En día indeterminado del mes de diciembre o de enero, que ya va corriendo, nos hemos encontrado en las librerías de Las Palmas de Gran Canaria un nuevo libro sobre el poeta lugareño, cuya vida transcurrió en los siglos XVI y XVII, y cuyo reconocimiento trascendió a otras latitudes. Es evidente que no puede ser otro trovador más que don Bartolomé Cairasco de Figueroa.
El librito, en cuarto, esconde bajo su modestia obra principal y valiosa como es el poemario Vita Christi.
Vita Christi tiene una biografía peliculera, si se me permite este vocablo del XX. Escrito con pasión cairasqueña no pasó de los folios del propio autor y de un mal copista, según el pecio que fue hallado. No hubo forma de que se le diera impresión, aunque empeño sí hubo. Quedaron estas doce canciones, escritas en octavas y en estancias italianas, en el discreto encanto de las que todos hablan y pocos ven.
Millares Torres, en 1872, las publica parcialmente, indicando su misterioso origen, y vuelve a publicarlas, ahora en su totalidad, en la segunda edición (1878) de su Hijos ilustres de las Islas Canarias. Biografías de canarios célebres. Ciento cuarenta y tres años después de Millares Torres, la editorial Tamaimos, en su colección Náufragos, retoma la Vita Christi de Cairasco y lo pone al estudio de uno de los especialistas en nuestro inicial poeta, Antonio Henríquez Jiménez.
Henríquez Jiménez ya está avalado como especialista profundo de Cairasco, entre otras obras con su propio libro titulado Novelerías sobre Bartolomé Cairasco de Figueroa (2019). Estas credenciales le permiten, con toda clase de garantías, transcribir y anotar minuciosamente la Vita Christi, así como las otras obras de Cairasco, algunas ya publicadas bajo su cuidado y otras por editar, y que se desea pronto.
La Vita Christi se publica con ciento veinte notas muy documentadas que nos precisan una serie de datos y una serie de sutilezas que nos permiten ahondar en tan bellas poesías aprehendiendo matices que el tiempo ha ido oscureciendo. Además, Henríquez Jiménez abre la posibilidad, pues se ha de ser cauto, de cierta similitud entre esta obra de Cairasco y un poema de Góngora y Argote dedicado a san Hermenegildo, escrito en Sevilla, año de 1590, que se añade aquí como apéndice. Este dato, la modesta presencia de esdrújulos y traspasos de algunas estancias a las obras más reconocidas de Cairasco nos pueden orientar sobre la fecha temprana de la Vita Christi, como nos indica el investigador Antonio Henríquez.
El cancionero está estructurado en tres bloques. Uno primero formado por cinco piezas que agruparíamos en el epígrafe de Santa Infancia. Este grupo, como es lógico, está lleno de ternura y dulces imágenes. El segundo bloque está formado por las canciones sexta y séptima; se titulan "Bautismo" y "Transfiguración", respectivamente, ambas cargadas de una cierta solemnidad triunfante. El tercer y último bloque son cuatro momentos de la Pasión y su desenlace: "La negación de san Pedro", "Los azotes", "A la corona de Cristo", "A Cristo con la cruz a cuesta" y "Vexilla Regis".
Es indudable que la Vita Christi es lo mejor, los más sentido e íntimo del sacerdote Cairasco. En él, el poeta huye del fácil aplauso que requería su obra dramática; igualmente huye del reconocimiento de sus compañeros de coro; aquí, Bartolomé Cairasco invita a realizar el consejo de Thomas de Kempis: por doquiera busqué la paz, sin hallarla más que en un rincón y con un libro (que, de conocerlo Kempis, podría ser el poemario de Bartolomé Cairasco Vita Christi).
Javier Campos Oramas
Las Palmas, enero 2022.