Esta prenda, denominada mantilla, está manufacturada con tres fragmentos de paño debido a que el ancho de la tela resultaba insuficiente para confeccionarla de una sola pieza. Tiene forma de semicírculo con las puntas achatadas. De confección y costura manual en toda la pieza, presenta guarnición perimetral de cinta de raso de seda de once centímetros de ancho, con curioso plisado y flores de cuatro pétalos confeccionadas con la misma cinta y situadas en los extremos. En su cara interior presenta un semicírculo de género de algodón con ligamento de tafetán para proteger la parte que apoya sobre la cabeza. En la misma zona, presenta un rectángulo de cartón cubierto con cinta de seda que le confiere rigidez, de manera que contribuye a formar una especie de visera que aporta sombra en la cara de la portadora.
Este tipo de mantilla fue fundamental en el atuendo de las tapadas (mujeres que ocultaban su identidad para salir a la calle). Costumbre nacida del recelo de los orientales hacia las mujeres, fue aceptada más tarde por el cristianismo como expresión de honestidad, decoro y recato, pero pronto la moda fue utilizada con otros fines, convirtiéndose en el perfecto aliado para estimular la curiosidad y el deseo de los hombres y en el cómplice perfecto de galanteos, salidas furtivas y escarceos amorosos de todo tipo, dando lugar a numerosos equívocos, fechorías y lances de capa y espada, por lo que desde tiempos de Felipe II se promulgaron varias pragmáticas prohibitorias para tratar de abolir la costumbre, continuando durante el siglo XVII por parte de Felipe III y Carlos II, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando su uso fue erradicado definitivamente por Carlos III, que en 1770 dictó pragmática de obligado cumplimiento bajo gravísimas penas.
En nuestra literatura clásica se hacen constantes menciones a las tapadas. Las citan, por ejemplo, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca o sor Juana Inés de la Cruz. Lo mismo ocurre con los viajeros que nos visitaban y se hacían eco de esta peculiar forma de vestir, como los franceses Bertand o la baronesa d´Aulnoy en sus respectivas obras Diario de un viaje y Viaje por España. [1]
Su uso estuvo generalizado en todas las clases sociales de todo el territorio estatal desde la Baja Edad Media y pervivió fosilizada en las clases populares. En Canarias, a pesar de las prohibiciones, se mantuvo -sobre todo en las islas orientales- hasta mediados del siglo XX, muy aligerada de forros y guarniciones, usándose principalmente de color blanco amarfilado y negro para los lutos.
Tapadas. La mantilla que protagoniza esta sección Registro de Salida formó parte de la muestra temporal Tapadas, que estuvo abierta en la sala 2 de exposiciones temporales del Museo de Historia y Antropología, en su sede de la Casa Lercaro, entre el 11 de marzo y el 11 de mayo de 2022 [ver enlace en el texto de la zona inferior]. Esta propuesta expositiva, centrada en las tapadas de Canarias, pretendía transmitir al público cómo la tradición imponía a las mujeres el uso del manto y saya para cubrirse el rostro y observar el mundo a través de un solo ojo, relacionándola con las maneras de disciplinar el cuerpo femenino. Al mismo tiempo, se invitaba a reflexionar de qué modo la indumentaria podía a la vez ser usada formando parte de una experiencia de emancipación. Así, esta perspectiva de la indumentaria como opresión se complementa con la experiencia de resistencia y autorrealización de las mujeres en épocas pasadas. Las mujeres canarias también vieron en la indumentaria que las cubría una oportunidad para construir, a través de un lenguaje corporal y visual, su manera de entender las relaciones entre la privacidad, la amistad, los afectos, los deseos y el espacio. Instrumentalizaron la indumentaria para participar tanto en la vida social como religiosa y, de este modo, construir redes y conexiones entre ellas.
La colección de Indumentaria, artes y tecnologías textiles a la que pertenece esta pieza es, sin duda, una de las más completas e importantes del Museo y ha suscitado siempre gran interés, tanto entre los visitantes como entre los estudiosos y especialistas en la materia. Por ejemplo, la sección de Cultura y Juventud de la Diputación de Soria la solicitó en préstamo para que formara parte de una exposición temporal en el Museo provincial del Traje titulada Manolas y toreros, patrones de España.
[1] Stor, Angel: "El Tapado y las Tapadas". Ilustración Española y Americana. 1896. Tomo I, p. 323.