Los diferentes núcleos poblacionales de un territorio concreto son conocidos, sobre todo, por las diferentes peculiaridades que los identifican, sin obviar que esto sucede mayormente gracias a que las personas que residen en esos territorios y pontencian los rasgos diferenciadores, las legan de forma natural en la mayoría de los casos; por lo que, con el paso de los años y la llegada de diferentes generaciones, esas peculiaridades y rasgos se van instaurando y acentuando en la forma de ser y personalidad de los miembros que, con orgullo, enarbolan de manera visible para darlos a conocer. Si hablamos del barrio de San Isidro en Gáldar (Gran Canaria), podemos llegar a la clara conclusión de que ha sido y es uno de los vergeles musicales del municipio. Esto no lo dice Moisés Rodríguez, sino los anales de la historia, que recogen en su memoria las andanzas y hazañas de sus vecinos.
Hay quien afirma que en la vida no hay casualidades, prueba de ello es que en el mencionado barrio, cada 22 de noviembre, le rinde honores a Santa Cecilia mártir, patrona de los músicos. A nadie se le esconde que escribir sobre hechos que tienen casi un siglo de antigüedad no resulta fácil, y esto se debe a varios factores: principalmente que el paso del tiempo va diluyendo la claridad de los recuerdos de las personas que vivieron los hechos en sus carnes; y en otras ocasiones la falta de documentación escrita dificulta mucho saber con detalle y certeza sobre el tema del que se quiere escribir. Por ello, debo confesar que lo que aquí reza es gracias a las pequeñas investigaciones que hice en el año 2013 y por lo que hay escrito a través de otros autores que, en diferentes artículos, hecen referencia a las tocadoras que han pertenecido o pertenecen a la AM Santa Cecilia. Sin embargo, hay algo que está muy claro y reza con mayúsculas: el nombre de un hombre que, gracias a sus conocimientos y dedicación, contribuyó, con tantas otras personas, a plantar y cultivar la semilla de la música en San Isidro y Gáldar.
Desde la isla de Lanzarote, en las primeras décadas del pasado siglo XX, llegó a San Isidro y a Gáldar alguien con unos conocimientos musicales extraordinarios. Un tiempo este convulso porque en 1939 se acabó la Guerra Civil Española, que dejó un país triste y desolado, con casi cuarenta años de dictadura y muchos represaliados. Y si esto no fuera poco, en el mismo año estalló la Segunda Guerra Mundial... Además de la represión política, el franquismo también ejerció en Canarias un control férreo sobre la cultura . Se censuraban libros, películas, obras de teatro y cualquier otra manifestación artística que fuera considerada subversiva. Los intelectuales y artistas que se atrevían a desafiar la normativa franquista eran perseguidos y silenciados.
Teniendo presente esta parte de la historia, puedo afirmar que Santiago Machín Pérez, que es el hombre al que hago referencia, tuvo una idea acertada y vanguardista, adelantada a su tiempo y al momento que se vivía. Tuvo la genialidad de reunir a un extraordinario grupo de niñas para enseñarles solfeo, que además ilustró para tocar instrumentos de cuerda.
En febrero de 1944, este grupo de niñas se da a conocer bajo el nombre de Rondalla Infantil Femenina. Según cuentan, fue un hecho que causó mucho revuelo social, puesto que ver y oír a aquellas niñas con tanta destreza para la ejecución instrumental no era moco de pavo, sobre todo con obras clásicas, que incluso bailaban. Igual hacían con el folclore tradicional. Los mencionados hechos, según relatan, causaban gran revuelo y admiración allá donde actuaban debido a que no era usual ver rondallas exclusivamente de niñas. Para que se puedan hacer una idea del nivel musical que tenían, ganaron un tercer premio en un concurso insular en Las Palmas de Gran Canaria.
Santiaguito Machín tuvo una gran vocación por la docencia musical, y prueba de ello fue que incluso se trasladaba a Taya, en Marmolejo, a dar clases. Allí se encontró con tres de sus primeras alumnas y grandes tocadoras: Milagrosa Curbelo, Cira Moreno y Carmelita Padrón. Santiaguito no lo tuvo fácil: cuando cumplían 14 o 15 años muchas de las alumnas dejaban la rondalla por diferentes motivos personales como trabajo, estudios..., mientras que el director, en su persistencia en mantener el colectivo, seguía formando a nuevas alumnas, hasta que un buen día cesa la actividad artística de la agrupación.
En el año 1979 ocurre un hecho memorable: se pone en marcha la organización de un homenaje a Santiaguito Machín, por lo que Bartolo Mendoza, uno de los padres culturales de aquel entonces, invita a las antiguas alumnas a participar tocando en el homenaje a su director, que además es Hijo Adoptivo de Gáldar dentro del capítulo de Honores y Distinciones. Tras ese emotivo y recordado acto deciden seguir ensayando y fundar la Agrupación Musical Santa Cecilia, que llega hasta nuestros días.
