Se le considera de “espíritu bullicioso, de vida poco recogida y arreglada (…) franco en el habla, muy apasionado a los libros franceses y fácil en (…) sembrar doctrinas de libertinaje”. Por su parte, Viera y Clavijo*, en el Elogio a su fallecimiento, dice de él que era erudito, sabedor de varios idiomas, orador notable y estudioso: “muy digno ornamento de Canarias, su patria”. Autor del Discurso en la Real Sociedad Económica de Amigos del País (La Laguna, 1779), del Elogio Histórico a F. Antonio Jacobo Machado (1785), del Sermón con que se celebró, en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, el Despacho Universal de Gracia y Justicia a don Antonio Porlier (La Laguna, Tenerife, 1790). También suya es la Oda para celebrar que el conde de Floridablanca sobreviviera al atentado de ese mismo año. O el Elogio de Carlos III (1793).