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Jueves, 31 de Agosto de 2023
Lorenzo Hernández Alonso
Publicado en el número 1007
Sin vestigios del confort y de las modernidades de hoy en día, en un ejercicio por tratar de respetar las tradiciones y las costumbres de nuestros antiguos mariantes, dejamos atrás las modernas cañas, los móviles, los sacos de dormir... para trasladarnos a una época inmemorial...
A los claros del día, como diría mi padre, cuando aún el sol no se vislumbraba, aprovechando la fresca del amanecer y con el fin de llegar a tiempo de la marea, partimos los mariantes de Mezquez un año más a la mar, por un par de días, a vivir una sensación. Sin vestigios del confort y de las modernidades de hoy en día, en un ejercicio por tratar de respetar las tradiciones y las costumbres de nuestros antiguos mariantes, dejamos atrás las modernas cañas, los móviles, los sacos de dormir... para trasladarnos a una época inmemorial, aunque eso signifique incomodidad, sacrifico, cansancio.
Allá por el año 1998 comenzó una andadura que hoy en día perdura... ¡Quién iba a pensar que después de 25 años lo que comenzó como una experiencia para simplemente vivir una sensación se convirtiese en un homenaje a los mariantes cada año! Y la prueba de ello es que hoy ya hay varios grupos que toman rumbo al pesquero, aprovechando el buen tiempo del verano, para homenajear a estas personas vinculadas a la pesca tradicional canaria...
Nuestro grupo de este año (2023), formado por tres de los cuatro fundadores (Lito Roger, Juan Ramon Brito y Lorenzo Hernández), junto con el relevo joven de Lorenzo, Néstor, Samuel, Daniel y Alejandro, realizamos este acontecimiento con entusiasmo, pasión, risas y diversión, que significa para nosotros recuerdos, amistad, nostalgia, respeto a las costumbres y tradiciones. Por eso creemos que los verdaderos protagonistas son los mariantes de antaño y nosotros lo pasamos maravillosamente interpretando al personaje, apareciendo el recuerdo de nuestros padres cuando nos enseñaban el arte de la pesca, los peligros de la mar, los cuentos con las peripecias que les ocurrían o las quintadas que se hacían.
Todos somos hijos de mariantes. Ellos, a su vez, también iban juntos a pescar en aquella época... A nosotros, que nos gusta la pesca, un día se nos ocurrió trasladarnos a la época de nuestros padres y vivir esa sensación. Nos pusimos manos a la obra y empezamos a ver todo lo que necesitábamos: vestimenta y utensilios como garrafones para el agua, cestos de caña y palma para la carnada y el pescado, seretas de palma, cañas rudimentarias cogidas en el cañaveral de Madre del Agua, puntas de cuerno de cabra para las cañas de viejas, etc.
Además, pensamos que lo suyo era igualmente ir caminando hasta el pesquero por la antigua vereda de los mariantes, que sale desde el pueblo de Mezquez (sorteando los barrancos, subiendo y bajando las pendientes en zigzag según la vereda) hasta llegar al destino, en la costa oeste de Fuerteventura, una zona de acantilados y mar peligroso por estar a barlovento. Para alumbrarnos utilizamos el mechón (tubo con gasoil y trapo de esparto de tapón, estilo antorcha) y tambien los candiles con velas.
Las actividades que hacemos son pescar unos días y comer lo que cogemos, ya que la única comida que llevamos es una talega con gofio (que amasamos con el zurrón), un trozo de queso de cabra curado, alguna cebolla y un tomate para hacer un caldo de pescado, si tenemos la suerte de cogerlo... Se duerme en el suelo, a la intemperie, al abrigo de algún barranco sobre un saco de esparto, que se quitaba de los albardijos de los burros.
Todo empezó por revivir estas situaciones de los mayores, pero nos encantó la experiecia, y también a quienes nos vieron llevarla a cabo. Por eso tuvo su aceptación y atractivo en la gente que veían cómo podíamos revivir algo que se perdió hace mucho tiempo y que ahora ven con nostalgia. Por ello decidimos hacerlo todos los años y que tenga el significado de homenaje a los mariantes en general, y particularmente a nuestros padres...
Los mariantes eran campesinos que, aprovechando el buen tiempo del verano, bajaban a la mar durante varios dias (semanas a veces) para coger pescado, que luego secaban y traían ya seco... Asimismo, mariscaban, lo cocinaban y conservaban en vinagre, aparte de coger sal para salar los quesos, ya que muchos eran ganaderos.
En definitiva, de lo que se trata es de trasladarnos a la época de los mariantes y pasar un par de días de pesca como lo hacian ellos, que para nosotros significa revivir de alguna forma aquella actividad habitual de nuestros mayores para entender desde dentro su historia; y rendir de paso, como decíamos, un homenaje al oficio y a la actividad de la sociedad tradicional canaria de los mariantes.