Revista n.º 1069 / ISSN 1885-6039

Pregón de las Fiestas de la Virgen del Rosario 2024. La Goleta (I) (incluye VÍDEO)

Lunes, 23 de septiembre de 2024
David Cabrera Guillén
Publicado en el n.º 1063

El pasado viernes 13 de septiembre, en la emblemática Fachada del Labrante del popular barrio de La Goleta (Arucas, Gran Canaria), se llevó a cabo el emotivo y significativo pregón de las fiestas de este año. Su autor fue el hijo del lugar David Cabrera Guillén.

David Cabrera Guillén en la lectura del pregón (foto: Gabriel Jiménez)

En el barrio canario, al menos en las sociedades insulares que hasta no hace mucho conocíamos, se ejercía la vida de carne y hueso, la vida creíble, la vida palpable... En un espacio más o menos delimitado, más o menos familiar, se criaba el niño, la joven, la adolescente entre otros chicos, vecinas y mayores. La anécdota y la profundidad eran parte del contenido y el oxígeno que iban marcando los itinerarios de cada cual; la familia cercana, los vecinos de al lado o de enfrente, los personajes del lugar; sus rincones, o los márgenes espaciales no muy lejanos, dibujaban un limitado mundo que preparaba -muchas veces con precariedad y necesidad, pero temblorosamente- para saltar al círculo siguiente de los más grandes y ruidosos núcleos poblacionales, al salto mortal hacia la ciudad, hacia las capitales...

En estos barrios fuimos e hicimos casi de todo, y en ellos descubrimos los primeros signos del amor y la confianza, del peligro, de la rabia, de la pérdida, de la maravillosa alegría, de lo inesperado también, de la amistad y los afectos, de la envidia, la bondad y los celos... El barrio canario ha sido la cuna de los deportes de equipo, la cuna de los valores creíbles, la cuna también de tantos dolores por la escasez a la par que de la solidaridad entre vecinas y vecinos cuando se necesitara... El barrio canario ha sido, indudablemente, nuestra columna vertebral...

No existe la historia canaria sin el barrio y sin los rostros de cada uno de sus miembros, de la mayoría de su gente común... El de La Goleta de Arucas es uno de esos perfiles concretos y llamativos de nuestros cercanos colectivos donde se ha hecho y se sigue haciendo la existencia cara a cara, a pesar de las sobreabundantes y abrumadoras nuevas tecnologías. El pregón que hoy presentamos acerca la maravilla de los rostros concretos y los nombres de tantas de sus gentes, sobre todo de aquella que marcó y ha marcado la vida de este singular lugar del municipio norteño grancanario durante las décadas finales del siglo XX y los comienzos del XXI.


Queridos vecinos y vecinas del barrio de La Goleta.

Amigos y amigas que hoy nos acompañan.

Aunque suene a tópico, es para mí un inmenso honor estar delante de todos ustedes aquí esta noche. Creo que ha sido uno de los regalos más especiales que me hayan hecho nunca. Aún tengo dudas de si soy merecedor de este ofrecimiento...

En primer lugar, quiero agradecer a la Comisión de Fiestas Virgen del Rosario de La Goleta por haber pensado en mí para pronunciar este pregón. Les cuento cómo fue... A mitad de mayo, Abel Pérez, presidente de la Comisión de Fiestas, me mandó un mensaje privado diciéndome que tenía que hablar conmigo. En un primer momento pensé: "este muchacho está en edad de casarse y me va a preguntar algo sobre fotos de bodas". Pero al día siguiente recibo un mensaje suyo de Whatsapp en el que me dice que la Comisión de Fiestas se había reunido y me habían propuesto como pregonero. Que buscan a alguien que reúna tres condiciones: que sea de La Goleta, que sepa contar historias y que haya hecho cosas por el barrio. Creo que le respondí dos veces que sí, porque pensé que se habían confundido, y aunque lo que celebramos hoy aquí es el inicio de las fiestas en honor a Nuestra Señora la Virgen del Rosario, invoqué a otra santa, y le dije a Abel: Santa Rita Rita, lo que se da… no se quita.

