El cultivo de la vid y la industria vitivinícola se introduce en Canarias por los conquistadores europeos, especialmente las variedades blancas que producían vinos de alta graduación, fáciles de conservar; destacando especialmente la malvasía (oriunda de Grecia), de la que se obtenían los mejores caldos del mundo, estando presentes -como tantas veces se ha escrito- en las selectas mesas europeas y americanas. Eran los famosos y reconocidos canary wine. Desde el primer momento el vino convive en importancia con la caña de azúcar hasta pasada la mitad del siglo XVI, en que adquiere preponderancia por la crisis del comercio azucarero. Con la hegemonía inglesa, protegiendo los vinos portugueses y la decadencia del imperio español avanzado el siglo XVII y principios del XVIII, el comercio exterior de los vinos de malvasía entra en decadencia, optándose por las exportaciones de vinos de vidueño (mezclas). En la economía canaria el vino representó uno de sus principales ciclos productivos a lo largo de la historia junto al azúcar, los tintes naturales, los plátanos y los tomates.
Según dice el autor Sánchez Valerón, anima la realización de este trabajo "la presencia de restos arqueológicos de distintos lagares abandonados y en muchos casos cubiertos de maleza o deteriorados, de difícil emplazamiento, localizados por el investigador Manuel J. Sancho en la cuenca del barranco de Guayadeque, así como el lagar señalado recientemenete por Paulino Santana Reyes en el barranco de Aguatona en su confluencia con el de Rosiana, a los que hemos tenido acceso. A todo ello, añadimos otros elementos de la industria vitivínícola (viñas, bodegas, prensas…) y la ayuda de fuentes escritas contenidas en distintos documentos primigenios desde el siglo XVI, en distintos parajes (hoy desaparecidos), sobre esta industria a lo largo y ancho del territorio que en la actualidad conforma el municipio de Ingenio, que nos demuestra la importancia que siglos atrás tuvo, tanto el cultivo de la vid como su transformación en vino en los terrenos áridos de secano o bajo riego de los distintos heredamientos en toda la Vega de Aguatona y Carrizal, hasta llegar al litoral (Utigrande), con especial presencia en la solana de toda la cuenca del barranco de Guayadeque, con mayor incidencia en la zona alta, en el extenso paraje de las Cabezadas.
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