Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

El Congreso de Indumentaria dejó para la historia de La Palma algo más que vestimenta

Jueves, 10 de octubre de 2024
Moisés Rodríguez
Publicado en el n.º 1065

Ahora solo toca seguir luchando por este primer paso que se ha dado, que es muy importante, pero no permitan que caiga en saco roto tanta riqueza cultural y tanto patrimonio.

Asistentes al 'I Congreso de Indumentaria Tradicional de La Palma'

Con la mente cargada de conocimientos y aprendizajes y el corazón y el alma llenos de amistad, buen rollo, respeto, hospitalidad y cariño, regresé de la isla bonita del I Congreso de Indumentaria Tradicional de La Palma, aunque he esperado algunos días con el fin de que se me pasara la resaca emocional y de conocimientos. Cierto es que no se me ha pasado.

En una opinión muy personal, lo que aconteció allí no dejó indiferente ni al más pintado, incluso a los incrédulos, sí a esos y esas que no daban ni un céntimo en pro de esta iniciativa, mucho menos de que fuese un éxito; y ni de bromas se hubieran atrevido a vislumbrar un final tan unánime, aunque las diferencias fueron palpables... Pero también fueron palpables muchas cosas que más adelante reseñaré.

Antes de proseguir, quiero mostrar mi gratitud y reconocimiento público para la persona de Mónica González, por haber programado y dirigido el mencionado congreso. Les pudo asegurar que no es nada fácil, mucho menos lo es lograr reunir a tantas personas entendidas, con tantas diferencias de opiniones, que en un pasado no muy lejano fueron más que notables. Seguro que nadie se atrevió a presagiar que un evento de este tipo reuniría a tantos y tantas entendidos y entendidas, con múltiples diferencias, pero con el mismo sentir; ese sentir que fue capaz de eclipsar las desavenencias personales y de opiniones para que la vestimenta tradicional de la isla de La Palma se enarbolase en lo más alto, además de dejar claro que cuando se quiere se pude.

Desde el primer momento, se notó la cautela y respeto de los ponentes, lo que fue impregnando el ambiente de un sentir positivo y esperanzador que dejó entrever que nadie quería ser el protagonista, ni tener la verdad absoluta de nada. Solo pretendían dejar constancia de sus conocimientos sin imponer ninguna doctrina.

Quiero tener una mención especial para María Victoria Hernández, porque su ponencia estuvo cargada de espontaneidad, de un humor que cayó en gracia, porque fue natural, haciendo en todo momento gala de sus conocimientos y saber estar, dejando claro que no poseía la verdad absoluta. Quiero tener un reconocimiento público para ella y Juan José Santos, por haberle regalado a la cultura de La Palma y Canarias cientos de investigaciones y material que dejarán para la posteridad. Sin lugar a dudas, sin desmerecer a nadie, ellos son dos de las personas que la isla de La Palma nunca tendrá cómo agradecerles que hayan regalado tanta cultura. Desconozco si ha sucedido o no, pero creo que desde la Corporación Insular deberían tener dentro del capítulo de Honores y Distinciones de La Palma una distinción para ambos, porque son el padre y la madre de la cultura tradicional palmera en la actualidad, con una trayectoria más que destacada y palpable. Sin ellos se hubiesen perdido muchas cosas. Sin olvidar a otros que seguramente también lo merecen...

La simple maestra Mónica, como ella misma se cataloga, guarda en su ser interior muchas virtudes que la hacen ser una persona con muchos valores que se deben tener presentes para muchos ámbitos. Personas como ella son las que le hacen falta a nuestras tradiciones y cultura. Ustedes se preguntarán qué es lo que Moisés Rodríguez ha visto en Mónica González para hablar así de ella, pues les cuento... Hace algo más de diez años, de pura casualidad, realicé una entrevista al cuerpo de baile Gorgojito, una agrupación que empezó con muchas carencias, pero con un claro objetivo: aprender y pasarlo bien. Lejos de lo que conocemos como el espectáculo puro y duro, se creó para el disfrute de los que participaban del proyecto, lejos de grandes expectativas artísticas, pero eso no fue sinónimo de no hacer las cosas bien.

El mencionado grupo se buscó la vida para recabar información. Muchas fueron las personas que les brindaron su sabiduría, otras las hicieron investigar y otras solo le dieron un destello, que les empujó a emprender el camino. Su espíritu era claro: querían disfrutar pero no de cualquier manera, sino con una línea de trabajo que ha guiado sus pasos en estos algo más de diez años. Por lo contado anteriormente, los que conocemos a Mónica y a sus gentes sabemos que les gusta formar parte de la solución y no del problema. Ella es humilde, cercana, inteligente y con mucha capacidad de trabajo, y todas estas virtudes se han visto reflejadas en la exquisita organización y coordinación del I Congreso de Indumentaria Tradicional de La Palma, tarea esta nada fácil, al contrario, muy compleja. Seguro que cuando empezó en esto de las tradiciones no se pudo imaginar que algún día conseguiría sentar cátedra reuniendo a gente con diferentes pensamientos y hacerlas compartir su sabiduría, logrando con ello dejar para los anales de la historia un evento sin precedentes en la isla corazón.

El congreso, para los que disfrutamos de él, fue una experiencia superenriquecedora, al menos para mí. Habrá gente que no esté en consonancia con mi afirmación, pero los que estuvimos allí pudimos disfrutar del ambiente que se respiró durante toda la celebración: compartir, respeto, buen rollo, sabiduría, pluralidad, acercar posturas y llegar a consensuar en pro de la indumentaria de la isla de La Palma.

Quizás, el subrayado general sería que La Palma tendrá Consejo Sectorial de Vestimenta Tradicional por unanimidad de los participantes. Pero, desde un punto de vista más crítico, y sin restarle la importancia que tiene este hecho, creo que hay algo más trascendente y que debe servir de ejemplo para otros sitios. El hecho de que tengamos diferentes opiniones no debe ser motivo para enfrentar y alejar a las personas, sino para enriquecer nuestra cultura. Nadie es poseedor de la verdad absoluta en esto de la cultura tradicional, por ello debemos seguir trabajando y compartiendo sabiduría, porque compartir es vivir.

Antes de finalizar esta humilde opinión, quiero apuntar que los grupos de La Palma son unos privilegiados en estos momentos, porque más allá de las diferencias de opiniones que pueda haber, han sabido unirse para una causa más que necesaria. Al consejero del Cabildo de La Palma del área de Cultura, Pablo Díaz Cobiella, se le ve con ganas de hacer grandes cosas por el folclore palmero, y le sugiero que aprovechen el tirón y logren cosas para un mejor futuro y conservación de la identidad tradicional palmera.

Por otro lado, no puedo dejar de agradecer a Mónica por hacerme partícipe de esta gran aventura. Para mí ha sido un honor haber estado compartiendo con ustedes, porque en La Palma me siento como en casa, siempre hacen gala de la amistad, hospitalidad y cercanía, esa que caracteriza al pueblo palmero, un pueblo que -a pesar de las adversidades que les ha tocado vivir en este último lustro- sabe unirse y dejar las diferencias a un lado para que seguir creciendo. Ahora solo toca seguir luchando por este primer paso que se ha dado, que es muy importante, pero no permitan que caiga en saco roto tanta riqueza cultural y tanto patrimonio.

Mi más sincera felicitación al pueblo palmero.

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