Toda creencia religiosa inaugura un universo simbólico
que se erige en la realidad suprema
Berger, 1969
Antes de entrar de lleno en el tema de las santiguadoras, quiero dejar claro que estas no tienen absolutamente nada que ver con las brujas. Si bien la brujería tradicional canaria está prácticamente en desuso, ya que ha sido desplazada por otras fuerzas oscuras que se han arraigado en nuestra sociedad, en esta era de la globalización -no iban a ser menos- otras culturas han encontrado aquí en Canarias un buen caldo de cultivo. Quien ha tenido la suerte o la desgracia de conocer unas y otras, por ejemplo yo, deseo que no tengamos ninguna bruja mala en la sala y, si así fuera, que no se me ofenda... Puedo asegurar que cuando estás junto a una santiguadora, puedes sentir la luz que emana, el amor tan grande que siente por el ser humano, la bondad tan pura que desprenden y el afán, sin ánimo de lucro, de beneficiar al prójimo, aunque cierto es que en algunos casos recibían la voluntad de los santiguados... En cambio, con las brujas puedes notar la oscuridad y el frío que desprenden, y dejémoslo ahí...; a excepción de las brujas buenas, que también las hay...
La tradición de las santiguadoras en Canarias permanece hoy día bien viva entre nuestra gente, aunque no sea vox populi y que muchas personas quieran negarlo u ocultarlo. Conozco a muchas santiguadoras, y si bien tradicionalmente ha sido un oficio de mujeres, también hay hombres que realizan tan noble oficio. Probablemente en nuestra tierra, como en Hispanoamérica, esta tradición entremezclara las creencias que ya habitaban en estas sociedades antiguas y las llegadas de Europa. No es de extrañar que en algunas de nuestras Islas se hable de santiguados traídos de Cuba por los emigrantes canarios.
Los santiguados son adaptados a la fe y devoción de su lugar de origen, por lo que si en las islas occidentales se nombra mucho a la Virgen de Candelaria, en las orientales se tiene en cuenta a la Virgen del Pino, y así por todos los lugares del mundo por los que se ha propagado esta tradición. Esta actividad se alimenta y afianza en la fe cristiana, y como al principio fue el Verbo, la palabra es la parte poderosa del santiguado, que es una especie de mantra que se repite con una cadencia armoniosa que disuelve el mal que afecta al santiguado. Hay quien quiere creer que los efectos de sanación son placebo, restando importancia al poder de la palabra unida a la fe; pero yo les pregunto: ¿qué puede haber de eso en un bebé, un animal o una planta? Porque sanan tras el santiguado... Seguramente no podríamos dar una explicación científica, pero es real y, por negarlo, no dejará de serlo.
Los entornos rurales. Las santiguadoras solían ser del entorno rural, por lo tanto, en su mayoría mujeres analfabetas que aprendían por transmisión oral con algún familiar, si bien se dice que un santiguado robado tiene más poder. Hoy día sí que hay registro de infinidad de santiguados por muchos lugares del mundo, cada uno -como ya dije- adaptado a las imágenes veneradas en su comntexto. Lo que sí es una constante en todos los lares es el cierre y la buena intención que conllevan.
La vida en el entorno rural hubiera sido mucho más dura sin la mano noble y dadivosa de una santiguadora, que consiguieron sanar las enfermedades del alma para las que la ciencia no tenía remedio alguno. Fueron abuelas, madres, hijas, mujeres del hogar, de la labranza y de todos los menesteres necesarios para subsistir. Sin abandonar sus vidas, lograron salvar las de otros, sin otra recompensa que la satisfacción de servir a Dios y al ser humano.
Hay enfermedades que solo los médicos pueden sanar y, en cambio, como ya he dicho, hay otras que ellos no podrían explicar, ni podrían sanarlas nunca. Son, como las denomina Domingo García Barbuzano en Práctica y creencias de una santiguadora canaria (editado por el Centro de la Cultura Popular Canaria, 1981), enfermedades culturales. Seña Lugiana, la protagonista de dicho libro, hace mención de otro oficio del mundo rural, el estelero, dejando ver que es más de hombres sanar los problemas de huesos y músculos, así como otros males que requieren de plantas medicinales. Ella creía que era más de las mujeres sanar mediante la intervención divina y, obviamente, es la mujer la creadora de la vida y, como tal, capaz de sanar los males que aquejan al alma (de una u otra manera, el cuerpo los manifiesta mediante algún tipo de enfermedad).