Nueva andadura. Bajo la dirección de Machín comienza esta nueva aventura, pero el 4 de diciembre de 1984 fallece el mentor, dejando un gran vacío tanto en el seno de la agrupación como en el mundo de la música. En ese momento de incertidumbre y desolación, elegida por sus compañeras toma la dirección musical Carmen Padrón Suárez (ya dijimos que de las primeras alumnas aventajadas). En la historia de la agrupación han ostentado también la dirección musical: Pedro Perdomo, Ayose García y Juana Oliva, que llegó al grupo para cantar en el coro de la mano del sacerdote Pedro Perdomo, y como directora ya lleva más de 25 años. Bajo su dirección, en el año 2015, la agrupación pudo editar un CD con el propósito de que todas las componentes tuvieran un recuerdo de su paso por el grupo. Esta idea, según cuentan, era un sueño que tenía Carmelita Padrón.
El ámbito de actuaciones de la AM Santa Cecilia ha sido mayormente en celebraciones de todo tipo como bodas, bailes de taifas, festivales, bailes de piñata, misas, pregones, etc., repartidas por varios municipios de la isla de Gran Canaria. En el año 2018 el grupo pregonó las fiestas de San Isidro Labrador, patrono del barrio de residencia de la agrupación.
El repertorio es otra de las peculiaridades del grupo, compuesto por obras clásicas donde la parte instrumental cuenta con gran protagonismo. Algunos de esos temas son: un fragmento del brindis de la "Traviata", "El sitio de Zaragoza", "La marcha árabe", "Damisela encantadora", "Jota Aragonesa", "En un mercado persa", "La chica del 17", "La rosa del azafrán", etc. En la parte musical de Canarias se puede destacar "La punta y el tacón", "Pobre Rafael", "Mazurca de Gáldar", "Polca de Los Enanos de La Palma", "Vals marinero", "Andrés", "Isa niña bonita", "Polca majorera", "Pasacatre", "De tenderete", "Pasodobles" y otros tantos. Igualmente tocan temas de la otra orilla tan conocidos como "Agua del pozo", "La paloma" y algunos más. En la época de Navidad se lanzan con villancicos tan populares como "Mi tierra tiene un volcán", "Lo Divino", "Las palmeras de mi tierra" y, por supuesto, las misas.
Hablar de la AM Santa Cecilia es hablar de la historia de la mujer de Gáldar en el mundo del folclore y de la música clásica de cuerdas. Sin quererlo ni pretenderlo han dado un lugar destacado a la mujer en la ejecución instrumental desde tiempos remotos, en una época donde la supremacía del hombre era más que evidente. Sin embargo, con la mentalidad adelantada de Santiago Machín y sus conocimientos musicales, supo plantar la semilla en un grupo de niñas que desde muy temprana edad apuntaban maneras, con gran destreza y desparpajo a la hora de tocar. En una ocasión el mismo Sebastián Godoy le dijo a Milagrosa Curbelo, siendo una niña: “¡Mira la chiribija esa cómo coge la púa!”, dando a entender el histórico director de la Princesa Guayarmina la destreza de aquella niña que, dicho sea de paso, era una buena maña usual en la mayoría de las componentes de la agrupación.
La admiración que despertaron aquellas niñas hace ya ochenta años llega hasta nuestros días porque, sin un ápice de discusión, son la exquisitez instrumental por excelencia; colectivo este que se construyó a sí mismo desde los cimientos, porque el gran arquitecto musical Santiago Machín supo redactar y ejecutar un proyecto musical exclusivo y sin antecedentes, donde la mujer ha sido y es la máxima protagonista.
Medalla de Oro. En estos días recibieron la Medalla de Oro de la Ciudad de Gáldar, que reconoce su afable y continuada trayectoria y que enarbola la figura de la mujer; hecho este que desde tiempos remotos viene salvaguardado, participando de manera destacada en la música en todas sus vertientes, incluso en la tradicional. Además, en cierto modo también se reconoce la trayectoria y dedicación de Santiago Machín Pérez, porque sin él esto no hubiera sido una realidad. Por otro lado, cabe destacar que la AM Santa Cecilia ha hecho una labor y trabajo en silencio, lo que le da un valor añadido, porque nunca han buscado ni el protagonismo ni ser un colectivo mediático: su afán ha sido disfrutar de la música, con el aliciente de mantener un proyecto que cumple la friolera de ocho décadas. ¡Mucha felicidad para la Agrupación Musical Santa Cecilia por la más que merecida Medalla de Oro de la Ciudad de Gáldar!