Revista n.º 1044 / ISSN 1885-6039

Almanaque del Gobierno de Canarias 2010. Análisis pormenorizado de un despropósito. (II)

Miércoles, 10 de noviembre de 2010
Juan de la Cruz Rodríguez (Técnico de textiles e indumentaria del Museo de Historia y Antropología de Tenerife)
Publicado en el n.º 339

Continúa el análisis de este especialista en vestimenta canaria sobre el almanaque publicado en este 2010 por Artesanía Canaria del Gobierno. En este caso se tratan la vestimenta de El Escobonal y de los campesinos de La Palma y Gran Canaria, así como la indumentaria de la isla de El Hierro.

Pareja de garafianos con vestimenta.

 

(Viene de aquí)

 

MAYO: Pareja tradicional de Güímar

 

- Pie de foto.

Hay falta de ortografía en el topónimo Güímar, que lo escriben sin la tilde de la i. Hubiera tenido que decir: Tenerife, pareja en trajes tradicionales de Güímar, suponiendo que lo fueran. Y digo esto por lo que explico en el epígrafe siguiente. Un pie explícito y didáctico podría ser: Tenerife, 1986, pareja con trajes diseñados por Manuel Acosta, de Güímar.

 

- Los atuendos.

Los llamados trajes de Güímar son unos de los más flagrantes camelos que se han intentado perpetrar en el tema de la recuperación de los trajes tradicionales. Su autor los dio a conocer a través del periódico El Día con fecha de 2 de octubre de 1988, intentándonos colar unos atuendos que, aparte de ser una burda copia transformada de los conocidos trajes típicos de El Escobonal, se componen de prendas inventadas e inexistentes en todo el panorama de la indumentaria nacional: la mantilla redonda y el jubón con las mangas de haldetas. Como ya rebatimos en su día en el mismo citado diario, los mencionados trajes adolecen de todo rigor, y tan sólo han servido para confundir a la opinión pública, cuando desde las instituciones oficiales se ha tratado de aportar información fidedigna, coherente e histórica por medio de exposiciones, publicaciones, seminarios y congresos, donde el autor del invento de los modelos que tratamos tuvo la oportunidad de defenderlos y desvelarnos su pretendido origen tradicional o histórico. No sólo no lo hizo en los mencionados foros, sino que tampoco en el periódico que se hizo eco de su desafortunado capricho. Una vez desvelado el bulo, lo sensato hubiese sido retirarlos de la circulación y discretamente olvidar el tema, pero no ha sido así, ha persistido en su empeño y los ha fomentado por medio de todos los incautos que se han puesto a su alcance. Se trata de un verdadero fraude colectivo. Las razones por las que me atrevo a afirmarlo de forma tan contundente se explican en las páginas publicada en el periódico El Día el 23 de octubre de 1988.

 

 

 

 

JUNIO: Campesinos de La Palma

 

- Pie de foto.

Así pues el pie de foto debería rezar: Isla de San Miguel de La Palma, siglos XVIII y XIX, pareja con trajes de diario.

 

- Los atuendos.

La mujer incurre en una serie de tópicos muy generalizados y admitidos por la mayoría de la sociedad palmera que un supuesto especialista en indumentaria debería conocer; y, desde luego, nunca debería fomentar o caer en ellos: la camisa de mujer bordada con igual guarnición que los bajos de la enagua que, por otro lado, es exageradamente ancha y de puntos grandes y ralos; el excesivo ancho del plisado de la cintura de la enagua de lana; el uso de la pañoleta, más propia de los trajes de domingo, en lugar de un pañuelo de hombros; y la inusual manera de colocar la toca... resumen otros desatinos cargados de tópicos dignos de erradicar. En cambio, echamos de menos las polainas, el delantal y el pañuelo sujetando la toca, que hubieran aportado riqueza al atuendo y hubiesen mostrado ciertas prendas poco usuales con esta familia de trajes.