Citaré de dicho libro las enfermedades para las que Seña Lugina tenía un rezo o santiguado; también una relación de plantas medicinales y remedios que ella recordaba y que se los fue contando a Domingo García Barbuzano.
Enfermedades
-Mal de ojo: causado por personas con fuerza en la vista.
-Mal aire: se paralizan las extremidades y duele la cabeza.
-Ingua: tumor pequeño que se forma en los tendones y en los músculos, principalmente en la ingle.
-Culebrilla: empeine que se extiende por la piel.
-Fuego salvaje: granos infectados que salen en las piernas.
-Sol: dolores de cabeza, vómitos y fiebre.
-Erisipela: manchas rojas en la piel, principalmente en las piernas.
-Llagas y heridas.
-Empacho: enfermedad causada por comer más de la cuenta, o por una comida que no sienta bien. Se manifiesta mediante vómitos, fiebre, pesadez en el estómago e inapetencia.
-Susto: en el hombre el pomo, en la mujer la madre; se origina a raíz de una impresión repentina de temor, sorpresa o miedo. Se identifica por la inapetencia, vómitos, mareos, temblores y tristeza.
-Carne abierta, quebrada o desconcertada: separación que sufren los músculos con motivo de un gran esfuerzo.
-Hernia: abultamiento producido por la salida de una víscera de su cavidad.
-Maleficios: daños producidos en personas, animales o plantas por brujas o hechiceras.
Remedios
-Aire: tomar una taza de agua de salvia al aire libre.
-Dolores de cabeza: colocar en las sienes rodajas de papas o tierra virgen.
-Dolores de muela: enjuagar la boca con agua ardiente (remedio de mi padre: enjuagues con gasoil).
-Dolores de ciática: poner un poco de jabón en la parte dolorida.
-Diarreas: comerse una guayaba madura después de haberla dejado al sereno partida en dos y polvoreada con azúcar; o infusión de té con limón; o infusión de nogal.
-Empacho: colocar sobre el vientre del enfermo una taza con infusión caliente de ruda, que después se la ha de tomar.
-Fuego salvaje: poner en la parte enferma polvos de azufre o manteca de cochino.
-Hipo infantil: se moja un poco de algodón ensalivado y se coloca en la frente del afectado (también conozco que en mi pueblo se cogía una pelusa de la manta con la que se abrigaba al bebé y se hacía el mismo proceso).
-Heridas y llagas: se unta la parte afectada con aceite de pardela. También es bueno dejar que un perro la lama.
-Lombrices: infusión de durazno negro, preferiblemente de las raíces; pero si esto no es posible también sirven las hojas de dicho frutal.
-Mordedura de perro rabioso: quemar cuatro pelos del rabo del perro y colocar las cenizas sobre la herida.
-Orzuelo: tocarlo con una llave o el calor de un huevo de gallina recién puesto.
-Picaduras: se emplea fricciones de orines y ajo para las picaduras de agua viva, y solo de ajo para las avispas.
-Pulmonía: infusiones de hierba estrella de mar.
-Resfriados: infusión de incienso morisco, salvia, manzanilla, eucalipto, amor seco, algáfita y siete flores de violeta; para endulzar 1 cucharada de miel. De este tónico se toma 1 cucharada por la mañana, en ayunas, y otra al llegar la noche.
-Ronquera: tomar inhalaciones de vino hervido.
-Susto: infusión de 3 hierbas aromáticas: pasote, hierbabuena y naranjo. Una vez hierven, se apartan del fuego, se les añade a continuación 3 piedras calentadas al fuego vivo, para que quede la infusión asustada. Esta agua se toma por la mañana en ayunas. También una taza de ruda con el mismo procedimiento anterior.
-Verrugas:
- Dejar caer en una encrucijada un paquetito en el que se colocan tantos granos de sal como verrugas se tengan; a quien lo encuentre se le pasarán las verrugas de quien lo colocó.
- Enterrar en un lugar húmedo una hebra de hilo con tantos nudos como verrugas se tenga; a medida que se pudra el hilo, las verrugas se irán cayendo.
- Tocar la puerta de un desconocido y cuando nos responda decirle:
Verrugas traigo,
verrugas vendo,
aquí las dejo
y me voy corriendo.
