Alcohol y sexo sin medida en noches disolutas y un retrato escéptico y nihilista de la sociedad de los años ochenta y noventa son las temáticas que dominan en los relatos que integran Viven voraz compás, el nuevo libro de Domingo Sosa de la Fuente. El volumen se presentará el próximo jueves, 19 de enero, a las 18:30 horas, en la Casa Museo Los Sabandeños, en La Laguna, radicada en la calle Alcalde Alonso Suárez Melia?n, nº 7.

Personajes sorprendentes que nos seducen con sus hedonistas y descabelladas aventuras, con sus pensamientos fugaces y con unas existencias que les lleva a comportarse con habilidad y astucia, cual funambulistas que interpretan su función sobre delicados alambres. Ellos y ellas, equilibristas de sus propias existencias, con frecuencia al borde del abismo, se revelan a los ojos del lector como incapaces de escapar de un arrebatador e irremediable destino, ese destino que, tal vez, los somete a un intenso y voraz compás.

«Bebe coñac», «Ramón, el de las putas», «Mal día para morir», «El cielo (de Elvira)», «El Francés» y «Los hijos del hambre» son los títulos de los seis singulares relatos que completan este volumen que nos traslada a las noches de unos tiempos no tan lejanos. En todos ellos abundan los diálogos, la ironía y un lúdico y cáustico sentido del  humor.

Trayectoria

Domingo Sosa de la Fuente es un autor prolífico. Ha publicado: Bar de hombres (1996), con la editorial La Calle de La Costa; Parking de corazones (1997), ganador del Premio Ciudad de La Laguna de Poesía 1996; Me acaricia una mentira (1998), ganador del Certamen de Relatos del Ateneo de La Laguna, 1997; Cuidado, amigo (1999), Accésit del Certamen de Relatos Ciudad de Santa Cruz, 1998; Manual de antropofagia (2001), ganador del Certamen de Relatos Ciudad de Santa Cruz de relato, 2000; Caos y control (2003), en la editorial Baile del Sol, dentro de la colección de poesía; y ahora, Viven voraz compás, en Escritura entre las Nubes. Asimismo mantiene inéditos varios manuscritos que verán la luz próximamente.

Gran lector desde su infancia, Domingo Sosa de la Fuente asegura que también tuvo la suerte de jugar en las calles de un barrio periférico de Santa Cruz. «Luego crecí algo y fui dando tumbos», cuenta, con su característico sentido del humor. Estudió Enfermería y ello influyó en su obra literaria, pues «conocer de primera mano la muerte da una cierta perspectiva; y el poeta Arturo Maccanti me dijo una vez que eso explicaba mi manera de escribir».

Domingo Sosa utilizó sus primeros sueldos «para comprarme una batería y una cámara». Aprendió fotografía con Luis Nóbrega, quien «me abrió la cabeza y expandió mi forma de observar». Además, se unió a algunas formaciones del panorama rock de la isla. «Obviamente, yo componía las letras…», explica, y añade: «Cuando una cierta gloria efímera desapareció y la realidad musical fue desagradecida, me decidí a escribir “en serio”; y, bueno, algo logré, con una “sabia” mezcla de caos vital y mala suerrrrte. Ah, gané el premio de redacción para escolares que organizaba una marca de refrescos que pretendía ser “La chispa de la vida”. Siempre me olvido de esto cuando elaboro un curriculum…», comenta entre risas.