 

El traje del hombre incurre en similares defectos tópicos impropios de este tipo de publicaciones. Los tratamos de resumir: montera colocada con las alas remetidas hacia dentro; camisa y calzoncillos con bordados de punto de cruz negros que son exclusivos de la enagua de lino de la mujer, por mucho que la costumbre esté extendida a partir de la segunda mitad del siglo XX (con anterioridad a esta fecha es imposible encontrar una fotografía o cualquier testimonio gráfico o prenda testigo con este tipo de bordados); chaleco exageradamente largo con hechuras del siglo XX, pero con vivos rojos propios de los modelos de siglos anteriores, que son los que el modelo debería lucir; polainas de grandes relieves y faja encarnada, que no es que sea incorrecta, pero sí la más estereotipada de todas, pudiéndose sustituir por una de rayas cargada de siglos de tradición. Este indumento también admitía un zamarrón, prenda que cae en desuso entre los trajes de esta isla.

 

 Pareja de garafianos con vestimenta.

Isla de La Palma. Pareja de Garafía (derecha)

 

 

JULIO: Campesinos de Gran Canaria

 

- Pie de foto.

Manteniendo la constante que se marcó en la primera pareja, el pie correcto debería ser: Isla de Gran Canaria, siglos XVIII y XIX, pareja con trajes de diario.

 

- Los atuendos.

Tampoco escapa la mujer a los defectos que nunca debieran figurar en cualquier tipo de publicación con intenciones didácticas. Tratando de hacer un resumen por no hacer demasiado extenso este informe, podemos incidir en lo siguiente: el ala del sombrero inapropiadamente larga y tendida (lo característico de los sombreros de mujer de Gran Canaria de diario es todo lo contrario, el ala muy pequeña y curva); la cruz pectoral es más propia de un obispo que de este tipo de traje de diario que se suele acompañar, a lo sumo, con unos zarcillos; el jubón luce unas mangas afaroladas en los hombros y anchas en las bocas cuando deberían ser pegadas y estrechas; echamos de menos el pañuelo de hombros que usualmente acompaña este tipo de traje; la enagua de lana luce un inapropiado fruncido a la cintura por lo excesivamente ancho, su largo -que llega a ocultar los pies- es inadecuado para los trajes de diario e inusual en general en los trajes de Canarias, y luce escurrida y sin volumen por la ausencia de varias enaguas debajo.

 

Mujer de Gran Canaria con similares atuendos

 

 

AGOSTO: El Hierro

 

- Pie de foto.

Siguiendo las pautas anteriores debería rezar: Isla de El Hierro, siglos XVIII y XIX, pareja con trajes de domingo.

 

- Los atuendos.

La mujer luce sombrero inapropiadamente grande para los que se acostumbran a llevar en esta isla. La camisa tiene las mangas pobres de vuelo y los mangos o manguitos muy anchos, dado que lo suyo es tenerlos completamente ceñidos al brazo y muñeca para que no se bajen (ver foto adjunta y comparar). La pañoleta, de abundantes flecos añadidos, tampoco es usual en esta isla, que más usó pañuelos sin flecos o, a lo sumo, con flecos naturales deshilados del orillo, pero nunca las vimos con mantoncillos similares a los de Manila, como se nos enseña. La saya también con fruncido a la cintura excesivamente ancho, y toda ella larga y escurrida con falta de abundantes enaguas debajo que le confieran volumen.

 

El hombre se nos presenta con montera de manga caída rematada con un pompón, en donde debiera ir una borla. El chaleco es grande para la talla del portador, lo que incide en el estereotipo de los chalecos con largos desmesurados tan en boga en la actualidad. Los calzones son cortos, anchos y con borlas gratuitas en las bocas de las perneras. Los calzoncillos con las perneras bordadas en colores son una aportación gratuita que incide en el todo vale, y que resta autenticidad a la prenda. Las polainas abotonadas de tela son un invento reciente, sin precedentes en la isla, donde siempre se estilaron de cuero o de punto de lana en crudo, pardas o negras. Los zapatos tipo mocasín son el modelo más inapropiado que se puede aportar a tan desafortunado conjunto.

 

Foto antigua de grupo de El Hierro con trajes típicos

 

 

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