Revista n.º 1070 / ISSN 1885-6039

El hardcore canario. «Notas isleñas» sobre el turismo, la clase social y la identidad. (y II)

Viernes, 5 de abril de 2024
Pablo Estévez Hernández
Publicado en el n.º 1038

Desde los noventa del siglo pasado el hardcore, una música electrónica movida por turistas a Tenerife, se hizo un hueco significativo en la cultura popular canaria. Su aceptación como algo más que una mera moda musical revela las complejas influencias culturales canarias ante las diversas coyunturas socioeconómicas.

Dj Jonay dj Angelo en el carnaval de Santa Cruz.

 

 

(Viene de aquí)

 

 

Back by Dope Demand. También tiene Lucas palabras importantes para comentar cómo ejercen su fuerza las zonas turísticas, lugares como Las Verónicas, en Las Américas, una zona del sur de Tenerife famosa por sus noches de ocio y una de las cunas del hardcore canario en la isla (un lugar generalizado con el nombre de Sur):

Para mí era lo más el Sur. Yo quería ir para el Sur y bueno (…) el Sur era tremendo por la cantidad de gente, y por la cantidad de disc jokeys, y la cantidad de música y era exagerado. La gente se venía de vacaciones y se traían discos porque sabían que los iban a vender aquí y (…) con ese dinero invertían más (…). Los llamábamos Los Maleteros (…). Pillabas música que no había otra forma de conseguir. (…) Había una cosa que le llamábamos la Le tour que es, en la misma noche, pinchar en varios sitios… Mi Le tour era: Busby, Fever, Bananas y eso era todos los días pisar los tres locales; a veces tenías otro anterior, o él [otro dj] estaba pinchando desde las diez de la noche, doce de la noche Busby, dos de la mañana Fever… y ya después iba a Bananas y Bananas cerraba a las once de la mañana a lo mejor… una locura, ya era un disparate. De ahí salías, comías algo, te dormías y cuando me despertaba ya era de noche, tenía que estar en la primera (…) y así todos los días, ahí no se libra nunca… Si un día tu no vas, ponen a otro disc jokey1


Este testimonio lo considero de un valor incalculable. Es la constatación de cómo se aprendían los códigos globales, de cómo en estados de precariedad, trabajando a destajo2, se conseguía hacer las bases de algo más que una influencia o una moda: toda una cultura en sí y para sí, que pudo reformular la cultura popular canaria general asociando el sonido a la calle. El hardcore es así reconocido como etnicidad canaria, aunque ninguna academia avale dicha afirmación. Y sus bases, siendo vinculadas por Lucas al carnaval, a las influencias de signo africano y a la caja (no es ninguna exageración recordar ahora que el tambor es el más originario y amazigh de los instrumentos y sonidos canarios, al bajar de la montaña, como se decía en La Gomera) nos dan la clave de una continuidad que, si bien es frágil, se torna evidente en estos puntos y en este gusto, o en esta predeterminación del gusto, como lo llamo yo. Todo esto mueve el hardcore a algo que va más allá del esquema simple de: música guiri = influencia posmoderna europea = reproducción de una versión local.

 

Bailando entonces entre lo local y lo global, moviendo los pies al ritmo de una tormenta, siempre sentí que esta música tenía el poder de vengarme. ¿Vengarme de qué? La primera vez que me puse a bailar hardcore fue fugado de mi casa, con trece o catorce años, en una discoteca del Puerto de la Cruz que se llamaba Penny, en la época en la que en el Studio 54, en frente, pinchaban 2 step, otra música de mismo origen. Había mucha gente asidua de las medianías y también de Punta Brava y de La Vera, otros barrios considerados “marginales” en el norte de Tenerife. Recuerdo la oscuridad de la discoteca y de las calles, recuerdo un ambiente duro y violento. La gente, especialmente los taxistas de entonces, hablaban de que el Puerto estaba en ruinas y de que hubo una Edad de Oro antes de todo eso, en la que el lugar gozaba de una fiesta cosmopolita que se marchitó. ¿Ya no existe, pues, cosmopolitismo? ¿Qué sería esto de todas maneras? ¿Importa hoy?

 

La Edad de Oro tiene un tiempo impreciso. A veces abarca el cambio de siglo pasado, con el dominio del capital inglés; a veces los años sesenta, en ese franquismo en cambio, con guiris estirados bailando en discotecas bajo luces de neón. En cualquier época se ha asociado siempre ese cosmopolitismo al movimiento, marcado inicialmente por el sistema abierto que proveen los puertos, y luego por los vuelos chárter y las nuevas tecnologías de la información. Pero siempre es atribuido a gente de clase media alta que puede hacer factibles los códigos globales. Creo que el hardcore cuenta otra historia…

 

Cartel sobre hardcore cortesía de dj Lucas.

