Las características geomorfológicas de la isla tienen mucho que ver en la extraordinaria abundancia de cuevas habitables. Las cuevas naturales son comunes en terrenos volcánicos. En el interior de los diferentes tipos de coladas volcánicas se forman grandes bolsas de gases o tubos volcánicos que la erosión va dejando al descubierto, ofreciendo espacios naturales idóneos para ser habitados. Pero además, en nuestra isla, determinados episodios volcánicos muy explosivos dejaron hace millones de años estratos de un tipo de roca relativamente fácil de trabajar, que permitieron la existencia de un elemento cultural muy identificativo de Gran Canaria: la cueva artificial.
Los especialistas consideran la existencia de varias etapas en la ocupación humana troglodita de Gran Canaria. La primera, obviamente, se corresponde con el período de ocupación prehispánica, en donde la cueva, natural o artificial, constituía un aspecto cultural de primer orden. Además de en las casas de piedra, en las cuevas se vivía; pero también se almacenaban bienes, se guardaba al ganado, se realizaban prácticas religiosas y se descansaba tras la muerte: las cuevas de enterramiento son abundantísimas en la isla.
Foto: las Cuevas el Provecho, en el barranquillo de Mata, ocupadas hasta tiempos muy recientes (FEDAC)