Los ponentes analizarán episodios como la ordenanza aprobada recientemente en Santa Cruz de Tenerife contra la distribución del periódico gratuito Metro, los cada vez más cuestionados contenidos de la Televisión Canaria, el porqué de la cruzada independentista del periódico El Día, el desmantelamiento de TVE-C, el sospechoso criterio de reparto de las televisiones digitales, las prácticas de acoso y derribo contra profesionales libres como Ramón Pérez Almodóvar y José Manuel Castellano...
Son cada vez más los periodistas que hablan de autocensura, cuando no de asuntos "intocables" en los medios establecidos. En la Sala San Borondón se hablará del papel que juegan los escasos medios de comunicación (prensa y radio) libres, también de la trascendencia de internet como fuente de información y como vehículo de comunicación al alcance de millones de personas en todo el mundo.
Los periodistas reflexionarán sobre el proceso contradictorio por el cual en las sociedades avanzadas la población es objeto de un exceso de información que no tiene tiempo de asimilar, ni retener; ni analizar; y a ello se añade el sesgo con el que en muchas ocasiones se nos presenta la información, obedeciendo a intereses económicos o políticos de los grupos mediáticos.
El poder mediático, considerado el cuarto poder, en Canarias lo acaparan cada vez menos manos; en muchos casos son los grandes empresarios de la construcción los que más se han preocupado en los últimos años por ser accionistas mayoritarios en los consejos de administración sobre todo de televisiones privadas, como estrategia de presión determinante ante el poder político.
El tratamiento desigual que han dado los medios escritos de las dos provincias canarias al caso Las Teresitas es muy esclarecedor.
Algunas preguntas.
Alejandro Togores se ha preguntado en esta misma sala, no hace muchos meses, si la televisión pública canaria desempeña verdaderamente un servicio público o si es preciso reformular un nuevo modelo con contenidos democráticos más claros, que garantice la independencia y que tenga una financiación racional. Para muchos teóricos de la comunicación, los medios de comunicación públicos han de ofrecer contenidos informativos de calidad, libres, estimulando la industria cultural, desde lo local a lo general.
¿Por qué las televisiones -no sólo privadas, sino las públicas- programan tantos culebrones, reality shows, concursos de calidad cada vez más ínfima, tantos espacios relacionados con la prensa rosa o amarilla? ¿Por qué no hay espacio en las televisiones públicas para los debates de contenido político, social, económico... al alcance de todos, para divulgar los conocimientos sobre la realidad en la que vivimos? ¿Por qué no existen espacios culturales ni educativos? ¿Hasta dónde la libertad de expresión debe ceder paso a los principios y la ética? ¿Permitir la apología del fascismo es permitir el derecho a la libertad de expresión?
¿Habría que acotar en la televisión pública los ingresos comerciales, limitar el acceso al mercado publicitario y dejar de competir en el mismo entorno que las televisiones privadas, como abogan algunos profesionales de los medios?
Son cada vez más los periodistas que hablan de autocensura, cuando no de asuntos "intocables" en los medios establecidos. En la Sala San Borondón se hablará del papel que juegan los escasos medios de comunicación (prensa y radio) libres, también de la trascendencia de internet como fuente de información y como vehículo de comunicación al alcance de millones de personas en todo el mundo.
Los periodistas reflexionarán sobre el proceso contradictorio por el cual en las sociedades avanzadas la población es objeto de un exceso de información que no tiene tiempo de asimilar, ni retener; ni analizar; y a ello se añade el sesgo con el que en muchas ocasiones se nos presenta la información, obedeciendo a intereses económicos o políticos de los grupos mediáticos.
El poder mediático, considerado el cuarto poder, en Canarias lo acaparan cada vez menos manos; en muchos casos son los grandes empresarios de la construcción los que más se han preocupado en los últimos años por ser accionistas mayoritarios en los consejos de administración sobre todo de televisiones privadas, como estrategia de presión determinante ante el poder político.
El tratamiento desigual que han dado los medios escritos de las dos provincias canarias al caso Las Teresitas es muy esclarecedor.
Algunas preguntas.
Alejandro Togores se ha preguntado en esta misma sala, no hace muchos meses, si la televisión pública canaria desempeña verdaderamente un servicio público o si es preciso reformular un nuevo modelo con contenidos democráticos más claros, que garantice la independencia y que tenga una financiación racional. Para muchos teóricos de la comunicación, los medios de comunicación públicos han de ofrecer contenidos informativos de calidad, libres, estimulando la industria cultural, desde lo local a lo general.
¿Por qué las televisiones -no sólo privadas, sino las públicas- programan tantos culebrones, reality shows, concursos de calidad cada vez más ínfima, tantos espacios relacionados con la prensa rosa o amarilla? ¿Por qué no hay espacio en las televisiones públicas para los debates de contenido político, social, económico... al alcance de todos, para divulgar los conocimientos sobre la realidad en la que vivimos? ¿Por qué no existen espacios culturales ni educativos? ¿Hasta dónde la libertad de expresión debe ceder paso a los principios y la ética? ¿Permitir la apología del fascismo es permitir el derecho a la libertad de expresión?
¿Habría que acotar en la televisión pública los ingresos comerciales, limitar el acceso al mercado publicitario y dejar de competir en el mismo entorno que las televisiones privadas, como abogan algunos profesionales de los medios?