En los inicios de la década de los ochenta del siglo pasado nos ocupábamos de concluir una publicación bibliográfica recabando información en los altos del Valle de La Orotava (Las Llanadas, La Cruz del Castaño…), en Tenerife. Un año después de la presentación de la misma, emprendimos -verano de 1984, en colaboración con el licenciado Ignacio Mineli Armas Delgado- el estudio de investigación titulado El folklore musical de la comarca de Acentejo.
Fue en ambas ocasiones cuando supimos sobre la presencia de un tema inédito, desconocido: los cantares de Pascuas de la isla de Tenerife. Llegamos hasta él recorriendo los caminos, conversando con viejos informantes, con mucha probabilidad ya fallecidos, habiéndose llevado para la eternidad gran parte del caudal de conocimientos que atesoraban. Tal hecho se repite constantemente: aún, en ninguno de los municipios de las Islas, se ha elaborado la carta de la memoria.
No se investiga. Las agrupaciones folklóricas se imitan unas de otras. Los programas televisivos sobre folklore no suelen ir más allá de la interpretación de géneros relacionados con las fiestas. Los imbricados con el trabajo y con los momentos trascendentales de la vida continúan sumidos en el olvido, siendo considerados como “aburridos”, añadiendo que “no son del gusto del público en general”. Nos referimos a un pueblo, el canario, al que la historia continúa condenando a ser ignorante de su propia realidad.
El hallazgo e investigación de los cantares de Pascuas es un claro ejemplo de lo mucho que nos queda y podríamos hacer. Sus ejecutores salían al anochecer los días próximos al Nacimiento de Jesús (24 de diciembre). Y su motivación -pretendiendo prodigar la buena relación entre la vecindad- es similar a la de otras manifestaciones navideñas canarias, tales como los Ranchos de Pascuas de Lanzarote o las coplas de Años Nuevos de La Gomera. Ahora bien, por sus características, se nos presentan como realidades diferentes en cuanto a sus rasgos principales: tonada del canto, organología…
En la conferencia que impartimos el día 16 de junio de 1994 -en las dependencias del Ayuntamiento de La Matanza, sobre el folklore musical de Acentejo-, hicimos alusión a ellos, limitándonos a destacar algunas de sus características esenciales, entre otras las siguientes: agrupaciones básicamente de hombres, interviniendo ocasionalmente algunas mujeres; música prodigada por una flauta de madera de laurel y un pandero (tambor) provisto de sonajas de lata y esquilas, tañido con un palo solo, ocupándose de ello otro tocador, recordados como Antonio Dominguito y Cho José Izquierdo. Un cantador de alante entonaba las letras -de diferente naturaleza, trasmitidas o improvisadas- que los acompañantes repetían. Algunas de las recordadas son estas:
Señor Pepe Anchieta,
son noches de loco,
a cantar son pocos
y a beber son muchos.***
Palomita blanca,
que alto es tu bolido,
al risco más alto
fuiste a hacer el nido.***
Saca el aguinaldo,
vieja zamarrona,
trompa de cochina,
nariz de lechona.***
Hagan la limosna
si la quieren dar,
que la noche es corta
y tenemos que andar.
Efectivamente, con suerte dispar se hacía el recorrido por las casas, siendo brindados y recogiendo la limosna, el aguinaldo, destinándose “a servir cosas de la iglesia”.
El día 13 de diciembre del presente año, a las siete de la tarde -en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, sede de la antigua Escuela de Magisterio-, el grupo folklórico del señalado centro, creado el año 1981, promotor de la referida investigación, ofrecerá, entre otros temas, durante el desarrollo del XXXVI Recital Folklórico de Navidad, los cantares de Pascuas de Tenerife y cantos de trabajo, total o casi desconocidos, como son los de meciendo la leche, espantando a los cuervos, llamando a las setas, llamando al enjambre de abejas y rebuscando papas. Una oportunidad para aproximarnos, un poco más, a la considerable riqueza que atesora nuestro tan rico y variado folklore musical.
Manuel J. Lorenzo Perera es Premio Canarias de Cultura Popular (2022).