La víspera y madrugada del Día de Todos los Santos (1 de noviembre, al que sigue el Día de Difuntos) históricamente se ha celebrado en el Archipiélago como la Noche de Los Finados. Muchas costumbres vinculadas a esta fecha se perdieron en las últimas décadas del siglo XX y los más jóvenes las sustituyeron por Halloween, tradición céltica llegada a Canarias en su vertiente más comercial y menos religiosa a través de la influencia cultural mediática de Estados Unidos.
Luján González Izquierdo, presidente de la asociación vecinal La Voz del Valle de Taganana, relata en este documental del Programa Enseñas Patrimonio cómo se vivía y se vive en estas fechas en este pueblo de Anaga (Tenerife), donde intentan rescatar, con profundo sentido de su identidad, algunas costumbres de Finados.
En la doctrina católica, el Purgatorio es el lugar donde, con sufrimiento, las almas redimen sus pecados antes de llegar al Cielo, y, según este ritual, mediante velas encendidas (con aceite o cera) y rezos se les ayuda a superar este difícil tránsito. Así resuenan aún los ecos de este ritual en Taganana, según nos cuenta Luján González, él mismo artífice del rescate de patrimonio cultural en este abrupto macizo montañoso de Tenerife.
En su memoria relumbra un recuerdo infantil: "Al no haber luz eléctrica el cementerio resplandecía de tantas luces que encendía la gente por las almas de sus difuntos".
Una de las tradiciones más curiosas es la de los monaguillos que recorren el pueblo de casa en casa recitando este cuarteto: ""Angelitos somos,/ del cielo venimos/ y con la paz de Dios/ limosna pedimos". Uno de los niños lleva una cruz, otro un hisopo y un acetre con agua bendita, otro el aceite, otro una campanilla que va resonando por calles, caminos y veredas, y un quinto una alcancía en la que los vecinos depositan unas monedas. Antiguamente esos monaguillos se encargaban de doblar las campanas horas y horas desde el Día de Todos los Santos hasta el de Difuntos; aunque hoy ya solo se tocan unas horas en ambas jornadas.
"Cada toque de campana recuerda que hay que rezar por los difuntos, por las almas que estaban vagando sin encontrar su camino, por las ánimas benditas del purgatorio", explica Luján, que fue en su niñez uno de esos monaguillos y lleva, por tanto, en su interior el sonido del bronce golpeado por el badajo invadiendo el silencio de este abismal valle.
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DIRECCIÓN: Programa Enseñas Patrimonio
GUION, IMÁGENES Y EDICIÓN: Vicente Pérez Luis