Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

La Iglesia de Guadalupe cumple el centenario de su incendio.

Domingo, 01 de Febrero de 2009
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 246

El Archivo ha logrado recopilar no sólo noticias e instantáneas excepcionales, sino que enumera la relación de imágenes religiosas que perecieron en el incendio.


El Archivo Histórico de la Villa de Teguise (Lanzarote) edita estos días un trabajo documental donde se recogen las claves e incidencias derivadas del último gran incendio sufrido en la Iglesia de Guadalupe de la antigua capital insular.

Allá por 1909 las llamas se ensañaban con uno de los primeros templos nacidos en las Islas. Según Santiago Cullen y Verdugo, en su artículo del Diario de Las Palmas de 10 de febrero, “un monaguillo, limpiando unos candeleros metálicos en la sacristía fue la causa original del incendio”, apunta. Lo cierto es que supuso una conmoción para los habitantes del pueblo y la Isla, que seguían manteniendo en el templo una referencia vital.

El Archivo ha logrado recopilar no sólo noticias e instantáneas excepcionales, sino que enumera la relación de imágenes religiosas que perecieron en el incendio; también esgrime los primeros pasos a seguir para la reconstrucción del templo y los mecenas de la reedificación.


POR SU INTERÉS, ADJUNTAMOS EL TEXTO DE FRANCISCO HERNÁNDEZ DELGADO Y MARÍA DOLORES RODRÍGUEZ ARMAS, COLABORADOR Y DIRECTORA DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE TEGUISE.

"La Iglesia de la Villa de Teguise, fue el primer Beneficio Parroquial de la isla de Lanzarote, su construcción se debió seguramente al mandato dado por Juan de Bethencourt, su nombre era la de Iglesia de Nuestra Señora de Lanzarote, en ella recibió Diego de Herrera el juramento de fidelidad de sus vasallos el 4 de agosto de 1455, al tomar posesión de la isla.

De esta Iglesia diría el obispo don Pedro Manuel Dávila que, “era la mejor que había visto en Canarias” .
El 6 de febrero de 1909, sobre las 12 horas de la mañana se produjo un incendió en la Iglesia Parroquial de la Villa de Teguise. El corresponsal en Arrecife del Diario de Las Palmas envía un telegrama al periódico que decía,

“La iglesia del pueblo de Teguise, en esta isla, está ardiendo. Se teme que el fuego se propague a otros edificios. Las autoridades con auxilios salen ahora para dicho pueblo. No hay noticias de desgracias personales.”

La noticia sale publicada en el Diario de Las Palmas el mismo día 6, en su edición de la tarde. El lunes 8 el Diario de Tenerife, da cuenta del telegrama que recibe el Gobernador en Tenerife del Alcalde de Arrecife, que le había enviado el mismo día 6 a las 18,35 horas,

“Enterado formidable incendio iniciado sacristía parroquial de Teguise, acudo lugar siniestro acompañado demás autoridades esta ciudad”

El mismo telegrama lo recoge el diario republicano autonomista de Santa Cruz de Tenerife El Progreso, que amplía la noticia en su edición del día 10 de febrero, diciendo entre otras cosas que se había personado el juzgado en el lugar del siniestro instruyendo diligencias, sin que se procediera a la detención de ningún vecino.

Los primeros detalles del incendio los hace Santiago Cullen y Verdugo, que firma sus notas el 7 de febrero y las publica en el Diario de Las Palmas el 10 de febrero,

“Un monaguillo limpiando unos candeleros metálicos en la sacristía fue la causa original del incendio. Para derretir la cera adherida a los objetos que limpiaba, encendió una vela colocándola próxima a un ropero, momentos antes de las doce, dejándola encendida cuando a ésa hora subió a la torre a tocar. Al regresar algunos minutos después a la sacristía el fuego había comenzado a prender en los roperos donde se guardaban los ornamentos sagrados, y poseído el muchacho de pavor huyó, avisando al vecino más próximo D. Juan Crisóstomo García, quién al acudir provisto de agua con el propósito de extinguir el incendio, encontró ya la sacristía convertida en un ascua de fuego y una densa humareda llenándolo todo”.

“Desde este momento puede afirmarse que el fuego avanzó con vertiginosa rapidez invadiendo las capillas con velocidad tan increíble que el reloj de la torre, situada en el extremo opuesto al punto inicial del incendio, aparecía parado a las 12 y 25, hora en que llegaron a él las llamas".

“Solo fue, pues , posible a dos o tres vecinos arrojados, entre los que se encontraban D. Manuel Espínola y otros cuyos nombres siento no conocer, salvar la imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de Teguise, y las de San Pedro y San Marcial, siendo inútiles por la densidad del humo cuantos esfuerzos se hicieron para extinguir el incendio, mejor empleados, sin duda, si se hubiesen encaminado a salvar los objetos valiosos y los santos”.