Después de recibir la noticia, aún sin terminar de creérmelo, llamé inmediatamente a mi madre para contárselo. Aprovecho este momento para agradecer la presencia de mi familia, especialmente a mi madre, a la que le dedico este pregón. Y quiero dedicárselo a ella, no sólo por ser la mejor madre del mundo, sino por ser también una luchadora, como otras muchas mujeres y hombres de La Goleta que han batallado contra una complicada enfermedad, y que además han enseñado a sus hijos y a sus nietos los verdaderos valores de pertenecer a un barrio tan singular como el nuestro. Te queremos mucho, mamá. A mis hermanas Leticia y Coralia y mis cuñados José Antonio y Samuel, y a mis sobrinos, Pedro, Julia y Cloe, y sobre todo a mi mujer, Alma, a la que trato de explicar cada día lo que significa ser de La Goleta, aunque a veces se haga un lío con los nombretes de mis amigos. Y a todos ustedes, amigos y amigas, familia, que hoy han querido acercarse a este lugar, conocido como la Fachada del Labrante, a escuchar algunas historias, tal y como me pide la Comisión de Fiestas.

Panorámica de La Goleta (Arucas), por David Cabrera

Introducción

Ustedes saben que los pregones no van del barrio, ni de su historia, ni siquiera de las fiestas. El pregón generalmente habla de uno mismo, de las anécdotas vividas entre estas calles, y que desafortunadamente ustedes van a tener que aguantar esta noche. Les pido disculpas de antemano por ello.

Por mi desempeño profesional, como técnico de turismo, son muchas las veces que he tenido que hablar en público, pero créanme que la responsabilidad que siento hoy no la había experimentado nunca. Intentaré estar a la altura de lo que ustedes merecen, y que sean cómplices de estas historias que les voy a contar a continuación, que no es más que un resumen de lo que mi memoria, próxima ya al medio siglo, recuerda con emoción y nostalgia. De las andanzas vividas desde que era un niño entre estas calles y callejones, junto a la iglesia, sobre los muros y las cuevas de la presa y el Tiro Pichón, o en el añorado Club. También en la cancha (cuando sólo era La Cancha y no existía un pabellón cubierto), pasando por el callejón de la panadería (donde el olor del pan de Pepito te recibía nada más bajar sus desordenadas escaleras); o más cerca de mi casa, en el callejón del Torreón (donde vivía y nos cuidaba como si se tratara de tu propia abuela nuestra querida Susanita).

Para la Comisión de Fiestas es importante que el pregonero sea alguien de La Goleta. Me presento entonces, sobre todo porque la gente joven del barrio no tendrá muchas referencias sobre mí. Mi nombre es David Cabrera Guillén y nací y viví en La Goleta hasta los 27 años. Dicho así pocos datos aporto, pero la cosa cambia si les digo que soy hijo de Pedro Cabrera y de Carmencita Guillén, nieto por parte de madre de Rafael Guillén y María del Carmen Perera, que tuvieron un bar y una tienda de aceite y vinagre durante seis décadas en el número 89 de la calle Obispo Pildain. Soy biznieto también, por parte de madre, de Conchita González y Rafael Guillén y de Rufinita Medina y Miguel Perera, todos ellos vecinos de La Goleta. Créanme que no pasa un solo día de mi vida que no me sienta orgulloso de pertenecer a este maravilloso barrio.

El pregonero y su familia

Mi patria es la infancia

Me recordaba hace algunos días mi amigo y profesor Ramón Díaz una frase del poeta austriaco Rainer Maria Rilke, que viene a decir que la verdadera patria de un hombre es la infancia. De hecho, el piloto y escritor francés Antoine de Saint-Exupery, autor de El Principito, afirmó que la infancia es la patria de todos. No puedo estar más de acuerdo. Reconozco como mi verdadera patria la infancia que viví en La Goleta. Una infancia feliz, en la calle, con mis amigos, muy diferente a las costumbres familiares actuales. Nunca he creído en patrias físicas ni en banderas. Por mi manera de ver el mundo la patria son las personas, por lo que ustedes, la gente de La Goleta, son mi verdadera patria. Añado también, como complemento a mi visión, las palabras del cantautor Rubén Blades que dice que patria son tantas cosas bellas.