Oración de la santiguadora
Santiguadora que estás en tu cueva,
santificado sea tu oficio,
venga a nosotros tu rezo,
se haga tu voluntad
así en mi cuerpo como en mi alma.
Dame hoy la salud y la alegría,
que me perdonen Dios y el mundo
si he ofendido
que yo perdonaré a los que me ofendan;
no me dejes solo en este pesar
y líbrame de todo mal.
Amén.
Remedios conocidos en Artenara y Juncalillo
-Para el catarro y los bronquios trancados: eucalipto blanco hervido en un caldero: se deja en la habitación del enfermo para que este inhale los vapores.
-Para la fiebre: paños de agua y vinagre bien frío.
-Para el dolor de oído: aceite de oliva tibia, se ponen unas gotas dos o tres veces al día, evitando que el afectado coja frío.
-Para el catarro: infusión de ajo, naranja, limón, tomillo, laurel, orégano, poleo una hoja del naranjero; y se endulza con miel.
-Para el estómago: pasote.
-Mala digestión: café en polvo con sal.
-Para la regla de las mujeres: nauta.
-Para el susto: se hace una infusión de alzandara, se coge una cuchara y se calienta al rojo vivo y luego se mete dentro del vaso en el que hemos depositado la infusión (a esto se le llama asustar el agua).
-Para las heridas: agua de leña buena, se toma y se limpian las heridas con ella.
-Para la barriga y los enfriamientos: incienso morisco .
-Para la gente con azúcar: pamplinas y chochos.
-Para las heridas y enfriamientos: oroval y salvia blanca.
-Para el catarro y la barriga: poleo.
-Para dar energía: hoja de nogal.
-Para los dolores de artrosis, artritis y huesos: alcohol alcanforado.
-Para la neumonía y dolor de espalda: se pone en la espalda ventosas con un vaso, dentro de este un trozo pequeño de papa y un fósforo ardiendo (el calor absorbe la piel formando la ventosa). Este sistema también se realizaba poniendo alcohol al vaso y prendiéndolo, y una vez estuviera ardiendo se ponía en la espalda del afectado.
-Para las malas digestiones: se calentaba un papel vaso, se untaba con aceite y se ponía sobre la boca del estómago.
-Para el dolor de cabeza: se pone unas hojas de salvia con una papa cruda en la cabeza (la salvia también se utiliza para las infecciones de orina).
-Para la anemia: yema de huevo con vino de quina en ayunas.
-Para catarro. flores de geranios majados con miel. También una cucharada de ron o coñac: se calienta con una vela, para evaporar el alcohol, y se toma.
En Tejeda
-Para la erisipela: se cogen los tomates pequeños del moralillo, se majan y se ponen sobre la afección.
-Para la barriga: ruda e hinojo.
-Para la tos: la brujilla con ajo, que deben ser siempre en nones (nunca en pares), con limón.
-Para las úlceras: jabón lagarto: se lavan de abajo hacia arriba las heridas.
-Para la infección de orina: cola de caballo.
-Para las piedras en el riñón: rompepiedra.
-Para el azúcar: leña buena.
Y hay un sinfín más de remedios y hierbas que he dejado fuera, porque podríamos estar aquí toda la tarde...
¡Ay, Doña! Apresúrese,
que vengo de un mal camino
y me han aojado,
me arde la cabeza,
se me inflama el pecho,
no siento el pomo,
me suda la entrepierna,
parece que por la boca
se me va la vida,
y hasta el alma
la traigo enriscada.
Tengo la carne abierta
quebrada y desconcertada,
un fuego salvaje me atormenta
no sé si erisipela o empeine,
golpe de sol o de aire,
empacho, susto o hernia,
lo cierto es que: los ojos negros
de una tremenda morena
me han desquiciado el corazón,
y creo que me embrujó el alma.
¡Quítate delante, tolete,
que lo que tú tienes
agua fría, y al relente…!
Este trabajo fue realizado y leído tiempo atrás para celebrar el día de la mujer rural en el Museo Antonio Padrón (Gáldar, Gran Canaria). Sirvan las fotos aportadas (cedidas a Manuel García por Paco Quintana) como un homenaje particular a doña Cha Zaragocita por parte del autor y de BienMeSabe.org.