Revista n.º 1074 / ISSN 1885-6039

Lorenzo El Kíkere, componente de una raza con tradición

Martes, 23 de agosto de 2005
El Baleo, Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria, nº 28, junio de 2005.
Publicado en el n.º 67

La afición de don Lorenzo Peña Mascareño por los gallos finos nos ha dado la oportunidad de tratar uno de los aspectos quizás menos conocidos por la mayor parte del público, como son «las peleas de gallos».

Foto Noticia Lorenzo 'El Kíkere', componente de una raza con tradición

Nació nuestro personaje en la ciudad de La Laguna, en la Calle San Juan, hace setenta y dos años. La afición, y buena parte del conocimiento que tiene en cuanto a esta actividad lúdica, le viene de su padre -don Lázaro Peña González: «Maestro Lázaro el Kíkere»- que, al igual que él, fue criador y aficionado a los gallos de pelea. El tiempo que lleva como casteador lo ha dotado de un importante conocimiento, tanto de los animales como de la actividad que, de manera natural, ellos mismos realizan: «la riña».

Se trata de uno de los entretenimientos más antiguos y extendidos por el planeta, aunque no muy arraigado en determinadas sociedades. «Existe constancia de peleas de gallos en Canarias desde el siglo XVIII, en círculos nobles o adinerados que se abrieron algo más durante el siglo XIX en el que se popularizó este deporte, sobre todo en las capitales». Popularmente se cree que la afición a los gallos de pelea fue introducida en Canarias por los ingleses; sin embargo, en determinadas islas arraigó por la aportación cultural que trajeron algunos canarios emigrados a Cuba y posteriormente retornados a su tierra. En opinión de don Lorenzo: «es una afición muy antigua en todo el mundo (...)», tal es así que aún está muy latente en todos los países de Latinoamérica.

En relación a esta actividad existen varias confusiones perfectamente aclaradas por don Lorenzo Peña: “su instinto es pelear, no hay que echarlos pelear, no pueden estar juntos por naturaleza, se ven y se tiran a matar”. Otra de las confusiones está relacionada con la legalidad de estos enfrentamientos, no han estado prohibidos como actividad lúdica ya que no necesitan adiestramiento para que se produzca la riña, puesto que es impronta del ave; lo que sí se ha prohibido son las apuestas.

Además aclaró los siguientes conceptos:

Casteador: es la persona que cría los gallo (manejo, reproducción y mantenimiento).
Gallero: es quien los cuida y ejercita mientras están en la «casa de gallos».
Soltador: es la persona encargada de soltarlos en la pelea o de retirarlos en caso de alguna contrariedad, entre otras ocupaciones.
Casa de gallos o gallera: se trata de un lugar (corral, local, etc.) ya concertado, destinado a probarlos: «a ver si el gallo sirve o no». Allí son vacunados y desparasitados: «todo eso lo pagamos nosotros (...), no tenemos beneficios de peleas, el dinero recaudado en las entradas queda pa la casa de gallos, pa la comida, pal gallero» y, además, hacen ejercicio físico, una forma de entrenamiento para que los animales estén buena disposición: «en Tenerife hay varias casas gallos, en el norte y en el sur, antes había Garachico y en La Laguna en la calle Juan de Vera pero la quitaron».


TEMPORADA DE PELEAS. Los enfrentamientos entre los gallos comienzan el primer domingo del mes de febrero, aunque los gallos van a la gallera desde finales de diciembre: "por pascua se recogen en la gallera, allí los prueban y seleccionan, los que no sirvan se le devuelve al casteador”. Estas peleas se llevan a cabo los fines de semana, bien en sábado o domingo en diferentes locales acondicionados para tal fin. Finalizan a los cuatro meses, es decir, en el mes mayo.

LA RIÑA. La normativa que rige esta actividad es muy estricta; antes de comenzar la brega los animales son pesados, su peso se mide en onzas; estas no pueden ser inferiores a 3,10 ni superiores 4,7. Los gallos que se enfrentan deben tener exactamente el mismo peso, por tal motivo este acto se realiza en público: «a la vista de todos»; lo hacen los dos soltadores y los dos galleros (uno de da equipo) porque uno sujeta el animal y el otro realiza las tareas previas a la riña.

Posteriormente se les emparejan las plumas alrededor del cuello: «porque se ven más bonitos», después se le colocan las espuelas en su medida reglamentaria: «están hechas del mismo material que las propias uñas, tiene sus medidas, , no pueden ser mayores porque el que pierde es el gallo, porque no da»; les limpian el pico las patas y por último se bañan con una esponja empapada en agua: «se lavan antes de pelear porque antes le ponían alguna sustancia, algo picante (..) con la esponja que los bañan le dan de beber al gallo, si es venenoso se muere, por eso se bañan», así será evidente que su cuerpo no ha sido untado con sustancia tóxica alguna.

Una vez concluida la preparación, los soltadores se encargan de colocar a los animales en el espacio destinado al enfrentamiento; éste es de forma circular y debe estar vallado. El público estará colocado en las gradas (si las hay) o de pie, pero retirados de las vallas que delimitan el terrero le lucha.

En el supuesto de que se cometa alguna irregularidad (el gallo queda mal trincado por su contrincante y lo deje sin la posibilidad de defenderse...) es el soltador la persona encargada de retirarlos y suspender la pelea, aunque a veces se hace a petición del casteador.

En estos enfrentamientos no siempre hay un claro vencedor, muchas veces: «cuando ya llevan un tiempo peleando se quitan y es tabla». Cuando el gallo es bueno y por cualquier razón ha quedado herido o a criterio del casteador no lucha más, suele pasar a la reproducción, volver al corral a gallar huevos de gallina fina.

OTROS APARTADOS IMPORTANTES DE LOS GALLOS FINOS. Al margen de los enfrentamientos de esta especie avícola, existe toda una cultura relacionada con su crianza y características particulares. El color y tonalidades que conforman su plumaje, lo mismo que la disposición de su cola, da lugar a que reciban diferentes nombres como son: «colorado, giro, giro carey, giro pinto, pinto, melado, cenizo, jabado, gallino, retinto, semigallo, etc.».

Sus colores no determinan la valentía del animal, todos son perfectamente válidos: «los colores no tienen nada que ver pero la fama la tiene el gallino».

Su naturaleza agresiva ha sido aprovechada por muchos campesinos canarios para la defensa de su corral. Muchas veces le ponían huevos de gallina basta a incubar bajo una gallina fina, ésta los criaba como suyos y los defendía ante depredadores que, otrora, eran muy frecuentes como los cernícalos: “la gallina salió corriendo y hasta volaba atrás”.

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