Se acercan las doce del mediodía y llega ese momento en el que, tras saludos, abrazos y besos, nos vamos colocando en la escalinata del frontis de la iglesia.
Ya son las doce en punto y con el repique de campanas y voladores, hacemos sonar con toda nuestra emoción y fuerza nuestros tambores y caracolas..., tuntuntuntuntún, tun, tun, tuntuntuntún, tun tun, dando así comienzo a nuestra Fiesta de Las Marías.
Subiremos a la montaña de Vergara y bajaremos, como todos los años, con nuestras ramas, haciendo sonar nuestros bucios y tambores. Bailaremos La Rama junto a la ermita de San Roque al ritmo de la banda, con temas por todas y todos conocidos, en compañía de los papagüevos, hasta llegar al frontis de la iglesia matriz, donde nos espera, vestida de verde, La Virgen de Las Marías. Posteriormente entraremos en el interior del templo, agitando las ramas de pino y eucalipto, como si de un ensayo coral se tratara, tuntuntuntún, tun, tun, tuntuntuntún, tun, tun.
Adornaremos las fachadas de nuestras casas y nuestros balcones con traperas, frutos, flores y cachivaches.
Ya es domingo y despertaremos con el ruido de voladores y el sonido de las campanas a ritmo de la tonada de los tambores: tuntuntuntún, tun, tun, tuntuntuntún, tun, tun.
Comienza un nuevo día, engalanaremos nuestras carretas y las llenaremos de ricos alimentos y bebidas. Oiremos el tintineo de las campanillas de las yuntas de bueyes en su paseo anunciador por el pueblo.
Nos vestiremos con nuestros mejores trajes limpios y planchados.
Ya son las doce y después de la misa, La Virgen asoma por el pórtico de la iglesia en una nube de confeti, simulando aquella plaga de langostas que asoló los campos de cultivos, hace más de 200 años. La acompañaremos en procesión por las calles del pueblo y luciremos nuestros tambores adornados con flores de mundo y de nuestro campo y tocaremos la incansable tonada: tuntuntuntún, tun, tun, tuntuntuntún, tun, tun. Y soplaremos nuestros bucios lo más fuerte que podamos y la emoción nos permita.
Abriremos nuestras casas para recibir a amigas, amigos e invitadas e invitados y veremos pasar la romería con sus parrandas y bailes y las carretas tiradas por bueyes.
Y pasaremos junto a La Virgen con bailes y cantos y nos haremos la foto de rigor a sus pies.
Finalmente, la despediremos con una traca ensordecedora, para acto seguido, en el interior de la iglesia, volver a sonar las caracolas al unísono, a modo de éxtasis colectivo..., y esperaremos con ilusión y esperanza la Fiesta del próximo año.
Alfredo Betancor