“Cuando a las tres de la tarde llegamos a Teguise el Juez de Arrecife y otras varias personas, destruido por completo el templo solo restaban de él escombros humeantes”.

Aunque en los datos aportados por el Sr. Verdugo, se dice que fueron tres las imágenes rescatadas en el incendio, en los escritos oficiales remitidos al Gobernador, así como en los trabajos de don Lorenzo Betancort, se confirma que fueron cuatro las imágenes salvadas del incendio, a las ya citadas de Guadalupe, San Pedro, y San Marcial hay que añadir la imagen de la Concepción, que tenía su capilla al izquierda de la capilla mayor.

Además de estas imágenes se pudo rescatar la plata que se encontraba en un cofre depositado en un pequeño sótano, situado dentro de la habitación que da a la izquierda del altar mayor, entre los objetos depositados en este cofre estaban las famosas bandejas sobre todo la bandeja repujada en la que aparecen cinco paisajes de altos relieves representando batallas de las gloriosas hazañas de España y que lleva la firma de su autor Juan de Mena, unos portapaz, atriles y otros objetos todo de plata.

Un testigo le contaba a Leandro Perdomo como vivió el incendio,

“Las llamaradas eran como gigantescas olas rojas embicadas al cielo, y el humo cubría a la Villa como una inmensa capota negra”.

Entre las imágenes desaparecidas por el incendio estaban, el Cristo de la Capilla Mayor, el Señor de la Humildad y Paciencia, La Purísima, los Ángeles que se encontraban en el altar del Corazón de Jesús, La Virgen Difunta, Santa Barbara, Santa Lucía, El Corazón de María , San Gabriel, San José, Nuestra Señora de Los Dolores, San Agustín, San Francisco de Borja, Nuestra Señora del Carmen, San Miguel, San Diego Alcalá, otra imagen pequeña de La Purísima, Nuestra Señora de Las Mercedes, y San Gonzalo de Amaranto. Entre los cuadros quemados estaban los que había pintado doña María Rosa Spínola, (uno de ellos representaba el Corazón de Jesús y había sido colocado en 1863), y los cuatro de los obispos que estaban en el coro , además del todo el material que se encontraba en los roperos de la sacristía, los retablos, las puertas, candeleros y candelabros, cruces, las vidrieras de las ventanas y óculos, el coro que era repujado en cedro, la cubierta del remate de la torre y los techos, el de la sacristía era una verdadera obra de arte, estaba decorado por cabezas de querubines y en el centro un águila sostenía en sus garras la bola del mundo todo de madera. Algunos kilos de la plata derretida por el fuego fue entregada para construir coronas y otros objetos para las imágenes, otros 10 kilos fueron vendidos por 1.100 pesetas. Una de las personas que trabajaría con la plata derretida por el fuego fue don José María Gil, realizando la espada de la Virgen de Dolores y el guión de Corpus.

Era párroco de Teguise en esa época don Antonio Gil, que en el momento de producirse el incendio se encontraba en el pueblo de Haría, a donde se había trasladado a recoger a un padre misionero para traerlo a Teguise. El Sr. Cullen lo visitó en su casa, diciendo que

“Jamás he presenciado un dolor más profundo y más sincero que el de aquel ejemplar sacerdote. Anegado en llanto y presa de terrible excitación era imposible permanecer inalterable ante su sentimiento tan hondo. Cuando me marché le oí exclamar ¡ DIOS MIO, DIOS MIO, QUE HA SIDO DE MI IGLESIA ¡ ”

Del estado de ánimo de este sacerdote escribía F. González Díaz,

“Las lágrimas del cura párroco, impotentes para apagar el incendio, se mezclaron con las cenizas”

El periódico madrileño “Ejercito y Armada”, dio la noticia del incendio, pero situó la Villa de Teguise en la Isla de Tenerife.
El día 9 de febrero, es decir tres días después del incendio, se reúnen en la casa parroquial de Teguise, varios vecinos para formar una Junta Permanente, para gestionar la restauración del templo incendiado, la junta quedó constituida de la siguiente manera, Presidente don Antonio Gil, Tesorero don José Ramírez Vega, Secretario don Domingo Cancio, Vocales don José Perdomo y don José Ninot Ferrán, el primer acuerdo que se toma es abrir una suscripción popular para recabar fondos y mientras se restaura el Templo Parroquial, se solicitar autorización para celebrar en uno de los conventos los oficios religiosos.
El convento elegido fue el de San Francisco, la autorización decía,

“Que por ahora, la iglesia de San Francisco que se halla mas céntrica que la de Santo Domingo y está en mejores condiciones que ésta, sirva desde luego de Iglesia Parroquial…………………………..que la plata derretida, materiales y demás que apareciere entre los escombros, sea recogido y colocado en las iglesias de San Francisco y Santo Domingo”