Cartel cortesía de Dj Lucas

 

Hoy en día podemos suponer que esa apertura al mundo la practican los cuerpos que configuran, con sus diferencias, las diásporas y las aglomeraciones turísticas. En Canarias hemos dejado de tener a aquellos ilustrados escritores e intelectuales como primeros e informados recibidores de los turistas y de las ideas universales. La democratización tanto de la cultura como del turismo ha cambiado ciertos privilegios de conexión a los flujos de información que viajan en los canales para lo entendido como global y universal. Así, por ejemplo, un dj local de un barrio capitalino de Tenerife, o de mi mismo pueblo en el norte de la isla, o en una caseta en la costa de La Palma, puede articular de manera novedosa experiencias de movimientos que indudablemente lo conectan con la escena rave de Londres, con migrantes caribeños y asiáticos y con turistas británicos. ¿Y no es esa misma cosmopolítica la que sigue con el eterno retorno del hardcore, con djs clave como Jonay viajando a las ciudades británicas a dar a conocer el hardcore canario entre las leyendas que lo hicieron posible aquí? ¿No pasa lo mismo cuando esas leyendas, como pueden ser King Bee, vienen aquí a pinchar sus últimas sesiones antes de retirarse? Back by dope demand, como cantaban los mismos King Bee. Jonay es el que mejor nos puede contar este eterno retorno de la música con sus palabras:

25 años después [de su primera sesión como dj], sólo puedo dar las gracias a todos los que han bailado alguna vez conmigo. Nunca he pretendido ser mejor que nadie, simplemente he sido yo y cada vez que he tenido la suerte de salir de Tenerife, he sentido que cada uno de los djs y fans de esta música estaban conmigo. La mayoría de los grandes artistas del género rave-hardcore-breakbeat, a día de hoy, son amigos y me han mostrado su respeto y a nuestro público. En mi vida pensé en conocerlos, cuando compré sus primeros discos y soñaba con poder pinchar algún día en Reino Unido, junto a ellos. Hoy ese sueño se ha visto superado en todos los sentidos3.


Así que pienso que no sólo es que el hardcore ha redefinido la etnicidad canaria, sino que también nos proporciona una cosmopolítica rica y diferente a la habitual, a esa acotada por el elitismo y la arrogancia intelectual, y que nos permite entender las derivas particulares y universales de este mundo huidizo e inestable. Quizás, bailando entre lo local y lo global, entre lo vernáculo y lo foráneo, entre el barrio y el mundo, encontremos una forma de comunicación novedosa, feminista, anticolonial y no clasista. Aunque quizás esta sea una proyección de un antropólogo que se pretende o intenta ser crítico, luchando por imbricar elementos de una biografía que baila, pero que también divide cosas entre la alteridad y lo propio...

 

Dj Jonay dj Angelo en el carnaval de Santa Cruz.

Carnavales, Santa Cruz de Tenerife, dj Jonay y dj Angelo. Cortesía de Jonay Amador

 

Just Be Good To Me. Sí, al hardcore cuesta considerarlo “oficialmente” canario, aunque mucha gente asocie la música a la bandera de Canarias o a imágenes de las Islas tomadas desde satélites en el espacio exterior. Sus letras, cuando tiene, están en otro idioma. Pero la emoción y la entrada de la caja transmiten algo que me cuesta definir. Hace algunos años conversé durante toda una tarde con Jesús Pérez, conocido como dj Bola, otro reconocido músico del género en Tenerife. Me contó que el contacto con Tenor Fly, un músico que es una influencia vital de origen afrocaribeño, había sido de lo más natural: “Así, tal como estamos hablando ahora tú y yo”. Su hermano, conocido como dj Cava, remezcló o construyó uno de los temas más sentidos y sonados del hardcore canario. Bola me recordó la importancia de todo esto paseando por un camino que bordea la costa en el Pris, en Tacoronte, donde hace algunos años había una barca pintada por Cava, que falleció en 2002 (dos hermanos djs pueden ser una muestra de lo extendido del hardcore y su cultura). Conocido como el Temazo Tropicana, Cava culminó un proceso de mezcla de un tema que viajó, al menos, por tres versiones. Desde el original de The S.O.S. Band a la versión más “dub” de Beats International, pasando por Deborah Cox, Just Be Good To Me se convirtió en las manos de Cava en una posibilidad -al menos en mi opinión- de redimir un dolor profundo que arrastramos. Sus palabras, que resuenan con eco al principio de la canción, no son exactamente de despecho, como en las canciones de desamor, sino de autoafirmación, de petición de respeto. Cava no dudó en ir juntando la canción al ritmo imperecedero de Who´s the Badman, haciendo explotar el sentimiento con una caja que revienta la tristeza. De alguna manera esta música tiene el poder de vengarme…

 

 

Notas

1. Entrevista del autor a dj Lucas, abril de 2017.

2. Lucas sigue comentando los efectos del ritmo de trabajo en la entrevista que le hice en 2017: “Yo andaba de aquí pa allá [de Santa Cruz al Sur y viceversa] porque en el Sur, mucho tiempo… para mí por ejemplo lo que más tiempo estuve fueron seis meses, yo mucho tiempo seguido no aguantaba. Me quedaba muy flaco, mala vida… era todo un disparate y cuando no, fiesta. Cansaba y agotaba”. 

3. Carta abierta al público colgada en redes sociales por la fiesta de 25 cumpleaños de dj Jonay. 

 

 

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