Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Poesía completa de Manuel González Sosa. Un libro para el centenario de su nacimiento.

Lunes, 16 de Agosto de 2021
Antonio Henríquez Jiménez
Publicado en el número 901

Acaba de aparecer Poesía completa de Manuel González Sosa en la editorial de ámbito nacional Pre-Textos, edición al cuidado de Andrés Sánchez Robayna.

 

 

En 2013 veía la luz A pesar de los vientos. Poesía completa del poeta guiense Manuel González Sosa. El padrino de aquella edición fue el ayuntamiento de Guía de Gran Canaria, donde vio la luz primera Manuel González Sosa. El libro salió bajo el sello de la Editorial Salto de Página, del Grupo Editorial Siglo XXI. Ahora, en 2021, vuelve a salir la Poesía completa de González Sosa, apadrinada también por el ayuntamiento de su tierra natal. El libro se publica, como el anterior, fuera de las islas, en la Editorial Pre-Textos (Colección La Cruz del Sur). El responsable de las dos ediciones de la Poesía completa es el profesor y poeta Andrés Sánchez Robayna.

 

La razón de esta segunda aparición de la poesía de Manuel González Sosa es la celebración del centenario de su nacimiento, en 1921. La presente edición aparece luminosa y límpida, como todos los textos en que interviene Sánchez Robayna. La cubierta viene enriquecida por una viñeta del propio Manuel González Sosa, que se encuentra acompañando al poema “Desde el principio” en un periódico de Las Palmas del 15 de agosto de 1957.

 

Aquel poeta que no oficiaba de tal, que casi todo lo que publicó en libro iba dirigido al círculo de amigos, se sentiría extraño al ver en ediciones de ámbito nacional los versos que dio a la imprenta en vida, y otros que no aparecieron en aquellas ediciones. Esta presente edición de Pre-Textos viene aumentada con una rigurosísima selección de dieciséis composiciones que no vieron la luz en las colecciones que publicó en vida el poeta de Guía: Sonetos andariegos (1992), Cuaderno americano (1997), Paréntesis (2000), Tránsito a ciegas (2002) y Contraluz italiana (2004). El apartado “Poemas dispersos” recoge solo dieciséis de los numerosos que aparecieron en periódicos o en revistas, o dejó inéditos en sus carpetas.

 

En 2015 publicó Andrés Sánchez Robayna y el que esto escribe el artículo “Manuel González Sosa. Poesía dispersa” en el Anuario de Estudios Canarios (La Laguna, LIX). Allí se pueden leer 38 poemas que González Sosa no dejó entrar en sus libros publicados. En las notas respectivas se explica el origen de cada uno.

 

El lector encontrará en este libro unos poemas reflexivos, de dicción parca, elaborados con aparente sencillez, pero llenos de sugerencias para el avisado. Hay mucha lectura y mucha reflexión en estos versos, y mucho conocimiento de lo que se llama el humano vivir.

 

Léase, por ejemplo, de la segunda parte de Paréntesis (2000), libro que lleva el subtítulo de “Perfiles y paisajes”, el poema “Nocturno de Ostia (II)”, página 133, ejemplo de sus reflexiones en los numerosos viajes que realizó el poeta. Existe otro “Nocturno de Ostia”, en el apartado 1 del libro Contraluz italiana (2004). En ambos poemas aparece el mar. En “Nocturno de Ostia (II)” nos presenta el poeta la experiencia de aguantar un aguacero nocturno en la ciudad italiana. Acude a un verso del libro que seguro se ha comprado aquella tarde en una librería de viejo, espoleado por el recuerdo del traductor del Goffredo famoso, su conterráneo de hacía cuatro siglos, Bartolomé Cairasco de Figueroa:

 

 

            Geme il vicino mar. Ya no lo escucho,
            me lo recuerda el libro que defiende mis ojos de la lluvia.
            Y las palabras del Tasso resucitan mi pregunta
            a aquella madrugada miserable.

            Crecen la lluvia y su rumor. Desprendo
            el libro de mi frente y lo resguardo
            entre las ropas empapadas.
            Otros
            interrogantes siguen estallando
            bajo el diluvio mientras continúa
            mi huida solitaria por la noche
            y la Gerusalemme liberata
            busca en mi piel calor para sus versos.

 

 

“Geme il vicino mar” es el comienzo de la octava 79 del Canto primero de la Gerusalemme liberata de Torcuato Tasso:

 

           

            Geme il vicino mar sotto l’incarco
            dell’alte navi, e de’ più levi pini:
            sicchè non s’apre omai sicuro varco
            nel mar Mediterraneo ai Saracini.

 

            Cairasco había traducido (mejor, interpretado):

            El peso de galeras, naves, barcos,
            hace gemir los términos marinos,
            tanto, que ni con remos ni con arcos
            osan pasar bajeles sarracinos.

 

 

De la sección “Poemas dispersos”, les dejo con dos poemas, como invitación a la lectura de esta Poesía completa de Manuel González Sosa.

 

 

            REENCUENTRO

            Esta es mi vieja cuna:
            nave desmantelada
            pudriéndose en la arena
            de una playa olvidada.

            ¿Qué imprevisto viraje
            me la trae a la vista
            cuando me sé remoto
            de la prístina orilla?

            ¿Se regresa al origen
            por la misma ribera?
            Yo no sé. Sólo quiero
            que este ruego me oyeran.

            Para el viaje de vuelta,
            con la misma materia
            de la cuna labradme
            la yacija postrera.

            Quietamente tendido
            sobre el leve armadijo
            será dulce el rendirse
            al arcano del río.

            Y aunque así no ocurriera
            creeré que conmigo,
            sombra adentro, va todo
            lo que hoy siento mío.

            1970


            LANZAROTE

            Aquí la nube pasa con los odres exhaustos,
            y el manantial no supo atinar con las grietas
            de la roca lamida por el fuego y los vientos.
            Hay que apresar el hálito
            de la noche, y vaciarlo
            dentro del horno hondo
            de la esperanza, para
            que pueda al fin la sementera
            estallar en la entraña de ceniza.
            Sólo así logra el hombre
            exprimirle a la tierra, ardiente como carne,
            hojas, zumos, espigas, pulpas densas:
            leña para que no se apague
            la hoguera que agoniza siempre, siempre,
            detrás del muro insomne de las frentes.

            [Inédito, 1979]

 

 

 

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