Domingo Luis de Puerto Lajas… y el Colorao (llamado así por ponerse colorado en su timidez, aunque no lo parezca), de la vega majorera de Tetir… Dos en uno... Domingo Luis tuvo una infancia cerca de las faenas agrícolas, de la pioná donde se reunía la gente para el trabajo... Más allá del juego, algo hay de dualidad y puede que el Colorao sea ese personaje de escenario o parrandero de amanecida… A Domingo Luis, por su parte, le gusta estar en casa, ir a pescar, estar tranquilo… y a veces no le gusta cuando vienen a interrumpirle con el grito de “¡Colorao...!”.
Hay y hubo músicos en la familia, pero tampoco tanta tradición que lo empujara… Eso sí: cuando tenía nueve años se creó la AF Tetir, y como era muy desinquieto se metió en ella y a los doce empezó a relacionarse con las cuerdas… y hasta hoy. Entretanto, a Domingo le gustaba también el deporte, concretamente la lucha canaria, y detenta muchas anécdotas sobre esos ambientes, sobre todo en la isla de Fuerteventura (también le ha dado por correr, después de que empezó a llevar a su hija Julia a las carreras...).
Los canarios en París tras la estela del particular magisterio de Blas Sánchez, que cuando vio tocar al de Fuerteventura quiso llevárselo a la capital francesa, donde Domingo hablaba francés majoreramente… Sobre el maestro Sánchez afirma: “Blas transmite especial amor a la música… Ama lo que hace”. "Me hizo darme cuenta de que había que echarle horas, que la técnica era importante, y yo transmito amor a lo que hago, como él me lo transmitió también a mí…". Coincidiría igualmente con Jorge Cardoso en Madrid, tras París, persona de la que se nutrió sobre los géneros latinoamericanos ("me dieron una beca, que me llegó meses después… y mientras tanto tocaba en el metro para sacar perras").
Vuelta a Canarias: José Antonio, Benito, Domingo. Luego, tras la vuelta a Canarias, vendrían las experiencias junto a José Antonio Ramos y Benito Cabrera (después de los Totoyo, Casimiro…). "Salimos a escena los tres juntos, con estilos diferentes, pero cuando el canario necesitaba patrones de identidad". Veníamos de tres zonas diferentes y Carlos Puig, cubano en Canarias, preparaba obra para ellos e hicieron una gira por las Islas. Y entonces se dieron cuenta de que el timple podía funcionar en muchos contextos. Había un supuesto pique muy sano entre los tres, que fomentaba la gente, sobre los estilos de cada uno. "Un día me preguntaron que quién era yo, y dije: ¡yo soy Benito Ramos, el Colorao…!".
"He hecho muchas composiciones que la gente coge y toca, como quien hace coplas y se cantan sin saber de quiénes son… Eso me enorgullece mucho". "He hecho cosas concretas, pero no me considero compositor, me gusta improvisar y hacer variaciones en la ejecución…". Una cosa es el folklore y otras las innovaciones que se hacen; en su caso, dice, "me alegra que algunas de mis innovaciones se tomen por el pueblo como si ya fueran normales, folklore".
Entiende el timple como una parte del sentimiento y del cuerpo canarios, como parte de la columna vertebral de nuestra cultura e identidad. Trata de hacer llegar su forma particular de sentir el timple, la música…: su rasgueos, sus furrungueos (de campo, con solo tres cuerdas pero con un increíble jeito), el repique o floreo… (y eso es un poco lo que, a cachos, por instantes, hace en escena de la Casa de la Cultura aruquense con Luis Suárez y su alumnado). "Precisamente los rasgueos me identifican mucho, pero me he dado cuenta de que los viejos también lo hacían, eran sonidos que ya estaban en nuestra tradición antigua y que tenía como guardados…". También al armonizar el timple, y con la compañía de Juan Carlos Brito (su fiel escudero) y su trato con la guitarra clásica, "puede ser que yo ofrezca alguna particularidad diferencial", pero bueno… Por condición rítmica, aconseja a toda persona que hace música folklórica que antes baile…
Algunos secretos del timple. "Hubo un momento en que me planteé qué valía más la pena tocar, y me di cuenta de que con el timple tenía que ofrecer aspectos nada habituales…". Por otro lado, el mundo de la guitarra presenta más exigencias y más presión, menos libertad…, aunque el Colorao tocaba también maravillosamente la guitarra clásica.
Para el Colorao, "la técnica ha de estar al servicio de la música, y no al revés… Lo que hay que hacer es ir a tocar con grupos, en parranda, en una romería… Eso es saludable", lo otro no... En esta misma línea, piensa que en lo tradicional cada cual tiene una forma de tocar e interpretar, y de ahí nace la genialidad, el signo único de cada cual. Por lo tanto, no hay que coartar esas cuestiones individuales cuando se empieza a aprender. El profesor es solo un guía, no es el centro del aprendizaje en las otras personas que se adentran en este mundo.
Y, para acabar, como una sugerencia más para que vean por entero el documento audiovisual, remata Víctor Batista: “Piensa en las generaciones de canarias y canarios que aún no han nacido y que en algún momento de sus vidas van a tener la música, la técnica, el estilo y el arte de tus manos para disfrutarte. ¡¡¡En nombre de todxs ellxs hoy Arucas te da las gracias!!!”.