Revista n.º 1070 / ISSN 1885-6039

Una vida y un libro: homenaje póstumo al profesor Julio Hernández García.

Jueves, 19 de mayo de 2022
Valentín Medina Rodríguez
Publicado en el n.º 940

La obra que nos ocupa, el merecido homenaje al Dr. Julio Hernández García (americanista y maestro de destacados especialistas dedicados al estudio del Nuevo Mundo), ha aunado a un nutrido grupo de investigadores que recuerdan la memoria del profesor e investigador mencionado.

Julio Hernández y su libro de homenaje.

 

 

Canarias en Cuba, Cuba en Canarias [homenaje a Julio Hernández García].

Prólogo: Francisco García-Talavera Casañas.
Introducción: José Alberto Delgado Domínguez.
Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria: LeCanarien ediciones, 2021.

 

La obra que nos ocupa, el merecido homenaje al Dr. Julio Hernández García (americanista y maestro de algunos aventajados estudiantes de la promoción 1979-1984, y ahora destacados especialistas dedicados al estudio del Nuevo Mundo, muy especialmente de las relaciones Canarias-América), ha aunado a un nutrido grupo de investigadores, en total 16, cuyos trabajos son de nuevo reeditados en este volumen dedicado a recordar la memoria del profesor e investigador mencionado.

 

La vida. Nació en el barrio histórico de San Juan, en Las Palmas de Gran Canaria, el 8 de setiembre de 1949. Y hace un poco más de tres años, el 13 de abril de 2019, nos dejaba después de sufrir un aneurisma.

 

Julio Hernández fue uno de los discípulos predilectos, sin haber recibido su magisterio universitario directamente, de don Francisco Morales Padrón. Veía en el sabio satauteño a su otro maestro (don Antonio Béthencourt Massieu, no menos erudito, fue su padre académico, su descubridor cuando cursaba la carrera en la universidad lagunera), al amigo y al modelo que había que seguir en la experiencia americanista. Por su parte, el Dr. Morales Padrón confiaba plenamente en él para que fuera el impulsor de una escuela americanista en el Archipiélago.

 

Hacer americanismo desde la periferia (y, en consecuencia, lejos de los grandes archivos nacionales) era y es notablemente difícil, de manera especial a la hora de trabajar con la documentación. Él luchó contra esa realidad, huyendo de la mediocridad, y con una ambición encomiable. Centrándose, pues, en la Historia Contemporánea Canario-Americana, dentro de la cual Cuba y Venezuela pasaron a ocupar sus mayores inquietudes. En sus estudios intentó combinar siempre el rigor científico con una escritura amena para el lector. Lo narrativo atrayente, esa idea en la que también insistían sus dos maestros, nunca dejó de ser para él algo esencial.

 

Reservado en lo que concernía a su vida personal más íntima, se significó (y no supone una contradicción) por ser un gran conversador y, por consiguiente, un receptivo oyente. En esta forma de ser suya, apasionado por las palabras, le ayudó su afabilidad, generosidad y unos vastos conocimientos: no solo históricos, sino literarios, a resultas de sus numerosas lecturas de literatura hispanoamericana y canaria, con José Martí a la cabeza; que le sirvieron, estas últimas, para ir conformando en cada momento su mundo personal, universitario e intelectual.

 

Como buen docente, alimentaba sus clases con sus propias investigaciones, el conocimiento al día y asimilado de especialistas relacionados con las materias que impartía, y las lecciones que aprendía, profundizando en una idea ya predicha, de escritores de la talla del ya citado José Martí, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Víctor Ramírez o Juan Jesús Armas Marcelo, por solo citar algunos de sus autores favoritos; temáticas que vertía en sus famosas fichas de trazo horizontal. Eran otros tiempos en los cuales las TIC apenas comenzaban, sin duda, pero fructíferos porque en aquellas clases suyas había mucha información, mucha pasión en lo que decía, incluso los debates eran algo muy habitual; lo que redundó posteriormente en el nacimiento de vocaciones dirigidas hacia la investigación en diferentes campos de estudio concernientes a la historia de Canarias.

 

Lector empedernido, qué duda cabe... Y tengo para mí que no le hubiese disgustado dedicarse a la escritura a modo de rango de ocupación intelectual seria en algún momento de su vida.

 

Comparto plenamente con lo apuntado en la solapa del libro objeto de reflexión: "Como investigador dejó una obra extraordinaria, con títulos imprescindibles sobre las relaciones canario-americanas". El lector avezado podrá completar lo expresado acudiendo a las bibliotecas al uso y más especializadas; para no caer en una tediosa exposición, algo que no viene al caso, de su bibliografía y premios alcanzados (relevantes en nuestro panorama canario, y que le hace figurar como uno de los historiadores más galardonados por su quehacer).