Por esa razón, quiero que se entienda este pregón como un homenaje al barrio de La Goleta, pero no a sus calles, ni a las casas, ni siquiera a la piedra que tan maravillosamente tallaron los labrantes. Mi intención es que sea un verdadero homenaje a nuestra gente, a los vecinos y vecinas, que no sólo para mí, sino para muchos de nosotros, representan los valores del esfuerzo y de la historia de este barrio, al menos la que yo he vivido y recuerdo. Ya adelanto mis disculpas de todo corazón a las personas que, sin quererlo, olvidaré nombrar, porque es prácticamente imposible mencionar a todas y todos los que merecen un reconocimiento... Seguro que dentro de la memoria colectiva del barrio siguen protagonizando buenos recuerdos.

Como guía de turismo, les voy a proponer una ruta guiada por los recuerdos de un niño que fue creciendo quemando etapas y madurando poco a poco entre estas calles, junto a mi familia, mis amigos y mis vecinos. Les invito a realizar este viaje y a sentirse cómplices de estas historias. La historia de mi patria verdadera, de la gente mi barrio.

David Cabrera y amigos de infancia en el local del CD Goleta

Los protagonistas de esos primeros años de existencia en el barrio son mis amigos y mis amigas, a esos que no recuerdas cuándo los conociste, simplemente siempre han estado ahí. Mis queridos Ángel Gustavo, Rodrigo, Antoñito, Jorge, Fabián, Sergio, Guzmán, Manolo, Eva, Ángela, Mari Pino, Eduardo, Ulises, Víctor Felipe, Lucas, Iván, Víctor el Paisa, Juan Daniel, José María (el de Rita) y José María (el Panadero), al que le deseo desde aquí mucha salud y le mando un gran abrazo; y mis primos, Óliver y José Miguel y, sobre todo, una mención muy especial para nuestro añorado Gerardo (DEP), que sigue presente en nuestros recuerdos. Por supuesto, esa lista podría ser mucho más extensa... Va desde aquí mi pequeño homenaje y agradecimiento a todos ellos y ellas por seguir siendo exactamente eso, GRANDES AMIGOS. 

Fueron miles de horas jugando, peleando, haciendo travesuras, incluso llegamos a correr delante de Juanillo el Podrío y de Silvestre el Barrendero cuando les hacíamos alguna maldad propia de los niños, poniendo a prueba la paciencia de unos padres que, sin redes sociales ni Whatsapp, nos tenían controlados en todo momento. Había veces que la travesura no había terminado y tu madre ya se había enterado. Existía como una especie de bluetooth del chisme que se conectaba sin fallo con las madres. Lo sabías porque cuando llegabas a tu casa te esperaba junto a la puerta un interrogatorio que no duraba más de dos preguntas hasta que finalmente confesabas los “delitos” cometidos.

David Cabrera y el primo Miguelillo (José Miguel Perera) con Silvestre delante del Bar Guillén

El fútbol en la calle

Como la mayoría de los niños de aquellos años, el fútbol era la primera actividad deportiva que practicabas. Era un fútbol diferente al actual, entre amigos, en campos donde las piedras superaban a la tierra. Recuerdo mi primer equipo, Los Diablos, totalmente aficionado. Jugábamos en el Tiro Pichón bajo la tutela de algunos chicos mayores del barrio que ejercían de entrenadores, como Juan Carlos Ojeda (que posteriormente sería un gran jugador del CD Goleta), Pepito Rodríguez (luego estuvo más vinculado al baloncesto) y sobre todo José Juan y Julio Jiménez, responsables de unas camisetas violetas que publicitaban la empresa familiar Muebles Jiménez.

Cada día cruzábamos el muro de las Presas del Pinto hasta llegar a los pinos, la zona arbolada que hay justo enfrente del barrio de La Goleta, muy cerca de La Fula y del Lomo Tomás de León. Fue uno de los primeros contactos con la naturaleza y con el patrimonio, aunque por aquel entonces no teníamos mucha conciencia de lo que significaban ambas cosas. Fue un tiempo feliz, de correr y jugar entre pinos y tabaibas, de caminar entre acequias, riegos y cantoneras, de escalar y trepar por las cuevas del Tiro Pichón y de subir y bajar las peligrosas escaleras del muro de la presa; incluso de reptar por una antigua y estrecha galería de agua que hoy por hoy sería físicamente imposible. Razón tenía mi madre con no dejarme ir, aunque desde la azotea de mi casa tenía una perfecta atalaya desde donde controlar mis pasos, prismáticos en mano.

