Redactor también en la revista El Ibérico (1912). Colabora en los periódicos satíricos Pica-Pica y El Diluvio. Se incorpora luego a la redacción de El Mundo, diario fundado por sus hermanos y del cual llegará a ser director en 1922. Del activismo republicano de su juventud, pasará a defender el hispanismo y su herencia frente al anglicanismo implantado por los EEUU, tras la ocupación de la isla. Igualmente, se declarará partidario del gobierno de Franco, tras la guerra civil en España. Como poeta, recibiría el premio de romances y cuentos convocado por el Ateneo de San Juan, y publicará: Palmas (1903), Floralia (1907), Del certamen (1908) o Rumor de besos (1909). Es autor también de varios ensayos sobre la presencia y la acción española en América: La ominosa España (1915), Colón y las tres carabelas (1935), La conquista de un imperio (1940). Regresa a España y se establece en Sevilla, en donde seguirá tratando el tema del Imperio español en sus escritos: Por los mares que fueron de España (1941), El corsario Drake y el imperio español (1942), La gran siembra de España (1944), En las tierras de oro del imperio español (1945) o Espadas y quillas de un pueblo heroico (1949).