Esta iniciativa de rescate etnográfico tiene su origen en la labor de dinamización del medio rural llevada a cabo por el Área de Agricultura del Cabildo de Tenerife, centrándose este acto en la revalorización patrimonial desde los municipios de Santiago del Teide, El Tanque y Garachico, con la participación de personas de dichos municipios además de los de Guía de Isora, Adeje o Los Realejos, exactamente en Icod el Alto. De este entrañable núcleo rural procede una economía que ayudó al sustento de sus poblaciones y que, en la actualidad, totalmente extinguida, conserva un grato recuerdo tanto para los icolateros como para el resto de la isla, como fue el trabajo de los Cochineros. Estas personas recorrían la isla vendiendo, o a veces intercambiando, cochinos por otros animales durante días o incluso semanas, llegando hasta los más recónditos lugares, facilitando la carne que abastecía los hogares tinerfeños. Actividad que no siempre era compensada por el frío u otras vicisitudes que sus protagonistas tenían que sufrir para recorrer la geografía insular a lomo de bestias, caballos, mulas, burros, etc.
El trabajo de las artesanas de Arguayo, con la loza, las pescadoras que ascendían con la frescura de sus productos desde la misma orilla del mar hasta los lugares más insospechados, son un reflejo del tremendo trabajo y esfuerzo que suponía mantener la economía familiar, no perdiendo de vista un contexto de pobreza, dispersión o falta de transporte, que se veían compensados por un espíritu encomiable y una enorme capacidad de sacrificio. Precisamente este espíritu es el que se pretende homenajear en este acto, ahora de carácter lúdico, pero que entre las miradas de algunos de los participantes puede dejar entrever mucha nostalgia y a veces tristeza.