Poco a poco fuimos ampliando aquellos improvisados campos de fútbol, y así fueron apareciendo nuevos espacios donde jugar partidos con los amigos durante los fines de semana. Cualquier viejo cercado de papas se convertía en un preciado estadio, como el Pirulí, o el histórico Manapancha (que vio algún que otro partido de solteras contra casadas en aquellas excursiones con asadero que ponían fin a las fiestas), además de los estanques de barro en el Lomo Jurgón, acabando siempre en el estanque de las tres columnas para el baño postpartido, sin que tu madre se enterara. Allí se disputaron toda clase de derbis, entre los chavales de La Goleta contra los del Lomo de San Pedro, los de El Calvario, La Montañeta...; incluso duelos "internacionales” contra muchachos de Cambalud y de Firgas. En algunos casos, como me recordaba Chewi, solía decidirse el resultado final en un intercambio de pedradas entre los equipos. El fairplay de los ochenta.

Plano general del día del pregón en la Fachada del Labrante (foto: Gabriel Jiménez)

El Club

Poco tiempo después, el viejo edificio situado frente al Bar Sociedad, que había sido un antiguo proyecto de cine que intentó construir el padre de Margot Falcón, conocido por Pedro el Sordo, como me recordaba el amigo Germán Díaz, dio paso a la nueva sede del Club Deportivo Goleta, para nosotros simplemente El Club (hoy día Edificio de Usos Múltiples). Durante años se convirtió en un punto de encuentro de toda la juventud del barrio, en cuyo patio al descubierto jugábamos sin parar al futbito e incluso al baloncesto, con una improvisada cancha que tenía un aro atornillado a la pared del fondo y una canasta con su tablero de madera que se sustentaba en un palo situado delante del escenario. 

Es de justicia reconocer la labor que realizaron los directivos del CD Goleta, a los que diariamente levantábamos de la siesta porque íbamos a sus casas a buscarlos para que nos abrieran el club. Quiero rendirles desde aquí un sentido homenaje a cuatro de aquellos directivos que ya no están entre nosotros: Narciso González, Luis González (conocido por Luis Pascual), Manolito Reyes y Cirilo Lorenzo. Ellos colaboraron siempre de buen grado para que los niños del barrio tuviéramos un lugar seguro donde poder practicar deporte y otras actividades de ocio.

Aún recuerdo un torneo de futbito que se organizó durante las fiestas, del que salimos campeones con Molina de entrenador. Teníamos entre diez y once años, lo recuerdo porque todos los niños recibimos una medalla al finalizar el torneo. A Iván Espino por ser el máximo goleador, Jorge García fue el mejor portero, a Óliver por ser el jugador más rápido, pero a José María el Panadero se la dieron por ser el jugador que más patadas repartió durante el campeonato; y a mí por ser el jugador más alto... Todo el mundo acabó contento... Precisamente, hace ahora diez años, en 2014, todos los jugadores de aquel equipo organizamos una cena de homenaje de agradecimiento a nuestro querido Molina en el Bar Sociedad (patrocinador de aquel equipo), en la que recordamos todas las anécdotas de la época y le obsequiamos con una serie de regalos, entre los que se incluía una camiseta de su amado Real Madrid. Pocos vecinos han repartido tanta alegría, tan buen rollo y tantas pastillas de goma como el gran Antonio Juan Molina.

Antonio Juan Molina en el Bar Sociedad

Los “Iron Maiden” de La Goleta

Con los años de la rebeldía adelantados aparecieron nuevos amigos con los que pronto formamos una pandilla conocida como Los heavies de La Goleta. A algunos ya los conocía, como a mis queridos José Miguel Cabrera, Sergio Melián y Luis Falcón, y luego fueron sumándose otros chicos como Jorge Cordero, Marco Brito, José Carlos, Víctor Pérez, Míchel Macías, Eduvigis García y, sobre todo, Juan José e Iván Ojeda, que llegaron desde Teror con una colección de discos de la banda británica de heavy metal Iron Maiden, que a día de hoy sigue siendo el grupo favorito para muchos de nosotros.

