De ahí que, en sus páginas, se solicitara la colaboración de los jóvenes escritores que, en aquellos años, comenzaban su trayectoria. El semanario se distribuyó tanto en las Islas como en la Península; y también en Cuba, a través de la redacción de El Mencey. Cada número consta de ocho páginas a dos columnas, y se inicia con un breve ensayo sobre cuestiones de poesía (estilo, métrica, formas estróficas) a las que seguiría otra serie sobre poetas clásicos castellanos hasta el siglo XVIII. Los poemas publicados, por su parte, eran de claro aliento romántico; entre ellos, evocaciones a Lord Byron, Espronceda o Zorrilla. Significativo resulta que, de forma ocasional, se publicaron poemas donde se combinaban versos de diferente medida y ritmo, zafados además de todo orden estrófico convencional. Hasta se da el caso (núm. 23, 21 enero 1867) de un poema, “Copa”, cuyos versos van dibujando, de principio a fin, la figura a la que se alude en el título, al modo de los caligramas. Lo normal es que los textos de creación, poesía o prosa, aparezcan sin firmar o con las iniciales de los autores; aunque sea fácil suponer a quienes coresponden: J.D.D. (José Desiré Dugour*) o A.D. (Alfonso Dugour*), C.F.S. (Claudio F. Sarmiento*) o J.M.P. (José Manuel Pulido*), entre otros. Roque Morera* o Ignacio Negrín* firman, alternativamente, con la iniciales o con el nombre. Además de creación poética se publican textos en prosa, ensayos o reseñas sobre diversos asuntos: ciencia, arte o música. Son recurrentes las series: “Anales Canarios”, donde se da cuenta de hechos de la historia insular y de la presencia de los insulares en Hispanoamérica; “Canarios Ilustres”, resúmenes de la vida y la personalidad de, entre otros, Antonio de Viana*, el obispo Verdugo o Graciliano Afonso*; “Archipiélago Canario”, donde se tratan temas de la geografía de las Islas; y “Leyendas Canarias”. El semanario recogió también un inédito de Victorina Bridoux*. La última página se dedicaba a poesía burlesca o jocosa, “esdrujulerías”, epigramas, charadas o jeroglíficos. En el número 35 (29 abril 1867), la redacción insertó -en negrita y tamaño mayor- el siguiente aviso: “Por causas ajenas a nuestra voluntad nos vemos obligados a suspender por ahora nuestra publicación”, seguido del siguiente epitafio: “El Ramillete en su esencia / bajó por siempre al abismo: / luchó con patriotismo / y venció la indiferencia”.