Revista n.º 1105 / ISSN 1885-6039

La Nueva Literatura Canaria: el reflejo de una identidad por y a pesar de las Islas (y III)

Viernes, 7 de febrero de 2025
Lucía Suárez Afonso
Publicado en el n.º 1082

Aida González Rossi, Meryem el Mehdati, Nicolás Dorta, Marcos Dosantos y Lana Corujo: voces de resistencia que se materializan en narrativas y estilos que nada tienen que ver, sino en el reflejo de los efectos de la nueva sociedad canaria en los cuerpos.

Fragmentos de portadas de nuevas narraciones canarias

La producción literaria en las Islas Canarias no es algo nuevo; sin embargo, el alcance de la literatura isleña a nivel nacional –incluso internacional– sí que lo es. Lo ha conseguido una nueva corriente, más natural y más cruda, que busca representar de forma realista la vida en Canarias a través de la recuperación de las voces de las generaciones más tradicionales para hacer frente a los mitos de las islas como paraísos turísticos.

Fue Andrea Abreu quien abrió el camino en 2020, con Panza de burro, a una nueva generación de jóvenes escritores que encuentran su salvación y su ahogo en las Islas. Una literatura que pide rescate de los límites de estos montones de tierra volcánica y que a su vez lucha por mantener la posibilidad de quedarse. Aida González Rossi, Meryem el Mehdati, Nicolás Dorta, Marcos Dosantos y Lana Corujo son algunos de los ojos literarios más importantes de las Islas en este momento. Voces de resistencia que se materializan en narrativas y estilos que nada tienen que ver, sino en el reflejo de los efectos de la nueva sociedad canaria en los cuerpos.

Panza de burro llegó a la Península para borrar esa idea de Canarias como sol y playa. Así como, desde el punto de vista comercial, para llamar la atención de las editoriales hacia esta nueva corriente literaria canaria. La llegada de estos libros al continente europeo es un contraste de realidades, una metáfora de todos aquellos jóvenes canarios aspirantes a artistas que para desarrollarse tienen que abandonar las Islas. Ser canario en la Península es visto como una contradicción, pues esta tierra, desde fuera, es un paraíso. Pero a la hora de la verdad son muchas las realidades precarias del Archipiélago, realismo crudo que queda  reflejado en este nuevo grupo de obras literarias. “Mostrar esta cara de Canarias es mucho más natural, ya que es mi única visión”, contó Andrea Abreu en una entrevista para Condé Nast sobre Panza de Burro, una novela que tiene lugar en Icod de los Vinos, donde se crió la autora.

Novela de Marcos Dosantos

El trabajo de los editores ha sido fundamental para el impulso de este movimiento. La perspectiva canaria y el atrevimiento de Sabina Urraca para lanzar obras de este nivel de disrupción sin dar explicaciones al respecto –ni siquiera con un glosario canario– ha contribuido a fijar el rumbo y abrir la veda a nuevos autores para reivindicar su canariedad a través de su narrativa. Una canariedad que puede ser variable y que no es común a todos los escritores. Marcos Dosantos defiende en Cuadernos del Subtrópico Norte que “no hay ninguna forma de ser canario”, una de las ideas que se repiten en general en este grupo literario mediante el recurso de dejarlo al aire. Aun así, coinciden inevitablemente en ciertos aspectos que forman parte de la conciencia colectiva canaria construida sobre las últimas décadas y que incumben principalmente a esta generación.

El turismo y Canarias son dos conceptos que llevan mucho tiempo ligados, aunque las tensiones entre el pueblo y el gobierno e inversores han crecido exponencialmente en los últimos años. En ese sentido, Andrea Abreu abriría la puerta al debate de la insostenibilidad del modelo turístico a partir de su novela, pues la simple representación de los espacios que los canarios no pueden ocupar desde inicios de los 2000 –años en los que se sitúa la novela– comienza a empujar el muro de sol y playa que rodea a Canarias del archipiélago hacia fuera.

La frustración de los espacios será uno de los elementos comunes de esta generación. Canarios que se van fuera y cuando regresan ya su tierra no es igual. Niños que han crecido en espacios construidos para otros. Infancias aisladas en lo rural. Una identidad canaria colectiva que se crea de forma paralela a la llegada masiva de culturas que construyen para sí en lo que antes era canario. Se encuentra la resistencia en lo que va quedando. Dentro de la literatura, esto se ve de forma clara en el lenguaje, en las palabras canarias rescatadas de lo más profundo de lo rural de Panza de burro o en la prosa cruda e hiperrealista de Aida González Rossi en Leche condensada. Quizá uno de los elementos más sorprendentes y diferenciales de esta corriente regional es el rescate de las voces de las abuelas. Los jóvenes autores buscan una resistencia que se encuentra en las tradiciones y la oralidad antigua, que reflejan en personajes, para hacer frente a los mitos sobre las Islas que coexisten ya entre los propios canarios en algunas zonas. Todo esto a través de una cercanía que permite al lector identificarse con el relato a través de la narración del fenómeno de las primeras infancias con internet.

Primera obra narrativa de la conejera Lana Corujo, 'Han cantado bingo'

Se reivindican las identidades canarias nuevas, configuradas en individuos que alguna vez han salido o han querido salir de aquí. Canarios que han tenido que buscar la forma de compaginar sus orígenes con un desarrollo personal y profesional que desde su tierra no era posible. Sin referentes cercanos y una perspectiva que han encontrado fuera de las Islas, hoy se mueve esta narrativa inevitablemente decolonial y reivindicativa de todas las minorías. Migración, precariedad, infancias queer o sistemas de poder son los ejes fundamentales de estas obras que están reconstruyendo ahora la realidad de los que crecieron en el Archipiélago a inicios de siglo. Los mismos que, sin querer –o queriendo–, han reflejado en su obra el desarrollo de una de las mayores problemáticas sociales de Canarias desde el comienzo, a través de personajes condenados al trabajo para el modelo turístico.

Una generación de escritores que para defender su tierra hoy ha recurrido a la narración de la fealdad realista de las cosas contra los mitos paradisíacos, un acto de desesperación movido por el miedo a que todo se vuelva turístico. Esta nueva literatura es el reflejo de una identidad forzada que ha surgido a partir de aferrarse a lo que queda de canario en Canarias y que no ha tenido otro remedio que configurarse contraria a las identidades invasoras de la tierra.

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