Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Esto es un juguete. Etnoludens.

Jueves, 29 de Enero de 2009
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 246

Hubo un tiempo en el que Canarias vivía de la agricultura, los niños ayudaban a los adultos trabajando en el campo y sus juegos reproducían aquellas labores. Hubo un tiempo en el que no existían centros comerciales ni cartas a los Reyes Magos. En aquel tiempo, los camiones eran de penca.


Canarias vivía pegada al campo. De los cultivos no sólo se obtenían los alimentos para sobrevivir o para vender al exterior, sino que se generaban materiales residuales que los más pequeños aprovechaban para elaborar sus juguetes. A los realizados con elementos vegetales del entorno como la penca o la gamona; los fabricados con residuos animales -como los balones realizados con vejiga de cochino-; o con elementos cotidianos -como las latas de sardina o las chapas de las botellas- se unían como materias primas la verguilla, la caña o la badana, materiales empleados en el cultivo del plátano y el tomate.

 

Estos juguetes son mucho más que una curiosidad. Son reflejo de toda una época del Archipiélago y pueden ser una buena forma de mostrarles a los niños de hoy que no hace falta tanto para divertirse. Esta es la máxima que preside la creación de Etnoludens, un proyecto surgido en el sur de Tenerife que pretende rescatar en juguete tradicional y salvarlo del olvido. Comenzó sus actividades en 1996, en el municipio de Arona, y actualmente prosigue con la difusión de esta parte de nuestra historia a través de las charlas, talleres y exposiciones. En el proyecto participan expertos en el tema como Carlos Delgado García, Carmen Gloria González Toledo, Pedro Gómez Sierra, José Delgado García, Iñaki Arantzamendi Villares y Julio Concepción.

 

La cronología. Las duras condiciones de vida de la época se reflejan en el juguete tradicional: en su austeridad, en la reutilización y el reciclaje de materiales, en la preponderancia que tenía la imaginación, en la creatividad para hacer de los recursos limitados fuente de materias primas lúdicas y en la ayuda mutua necesaria para su elaboración y su disfrute. La vida cotidiana en la Canarias del pasado se refleja en los juguetes de sus niños. Y es que a través del estudio de los juegos y juguetes se puede hacer un análisis socioeconómico. Incluso analizando los materiales empleados en su fabricación, podría trazarse una cronología de los cultivos mayoritarios en cada época.

 

Así, puede decirse que desde 1850 a 1950 es la época de los juguetes realizados con hoja de penca. De 1950 a 1970 empezó a hacerse más frecuente los juguetes de badana y de verguilla, mientras que de 1960 a 1970 las latas empezaron a dominar la fabricación de juguetes en el campo. A partir de 1970 se considera que empieza a penetrar en las islas el juguete industrial que acabó prácticamente con el artesano.

 



Imitar a los mayores. En la propia página web del proyecto Etnoludens dan la clave: "El juguete es la vida a pequeña escala, es su réplica". En una sociedad rural, en la que la vida transcurría entre el trabajo agrícola y los quehaceres cotidianos en casa, los juegos tenían que representar necesariamente esas labores.

 

Así, aparecían entre los juguetes de los más pequeños algunos animales como el camello o el burro -reflejo de los que utilizaban los adultos para trabajar el campo-; otros como las vacas o cabras -que tenían que cuidar a diario- o algunos instrumentos de labranza como el arado o los molinos -de agua o de mano-.

 

Las actividades cotidianas de los mayores, como arar la tierra o "hacer las cosas de casa", también protagonizaban los momentos de esparcimiento de los niños. Y aparecían, además, traduciendo directamente la división sexual del trabajo adulto en una separación entre juegos de niños y juegos de niñas.

 

Penca. Para los habitantes del sur de Tenerife -y muchas zonas áridas del resto de las islas-, la penca común (Opuntia ficusindica), también conocida en el Archipiélago como chumbera o tunera, siempre fue parte del paisaje cotidiano. Incluso en la actualidad, es una de las especies más frecuentes en las zonas de medianías. De hecho, tras el abandono de la explotación de la cochinilla, la especie prosiguió su expansión -actualmente sólo se aprovecha de ella su fruto, conocido como higo pico, higo chumbo o tuno-. Era normal, por tanto, que sus hojas -limpias de picos- fueran el material más frecuente para los canarios en la elaboración de juguetes.

 

Según Carmen Rosa Pérez Barrios, además de la penca común, eran posible encontrar juguetes realizados con penca habanera (Opuntia tomentosa). La otra especie frecuente en las islas, la penca tinta o tunera india (Opuntia dilenii) no solía utilizarse porque sus picos -más abundantes- eran además de mayor tamaño y fuerza, y las hojas (palas) de la planta eran endebles.