Una curiosidad que recuerdo de aquella época y que jamás se me olvidará era que, para avisar a los amigos con la intención de que salieran de sus casas, silbábamos desde la calle. No existían los SMS ni los mensajes de Whatsapp. Era mucho más ecológico todo. Jamás aprendí a silbar, y siempre tenía que tocar en la puerta de las casas a la manera tradicional. Pasaron muchos años y, en 2010, un buen grupo de aquellos amigos nos organizamos para ver por primera vez en directo en Valencia a la banda de música que nos unió cuando éramos unos críos.

Buena parte del grupo de 'los heavies' de La Goleta

Las Fiestas y la Semana Santa

En este pregón no podemos olvidarnos de las Fiestas del Rosario en La Goleta, que tuvieron siempre una participación masiva de todo el barrio y de gente llegada de otros lugares. Una romería que era de las más importantes del norte de Gran Canaria, como me recordaba hace poco el amigo José Antonio Falcón, en la que ya participaba con apenas unos años de la mano de mi madre y de sus amigas. Los tradicionales pases de modelo, en los que cada año los niños y las niñas de La Goleta desfilábamos con los mejores trajes confeccionados a mano por nuestras madres. Un año tuve la suerte de ganar el primer puesto, ataviado con un disfraz de guanche, atuendo con el que participé en la romería de aquel año acompañando a Juanito Jiménez, el marido de Susanita, que guiaba un rebaño de cabras desde El Calvario hasta la iglesia de La Goleta. Recuerdo la ilusión por abrir los regalos que donaba Galerías Perera, la empresa de mi añorado tío abuelo Juan Perera, principal patrocinador durante muchos años de aquellas fiestas.

Las míticas Escalas en hifi y el posterior Festival de la Canción, en los que nunca participé activamente, aunque era testigo de excepción de todos los ensayos, ya que la Orquesta Éxodo, encargada de amenizar el festival, con Pepito Falcón a la cabeza, ensayaba debajo de mi habitación. Nadie del barrio se perdía aquellos festivales con música en directo y con las mejores voces del barrio. Pero lo que jamás olvidaremos serán las actuaciones de nuestro querido Ángel Luis Ruiz, nuestro particular Raphael, que en cada festival lograba levantar al público de sus asientos. Aquella orquesta llegó a participar en la Expo 92 de Sevilla... Pero jamás nadie superará las míticas verbenas de la Plaza de San Juan en Arucas a ritmo de un caballo que caminaba palante y patrás. ¡Insuperable! Vaya desde aquí mi reconocimiento y homenaje a sus componentes Juan Pérez Gil, José Antonio Falcón, Manolo, José Manuel González Guillén, Pedro González, Lolo y del resto de componentes que durante años nos alegraron las fiestas.

El pregonero, de niño, en la romería de La Goleta con su madre y amigas

Además de las fiestas del Rosario, había otra fecha que los niños del barrio teníamos marcada a fuego en el calendario. La Semana Santa, con el párroco don Jesús González al frente de la iglesia, en la que la procesión del Cristo de Salud, el Viernes Santo a las 6 de la mañana, era y sigue siendo una de las tradiciones religiosas con más arraigo de La Goleta. Realizar el vía crucis, desde la plaza de El Calvario hasta la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, sigue siendo una experiencia inolvidable, en medio de una calle abarrotada de gente, donde el silencio solo es roto por el sacerdote que, altavoz en mano, va explicando las paradas de Cristo con la Cruz a cuesta. Después de la procesión, a la que no faltaba ningún amigo, la tradición mandaba caminar hasta Arucas para comprar una rueda de churros para desayunar.

David Cabrera con su ropa de guanche y cordero al hombro

Pero con la Semana Santa quedaba aún el plato fuerte. El día más señalado del año para los niños y las niñas del barrio: la Quema del Judas. Un muñeco de trapo lleno de voladores, pólvora y bombas en su interior, que se colgaba entre la fachada de la iglesia y la casa de Isabelita o de Milagros, la madre de Chewi, y que se prendía fuego para castigar la traición de Judas Iscariote a Jesús. Por alguna extraña razón, jamás pasó nada grave, y eso que la distancia que guardábamos haría saltar por los aires cualquier plan de seguridad en la actualidad. Una anécdota que recuerdo fue que un año prendieron fuego al muñeco la noche anterior, provocando un estruendoso escándalo en el barrio. Como por arte de magia, se ingeniaron un nuevo espantapájaros explosivo para que, al día siguiente, esta vez de manera oficial, pudiéramos disfrutar de la Quema de Judas.