 

No obstante, resulta obligatorio poner de relieve lo que indiscutiblemente fue su magna obra: La Emigración de las Islas Canarias en el siglo XIX (con prólogo de Antonio Béthencourt Massieu, Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones del Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria, 1981. Con ella consiguió el prestigioso premio Viera y Clavijo, en su edición de 1977). El propio Béthencourt Massieu resaltó, en el extenso proemio que le dedicó al libro, la trascendencia que su conocimiento iba a representar para la comunidad científica y el público en general. Dice nuestro insigne historiador: "Pienso que por lo que toca al libro de Julio Hernández, su mérito fundamental consiste en ser la primera monografía histórica dedicada a tema tan trascendental para el Archipiélago. Realizado, además, con un tratamiento metodológico correcto sobre fuentes conservadas en archivos insulares, nacionales e, incluso, cubanos; ha abarcado el tema en función de su incidencia sobre la globalidad de la vida del Archipiélago. Pero no se ha quedado ahí. También llamó su atención los mecanismos y el sistema que permite el transbordo de una masa humana al otro lado del Atlántico, la incorporación e integración del canario a nuevos sistemas productivos y su inserción en inéditas realidades sociales" (p. 22 de la edición aquí tratada). En resumen: obra clásica de nuestra historiografía y española en general, en la cual solo caben lógicos añadidos a tenor de las nuevas fuentes que vayan surgiendo. Pero sin desvirtuar lo más mínimo la estructura de conjunto y sus aportaciones estadísticas al movimiento emigratorio isleño en la segunda mitad del ochocientos (23 623 migrantes "con sus nombres y apellidos", gracias al estudio de las comendaticias o licencias de embarque, emitidas por los alcaldes de los ayuntamientos de las Islas, desde los años cuarenta hasta la culminación del siglo, al objeto de autorizar la salida al extranjero de los vecinos que así lo habían decidido).

 

Portada del libro homenaje a Julio Hernández.

 

La obra que lo homenajea.

 

a) Autores, contenidos y disciplinas

Quien se acerque a este texto, y espero que sean muchos los que accedan a comprarlo, se van a encontrar con una nómina de autores relevantes en sus diferentes campos de estudio. Así, nos encontramos con Fernando Díaz Cutillas, Manuel de Paz Sánchez, Israel Bernardo Torres Jiménez, Ignacio José Quintana Cárdenas, María Elena Soto López, Nicolás Reyes González, Javier Cabrera, el propio Julio Hernández (con dos trabajos, uno de ellos en colaboración: “Cuba y Canarias: algo más que una tradicional amistad” y “La emigración canaria a Cuba durante la ocupación norteamericana (1898-1902)”), José Alberto Galván Tudela, Jorge Brooks Gremps, Dolores Guerra López, Manuel S. Hernández Cabrera, Juan José Santos Cabrera, Guillermo Sierra Torres, Manuel Hernández González e Ignacio Javier Gil Crespo. En esencia: 14 estudios de autores tanto canarios como cubanos.

 

En cuanto a los asuntos tratados, observamos una variedad de intereses. Eso sí: Cuba es el eje vertebrador como país de destino, al igual que Canarias como país emisor de migrantes, pero de la misma manera receptor del trasvase cultural que se dio desde la Gran Antilla en diferentes momentos y con manifestaciones del conocimiento material o inmaterial diversos. Nos encontramos, de este modo, con un rico mundo donde tienen cabida la música, el protagonismo de las mujeres, la religión, la política, la poesía, Leonor Pérez Cabrera y su hijo José Martí, la emigración, el desarrollo del isleño en el sistema productivo de la Isla, el asociacionismo y la arquitectura.

 

Respecto a las Ciencias Sociales aquí representadas, hacen de este volumen, estimado lector, un ejemplo de moderna investigación histórica. Nos trasladamos al mundo de las Artes, la Etnografía, la Demografía, la Literatura, la Economía, la Política, más la Sociología, más la Geografía, más la Biografía, la Medicina, la Religión y, cómo no, la Historia. Siguiendo a Pierre Vilar y su visión de esta, podemos establecer que se trata de la única síntesis posible de las demás Ciencias Humanas, esto es, la que estudia al hombre imbricado en los fenómenos sociales que produce.

 

b) Las fuentes y su clasificación

Al acercarse a las páginas de este libro los futuros lectores podrán analizar una bibliografía, extensa, que supone la base principal de los trabajos en cuestión. Estas fuentes secundarias o indirectas se acompañan en mucha menor medida de documentación primaria o directa, de origen público o privado, así nos estamos refiriendo a publicaciones periódicas (la prensa que en Cuba publicaron los isleños más ilustrados y de mejor condición económica, donde arriesgaban muchas veces su peculio; o las que imprimieron algunas sociedades defensoras de los intereses isleños en la Isla: como la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola [1872] y la Asociación Canaria [1906], ambas fundadas en La Habana), archivísticas y fotográficas.

 

c) El espacio y el tiempo

Ya es hora de finalizar. Pero me gustaría que no quedara en el tintero que el espacio histórico al que se enfrentará el público lector viene marcado por diferentes escalas de examen. Por esta razón, en los estudios recogidos, son predominantes las historias no solo locales, sino también regionales y de carácter nacional (al tomar a Cuba como país de referencia).

 

Por otro lado, los hechos históricos narrados presentan, si los analizamos en su conjunto (idea de totalidad que hemos tomado como referencia para desentrañar sintéticamente lo que alumbra este volumen), una magnitud temporal que va desde los acontecimientos de ciclo corto (pocos años) hasta los de larga duración (varios siglos).

 

 

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