 

Con la penca se hacían camiones, carretas tiradas por bestias, barcos, camellos, cabras, molinos de agua, molinos de mano o muñecas.

 



Gamona. Después de la penca, el material más abundante en Canarias para la fabricación de estos juguetes era la gamona (Asphodelus destivus), especie frecuente en lugares abiertos y soleados de la zona baja y de medianías del Archipiélago.

 

La gamona es una planta no comestible, cuyo aprovechamiento a lo largo y ancho del planeta es variado: sus tubérculos secos y reducidos a polvo servían para fabricar una goma de pegar empleada antiguamente en la industria del cuero; de la base de su tallo se extrae un pigmento amarillo utilizado por los artesanos egipcios para teñir alfombras...

 

Pero en Canarias apenas se utilizaba para otra cosa que para fabricar juguetes. Entre los objetos lúdicos fabricados con la gamona en las Islas encontramos desde camiones y carretas, hasta camas, catres, arados o molinos, o animales o muñecas.

 



Otros. Casi cualquier material podría ser materia prima de un juguete. Con la badana se hacían pelotas. El alambre era el material perfecto -por su maleabilidad- para construir coches y carretas de todo tipo, que podían quedarse también reciclando latas de sardinas y chapas de botellas. El cartón y la tela eran la base de la mayoría de las muñecas que, incluso, podía tallarse empleando balo (Plocama pendula) -arbusto endémico canario- si no se disponía de madera.

 

Cualquier material que se tuviera a mano era idóneo. Puede que estéticamente no fueron tan "bonitos" como los juguetes que podemos comprar ahora -aunque les rodea sin embargo un extraño halo de belleza rudimentaria-, pero se nutrían -y eso no puede negársele- de la imaginación, tanto para fabricarlos como0 para utilizarlos. Esa es quizás su gran enseñanza.

 



¿Cómo se hace un barco de pencas?

Vamos a conocer paso a paso cómo los ahora ancianos realizaban cuando niños uno de estos sencillos juguetes.

Hemos querido centrar nuestra atención en el proceso de fabricación de un barco, según aparece recogido en el libro Romelarzo. Juguetes tradicionales de penca, escrito por Julio Concepción -uno de los miembros de Etnoludens- y editado en 2002 por Llanoazur Ediciones.

Como herramientas necesitaremos nada más que un cuchillo. Como materiales, sólo precisaremos de una hoja de penca -a la que le quitaremos previamente los picos raspándola con el mismo cuchillo- y de unos pequeños palitos.

El procedimiento no podría ser más sencillo:

- Se coge una hoja de penca y se corta por la mitad.
- Se vacía la penca, con cuidado de no romperla -de manera similar a como vaciaríamos un aguacate-.
- En el interior de la hoja de penca, se colocan unos palitos para abrir la hoja y hacer que coja forma.




En el propio libro, se recoge el testimonio de una anciana del municipio palmero de Tijarafe, Florencia Rodríguez Nazco, sobre este tipo de juguetes: "Es que el barco es bueno de hacer. Se coge la penca, se corta y se abre, se le pone un palo y ¡ya está el barco! Y cuando llovía hacíamos en la barranquera donde corría el agua, mis hermanos hacían con piedras y barro un muro y hacíamos una charca y nos bañábamos, ¡nos bañábamos y los barcos!".

Es un ejemplo de la sencillez y austeridad del juguete tradicional canario. No era necesario más. Sólo se precisaba de imaginación y ganas de divertirse. De ambas andan sobrados los más pequeños de la casa. Sólo hay que aprender a utilizarlas y potenciarlas.

Ya lo dice Gabriel Rancel González en un poema recogido en el libro de Julio Concepción: "No hay juguetes de segunda/ ni juguetes de primera,/ para ser feliz jugando/ la ilusión es la que cuenta".

 


 


Este artículo fue publicado en Binter NT, en su número de diciembre de 2008.


 

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Comentarios
Lunes, 17 de Octubre de 2016 a las 16:03 pm - Hernan.calvo

#04 Que bien que la gente aga páginas para conocer la cultura

Jueves, 12 de Noviembre de 2009 a las 18:49 pm - Rosa

#03 si me alegro muchisimo asi los jovenes los sobran ;)

Domingo, 09 de Agosto de 2009 a las 15:15 pm - Contactar Inaki Arantzamendi villares

#02 Estimados Senores,

Quisiera ponerme en contacto con Inaki Arantzamendi Villares un collaboratore de ustedes.

Gracias de informarme como podre hacerlo.

Tal vez ud prodria dejarlo el recado de contactarme mediante mi direccion e-mail.

Le saluda atentamente

Reneylde Boulat

reneylde.boulat@yahoo.fr

Lunes, 30 de Marzo de 2009 a las 23:26 pm - orquidia

#01 es super saber q todovai hay personas q se acuerden de eso es parte de nuestra cultura