Las misas de don Jesús, que contaba con la participación de dos históricos monaguillos, Manuel Jesús y Fermín Moreno, tenían una duración que oscilaba entre los diez y quince minutos, según jugara o no la Unión Deportiva Las Palmas. Quedarán para siempre en la memoria histórica del barrio... La Goleta se abarrotaba de personas llegadas desde todas partes de la isla durante los fines de semana para asistir a aquellas misas tan particulares del inolvidable don Jesús.

Grupo que obtuvo el primer gran título del CB Goleta

La Cancha y el baloncesto

Personalmente, si tuviera que elegir el lugar más relevante para la historia de los últimos 35 años de La Goleta, este sería La Cancha, hoy conocido como Pabellón Municipal de La Goleta. Aquella nueva cancha deportiva, situada en la Plaza de Nuestra Señora del Rosario, abrió un nuevo punto de encuentro en el barrio. Recuerdo cómo esperábamos pacientemente que doña Rita, la madre de Germán e Isaac, nos abriera la cancha para jugar torneos y maratones de fútbol sala con un equipo llamado El Danone; incluso al balonmano bajo la dirección de Pepe Ramón, amigo y profesor del Colegio de La Goleta; y sobre todo al baloncesto, el deporte que marcó mi vida y que me regaló la familia que uno puede elegir, los AMIGOS... Aún recuerdo la frase que el amigo Cristóbal Navarro me dijo siendo un adolescente, cuando apenas comenzaba a jugar: “Con el baloncesto vas a hacer muchos amigos y eso es lo más importante”. Esa misma frase se la repetí hace algunos meses a mi sobrino Pedro, de 11 años, jugador del CB Goleta. Es la mejor técnica de básquet que le puedo enseñar.

El CB Goleta marcó un antes y un después en la historia de nuestro barrio. Empezaba la década de los noventa, cuando un grupo de amigos, encabezados por José Gilberto Moreno, fundan un club de baloncesto que ha marcado la vida de muchos jóvenes deportistas de nuestro barrio y de la isla de Gran Canaria. Recuerdo que con apenas 14 años jugué algún partido amistoso con el Caja Goleta, el equipo aficionado que dio paso al CB Goleta, ya federado al año siguiente. Aunque no fui jugador el primer año del club, viví muy de cerca el comienzo de aquel primer equipo, con compañeros como Eusebio, Juan Víctor, Gustavo, Santi, Jordi, Sergio, Juan Isidro, Heriberto, José, Manolo Roque y el propio Moreno, que actuaba de entrenador y jugador junto a Germán Santana, e incluso Pepito Rodríguez en el equipo técnico. 

Poco después, ya con 16 años, acabé fichando en el equipo senior junto a compañeros como Antonio Santana, Braulio Batista, Gustavo Medina y Francis Sarmiento, que sería el entrenador. Las presentaciones de las temporadas que preparaba la directiva del club no tenían nada que envidiar a las de cualquier equipo de la NBA. Nunca olvidaremos aquel debut oficial en el segundo año de la historia del club, ya que tuvo lugar en el patio del Centro Penitenciario del Salto del Negro, así que puedo decir que pisé la cárcel por primera vez cuando apenas tenía 16 años... Repetimos aquella visita durante los años siguientes, pues aquel equipo no podía salir a jugar a otras canchas por alguna movida que formó uno de los reclusos en algún partido fuera de la cárcel. Recuerdo una jugada en la que el balón se escapó hacia una esquina de aquel patio y Antonio Santana, que jugaba de base, llegó asustado hacía el banquillo diciendo que había dos reclusos cortándose el pelo con una navaja. Incluso recuerdo cómo hacían fila para pedirle a Manolo Roque que le dedicara algún mate a los colegas de la trena en las ruedas de calentamiento.

Uno de los acontecimientos históricos deportivos del barrio que tengo marcado en la memoria no tiene que ver con el baloncesto. De hecho, ocurrió en 1992 cuando el CD Goleta de fútbol, entrenado por Pepe Manolo, ascendió a la categoría Preferente en un histórico partido que tuvo lugar en Haría (Lanzarote). A la llegada a La Goleta, la guagua dejó a los jugadores en El Calvario, que subieron a pie por la calle Obispo Pildain hasta la sede del club, donde se organizó una fiesta monumental que aún se recuerda en el barrio. Los jugadores, entre ellos mi querido amigo Marco Brito, que contaba apenas 17 años en aquel momento, fueron recibidos como héroes. Este hecho se me quedó marcado en mi memoria con cierta envidia, todo sea dicho, y ahora verán por qué.

