Pocos recuerdan ya en Canarias el significado de la palabra sahumerio que, según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, consiste en la “acción y efecto de sahumar", verbo que define como "dar humo aromático a algo con el fin de purificarlo o para que huela bien”.
En Canarias se realizaban los sahumerios con diferentes hierbas, flores y hojas para generar humo aromático, para perfumar el ambiente en algunas situaciones o lugares cerrados y poco ventilados como iglesias, velatorios o lugares de culto; también eran utilizados en los hogares. En realidad, el sahumerio sigue estando presente en la sociedad de una manera menos tradicional y más comercial en forma de pequeñas varitas delgadas con exóticos aromas que se queman en los hogares.
Ya son pocos los que utilizan nuestras hierbas para realizar los sahumerios y uno de esos es Vicente Díaz Melián, que se presenta como hierbero y del que llama profundamente la atención, nada más verlo, su cuidado atuendo y su original manera de llevar las ramas y plantas aromáticas; es persona preocupada por mantener las tradiciones y, por tanto, se molesta con las costumbres importadas. Amigo de sus amigos y colaborador en todo momento, este último hierbero sigue dando olor a nuestras fiestas y romerías.
Aparte de su relación con los aprendizajes de Jorge Cruz, Vicente comenta que aprendió con Enrique Cáceres, un conocido hierbero de Arucas que vivió muchos años en Gáldar y al que quiso homenajear, tras su muerte, yendo a las romerías con sacos cargados de hojas de eucalipto, romero, poleo, hierbaluisa... y un cesto para el sahumerio. Aunque -según nos comenta- “no era tradición sacar el sahumerio fuera de las casas", lo lleva a las romerías como un signo de identidad propia y como una manera de que la tradición no se pierda y pueda ser dada a conocer.
Díaz Melián cuenta que el sahumerio se usaba, antiguamente, para limpiar, ambientar y perfumar las casas. Era habitual que los mayores aprovecharan las brasas después de comer para perfumar con eucalipto y romero, cerrando ventanas y puertas para conservar el olor; y también era costumbre que, después de un entierro, se quemaran algunas hierbas para limpiar la casa en que se había velado al muerto. Igualmente, era tradición que en los hogares se tuviera romero como planta positiva y ruda como receptora y neutralizadora del mal, y durante las enfermedades se usaba el eucalipto para abrir los bronquios. El sahumerio se utilizaba también para perfumar la ropa que se colocaba en una cesta puesta al revés. La gente con pocos recursos usaba el romero, mientras que los más pudientes empleaban para la ropa fina y los pañales la flor de lavanda o alhucema, que se vendía en las boticas. Vicente añade que, en el Valle de Agaete, se daban golpes a los troncos de los almácigos para sacar pequeñas bolas de resina que, al ser quemadas, producían el mismo olor que el incienso de las iglesias.
Como podemos ver, el oficio de hierbero es complejo y hereda conocimientos de la sabiduría popular que han estado presentes en nuestra cultura y tradiciones durante generaciones, que han sido utilizados por los antiguos boticarios y hoy por las grandes farmacéuticas. Sólo hay que esperar que Vicente, al que agradecemos su amabilidad y predisposición con BienMeSabe.org, siga conservando esta antigua tradición y que surjan otras y otros que sepan aprender y difundir sus saberes. Nuestra revista también agradece a Juan Agustín Pérez y Pérez por su texto y fotos sobre Vicente en su libro Fiestas Canarias, editado por Turquesa Publicaciones.