Revista n.º 1094 / ISSN 1885-6039

El Rancho de Ánimas de Arbejales pierde a José Rivero (incluye VÍDEO)

Sábado, 22 de marzo de 2025
Redacción BienMeSabe
Publicado en el n.º 1088

Conocido por José el Cubano, fue guardián de esta tradición centenaria durante toda su vida y, a lo largo de 28 años, estuvo al frente del Rancho. Le conmovía la emoción que provocan las coplas cantadas, lo que manifiesta su arraigada creencia en las ánimas.

José, el Cubano, ranchero mayor del Rancho de Arbejales

El Ayuntamiento de Teror (Gran Canaria) lamenta la pérdida del que fuera ranchero mayor del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror hasta el pasado mes de noviembre de 2024, José Rivero Viera, más conocido por José el Cubano, que ha fallecido este jueves 20 de marzo tras una enfermedad. José Rivero fue ranchero mayor durante 28 años de forma oficial, más algunos años previos colaborando con otros rancheros mayores. Y durante toda su vida fue guardián de esta tradición centenaria. Proveniente de una familia vinculada al Rancho de Ánimas, estuvo en contacto desde su niñez con el Rancho de Ánimas de Arbejales. Como ranchero mayor dejó una huella que perdurará por su abnegado trabajo durante tantos años como organizador de las Salidas/Pedidas, encargado de administrar las cántigas para que ningún limosnero se quedara sin atender, contar el dinero y entregarlo en la parroquia correspondiente previo recibo, etc.

El Rancho de Ánimas aseguraba antes de la «jubilación» de José Rivero que «las cantidades de dinero que se han conseguido durante su mandato (alrededor de los 10 000 €/año) no hubieran sido posibles sin su esmero y voluntad. La deuda de este grupo y la tradición de los Ranchos de Ánimas con José es impagable». Con la pérdida de José Rivero, el Rancho se queda huérfano de unos de sus componentes más veteranos y que tanto hizo para que esta tradición sobreviviera y alcanzara recientemente su declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial en 2025.

Una de las salidas del Rancho de Arbejales-Teror con José Rivero presente

JOSÉ RIVERO VIERA

(del libro Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror. Guardianes de una tradición, 2008)

José el Cubano nace el 27 de agosto de 1952 en La Majadilla, lugar donde ha residido siempre. Hijo de Adán Rivero Déniz y de Claudina Viera Déniz. La mayoría de sus ascendientes familiares son originarios de La Majadilla. Es nieto de Eulogio Viera, también presente en el Rancho y hermano a su vez de Justo Viera, ambos hijos del destacado personaje que centró la vida del colectivo hasta los años treinta del siglo XX, Pedro Viera Sánchez, y del cual se considera heredero puesto que José sigue manteniendo la presencia del apellido Viera.

Aunque acudió a la escuela de San Isidro hasta la edad de 12 años, se puede decir que José ha sido agricultor, ganadero y marchante toda su vida. En 1973, ya con 21 años, realiza el servicio militar a caballo entre Gran Canaria y Tenerife, lo cual le dificultó en parte acompañar al Rancho en alguna de sus salidas. Cuando su padre fallece todavía no llevaba dos años de noviazgo, y acabó su casa para luego contraer matrimonio con María Teresa González Montesdeoca, con quien tiene dos hijos: el varón participó en el Rancho unos años siendo niño. Agricultor y ganadero en activo, José suele acudir con su ganado a numerosas ferias y romerías de Gran Canaria.

Apenas contaba cuatro años y era habitual que en aquel tiempo el Rancho cantara en casa de su abuelo, en La Majadilla. Es esta vivencia inicial la que marcará toda una vida de vinculación permanente a esta tradición. Considera la manifestación del Rancho como un hecho tan extraordinario como sorprendente, en el sentido de tener conocimiento del mismo desde su niñez cuando no había en el entorno inmediato nada parecido, fiesta u otro tipo de ocio. Una tradición que centraba la vida de la gente de la zona como acto de participación social y a la vez religioso.

En lo personal le conmueve el sentimiento emotivo que provocan las coplas cantadas, lo cual pone de manifiesto una arraigada creencia en las ánimas. Entre finales de los años 50 y a lo largo de los 60 del siglo XX, inicialmente como vivencia en el seno familiar y posteriormente incorporado plenamente al mismo, transcurre una experiencia vital que conecta directamente con el más genuino Rancho en toda su funcionalidad y que le ha permitido vivirlo en primera persona e igualmente ser testigo del trato, la entrega, de una forma de entender y estar en el Rancho. Esta marcada experiencia parece impregnar su labor actual de ranchero en un una mezcla de sacrificio y responsabilidad con una tradición secular. Colaborador directo del Ranchero José Ramos, conoció aquella generación de hombres mayores ya desaparecidos, y de otra época distinta. Su mente evoca nombres como los de Antonio Valbanera, Fermín Macho (Fermín Cárdenes), Juan Bandola, Antonio Sánchez, Pedro Herrera, los de la Madrelagua, etc.

José Rivero con timple y la talega inseparable en primer plano

Ha sido testigo de las tensiones vividas en el seno del grupo y que en la práctica nunca llegaron a impedir la continuidad de la tradición. Disconformidades que en buena parte afectaban a las relaciones personales de algunos de sus miembros y que se dirimían con el cambio de ranchero en algunas ocasiones, en otras ausentándose temporalmente la persona afectada. En la medida que el tiempo borra los malos recuerdos y las heridas se cicatrizan, las relaciones se restablecían porque las ánimas siempre prevalecían sobre otros problemas que surgieran. Este bagaje personal, unido a su carácter serio y responsable, le han conferido las cualidades necesarias para que se le propusiera como ranchero desde 1996 (a los 44 años) hasta la actualidad, y cuyo liderazgo está plenamente consolidado en el Rancho.

Sus compañeros destacan de él su gran capacidad para captar y reunir limosnas. En definitiva, la estima y consideración que se le tiene, viene dada porque desarrolla un trabajo sacrificado, y porque además se ocupa de llevar el Rancho. Esta función de ranchero la comparte con su compañero Jesús Quintana. José se encarga de la custodia de la alforja, los instrumentos, preparar las salidas, prever las cenas, organizar el pedido de la limosna, con la colaboración de todos. Representa al Rancho ante terceros, digamos que ejerce como administrador. Cuando están reunidos durante la cantiga, recoge la limosna que le dan y manda a sus compañeros a cantar. Otra de sus misiones es custodiar la limosna recogida y entregarla en la parroquia correspondiente, las cuentas también las lleva o supervisa Jesús Quintana. Aunque en otro tiempo no siempre fue así, hoy José es el portador de la alforja en la que se guardan algunas pertenencias. Al ranchero se le hace difícil faltar porque debe organizar toda la actividad que gira en torno al Rancho.

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