Miembros del equipo del CD Goleta que ascendió a Preferente

Volviendo al basket, el CB Goleta continuó forjando su historia y, algunos años después, el equipo senior de primera división nos proclamamos campeones de Canarias en Los Realejos (Tenerife), ascendiendo a la categoría Autonómica por primera vez en la historia del club. Cuando llegamos al barrio no hubo recibimiento ni fiesta... (Aprovecho la ocasión para que algún día esa deuda histórica pueda ser subsanada. Nos vale con un simple almuerzo o cena que reúna de nuevo a aquellos jugadores y entrenadores, ahí lo dejo...). Aquel equipo, entrenado por Paco Trujillo, lo formaban amigos como José Antonio Lorenzo, Rubén Huerga, Manolo Avero, Yavhé Miranda, Gustavo Marrero, Pepelu Santana, Rocky, Ruymán, Alberto Sánchez y Alby Delgado.

Son infinidad los recuerdos que tengo del CB Goleta, desde aquellos primeros años en el que algunos directivos, como Marcos González o Pepe Rodríguez, pintaban a mano unas láminas de madera con las numerosas publicidades de los patrocinadores, que cada partido nos encargábamos de colgar y descolgar en las vallas de la antigua cancha. Fue una gran experiencia viajar por toda Canarias jugando en el equipo autonómico (que se vinculó a la universidad aquel año), entrenado por Moreno, con Pepito, Vanesa e Inma en el equipo técnico y compartiendo vestuario con algunos de los que, a día de hoy, siguen siendo mis mejores amigos, a los que considero como mi familia: Fernando Medina, Alby Delgado, Pepelu Santana, José Matos, Alio Viera, Manolo Roque, Cristóbal Navarro, Adolfo González y Rubén Huerga.

Años después fueron llegando nuevos jugadores al equipo senior, como Rubén Lorenzo, Juan Pedro, Bryan Mateo, José Eusebio, Rayco, Omar y tantos otros grandes jugadores, junto a todas las personas que han formado parte de la directiva, como Magnolia, Lauri, Yaiza, CoraliaAdán, entre otros, sacrificando su tiempo libre para que el club tenga hoy 33 años de historia. Vaya desde aquí mi homenaje y agradecimiento a todas esas personas que han trabajado y siguen trabajando para que La Goleta sea conocida en toda Canarias gracias al deporte y al baloncesto; y que siga cosechando éxitos como el último del cadete femenino ganando la fase de ascenso del Campeonato de Canarias de este año.

En gran medida, el baloncesto y La Cancha han sido fundamentales en la vida de mucha gente de nuestro barrio. Hasta mis estudios y mi profesión se los debo a ese entorno y a esa época. Me explico. Cuando terminábamos de entrenar o de jugar siempre nos quedábamos durante horas en el parque que está junto a la cancha a hablar con los amigos. Se formaba cada noche una tertulia que se extendía hasta la madrugada. Era una época, ya con la mayoría de edad, en la que tenías que enfrentarte a decisiones que afectaban a tu futuro más inmediato, como los estudios universitarios. En aquellas tertulias estaban amigos como Manolo Roque, Cristóbal Navarro, Gerardo Hernández, Sergio Rodríguez, Juan Carlos Ortega, Juan Domingo, Miguel Ángel, Job Marrero, Juan Antonio Falcón, Chuchú, Tony, Paco Torres, Eusebio Henríquez, Octavio Rodríguez y, sobre todo, mi gran amigo y compañero de profesión Gustavo Hernández. A él le debo haber estudiado la carrera de Turismo, ya que estudiaba en la Escuela Oficial de Turismo de Las Palmas y me convenció para verlo como una opción para mi formación universitaria. Así empezó mi vida profesional. Con el baloncesto y La Cancha de La Goleta siempre de testigo.


David Cabrera Guillén es -además de hijo del particular barrio de Arucas- Técnico de Turismo y fotógrafo.

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