Los miembros de la comisión, aportaron las primeras cantidades, para la restauración del templo, se comprometieron que en un periodo de cinco años, entregarían para la reedificación del templo, las siguientes cantidades, el Sr. Ramírez Vega 25.000 pesetas, el Sr. Domingo Cancio 2.500, el Sr. Ninot Ferrán 5.000, poco después se unieron numerosos vecinos de Teguise, resto de Lanzarote y de otras islas, con lo que la cantidad reunida al 18 de enero de 1911 era de 43.321,25 pesetas. La familia Spínola entregó varias cantidades obtenidas en las representaciones de los aficionados al teatro de Teguise.
La revista Blanco y Negro, dio también la noticia del incendio de la Iglesia de Teguise, aportando un dato curioso sobre una de las obras quemadas, decía que entre los cuadros devorados por el fuego, se encontraba uno que representaba a “San José y el Niño” que se atribuía a Leonardo de Vinci.
El Sr. Santiago Cullen, corresponsal del Diario de Las Palmas, confesaba que sentía un gran cariño a la Villa de Teguise, donde pasaba mucho tiempo. En dos extensos escritos manifestaba su opinión, diciendo que los esfuerzos de los vecinos de Teguise debían estar encaminados, no en restaurar el templo, sino en adquirir imágenes y vasos sagrados, ya que la Villa contaba con otros edificios religiosos suficientes para los cultos religiosos, y que se debía aprovechar la visita de los forasteros para recaudar fondos.
Este punto de vista fue contestado por el vecino, doctor y además miembro de la Junta don José Ninot Ferrán, quién entre otras cosas le decía,

“Sostiene V. que la vida de Teguise estriba pura y exclusivamente en el movimiento de forasteros. Vamos que esto no puede pasar, y para demostrarlo bastará decir que las dos casas que se dedican a admitir huéspedes pasan más de trescientos días del año sin preparar un almuerzo de un par de huevos”
“Nuestro ánimo no es gastar dinero en cal y arena como V. dice, sino en reconstruir el templo, si es posible y dejarlo en condiciones que permitan celebrar los oficios del culto con todo esplendor”
“Si esta es la muerte de Teguise, como V. afirma, podremos decir que todos la matamos y ella sola se murió, pero a lo menos nos cabrá la satisfacción de haber hecho por la Villa todo lo que hemos podido y habremos cumplido con los deberes que nos impone la religión que nos legaron nuestros mayores”
“Confiamos en Dios, en las buenas personas, sean de donde fueren y en nuestra voluntad y esfuerzo, y con tales bases esperamos ver realidad la obra”
¿Venceremos?
José Ninot Ferrán ---Villa de Teguise (Lanzarote) 29 de marzo de 1909

El 22 de febrero de 1911, se autorizaba el traslado de la puerta del convento de Santo Domingo para colocarla en la Iglesia Parroquial.
El 24 de mayo de 1915, fueron trasladadas las imágenes y el Santísimo desde el Convento de San Francisco a la Iglesia y se celebró una solemne función religiosa con asistencia del Sr. Obispo.
En 1929 se inician los trabajos de colocación del piso de la Iglesia, se habían comprado un total de 4977 ladrillos, parte de estos gastos fueron sufragados con aportaciones de don Jordán Bethencourt, que aportaba 500 pesetas mientras ejerciera de médico en Teguise o Arrecife, doña Sebastiana Ramírez aportó una cadena de oro, don Severino Bethencourt entregó 500 pesetas, don Modesto Rodríguez 125 pesetas, don Francisco Herrera, aportó tres jornales de carro, tres de camello y tres peones, y el grupo de teatro entregaba la recaudación que fue de 284.45 pesetas.
Los maestros de obra y peones que trabajaron en la restauración de la Iglesia de Teguise fueron entre otros, Bonifacio García, Andrés López, Juan Martín, Juan Parrilla, Pablo Hernández e Isidro Callero. Para la terminación de la torre se nombró una comisión integrada por los señores, don Nicolás Rodríguez, don José Perdomo Vega, don Esteban Díaz Morales, don José Perdomo Ramírez, y don Segundo Perdomo Ramírez, para esta obra aportó el hijo predilecto de la Villa de Teguise don José Betancort Cabrera 3.000 pesetas, cuyo dinero lo había solicitado al Gobierno en la capital de España.
Las obras de restauración las tomaron con cariño los párrocos don Antonio Gil Santana, don Rafael Hernández, don Nicolás Rodríguez, y don José Fajardo Morales.
Con la última intervención de los años 90 del siglo XX, la luz volvió a través de sus nuevas vidrieras al templo de Nuestra Señora de Guadalupe, la IGLESIA MATRIZ DE LANZAROTE, la parroquia que tiene fecha de creación anterior al año 1455."


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