa de color negro. En este caso también la mujer es revestida con una segunda falda colocada sobre la otra, de distinto color, recogida por la parte de atrás hasta los hombros o cabeza, como en el caso de la vestimenta de Villa de Mazo. Una elegante modalidad en la que se destaca el colorido de los tintes naturales. En el caso de San Andrés y Sauces, es identificado el hombre por llevar una corbata de lazo en terciopelo y chaleco en rico brocado bajo la librea. La mujer suele mostrarse con el rostro más despegado para lucir un rosario de azabaches colgado al cuello. En el caso del Valle de Aridane, destaca la sobriedad por el predominio del color negro y el uso en el hombre de chaquetilla corta en seda sobre un chaleco de brocados y fajín de seda.
Sin embargo, la mayoría de los romeros van ataviados, por ser más cómodos y manejables, los llamados trajes de faena o campesinos que son los que cuentan en La Palma con más variantes. Así, en el de Tazacorte, por ejemplo, zona costera y cálida, se usa un sombrero de ala ancha y hay ausencia de bordados salvo en las enaguas de la mujer. Predomina el lino en la camisa, calzoncillo y mandil del hombre. En el caso del traje de medianías, como Tijarafe, el hombre usa montera, chaleco y pantalón de lana y zamarrón de cuero, camisa y calzoncillo de lino, polainas en color natural… la mujer, por ejemplo, lleva un tocado con sombrero de colmo adornado de flores, un justillo de damasco o seda bordada, una esclavina o capa de lana, etc. En Garafía, como en el resto de zonas altas y frías, destaca el uso de la lana en sus monteras, polainas, pantalón, chaleco (en el hombre) y en las faldas de la mujer. Están profusamente bordadas en negro las enaguas y blusa femenina, y en la camisa y calzoncillo del acompañante. El asociado con Puntallana se distingue porque la mujer lleva una montera de ala corta y una manteleta de seda con flecos y justillo de damasco. Es singular también la forma en que queda recogida la falda en ambos laterales. El hombre lleva una alforja típica, entre otros distintivos.
En cada uno de los trajes identificados actualmente con los catorce municipios palmeros, se van distinguiendo una variedad de tocados, justillos, polainas, fajas, monteras, sombreros, mantillas, bordados… donde el colorido se realza con la riqueza de los tejidos utilizados.
En definitiva, se abre ante nuestros ojos un cuidado desfile multicolor donde se hace patente una vez más, a pesar de las tristes y bochornosas excepciones, cómo el pueblo palmero mima los detalles y se siente orgulloso al mostrar a propios y extraños un legado tan importante que ha recibido de sus ancestros y lucha por no perder una seña de identidad como ésta.
En el programa de la Bajada de 1970, por poner un ejemplo, se pone de manifiesto este tipismo tan arraigado en nuestro entorno festivo:
… a las 11 de la mañana comenzarán a concentrarse los romeros en la Plaza de Las Nieves. A partir de esa hora hasta la salida del Trono se efectuarán saltos de regatón y exhibiciones folklóricas a cargo de Los Sabandeños y los Grupos y Coros y Danzas de la Sección Femenina de Zaragoza y esta localidad… a las 4,30 de la tarde, Misa Canaria, que será cantada por Los Sabandeños… Terminada la Misa, se organizará la romería… por el trayecto se establecerán puestos que servirán la típica sangría a los romeros…el ayuntamiento dispone de seis “corsas” (trineos tirados por bueyes) que serán subastadas entre las personas que deseen utilizarlas en la romería. La licitación inicial será de dos mil pesetas…