Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

PLANAS DE POESÍA.

Lunes, 05 de Abril de 2021
Jorge Rodríguez Padrón
Publicado en el número 882

Colección poética publicada en Las Palmas de Gran Canaria, a partir de 1949. Su propósito era aglutinar a la joven generación de escritores insulares de la posguerra civil. Aparte la calidad de los textos, se cuidaron de modo particular la edición y el diseño de los volúmenes.

 

Fundaron la colección los hermanos Agustín y José María Millares Sall*, y con ellos colaboraron Elvireta Escobio y Rafael Roca. Los pintores Manolo Millares, Felo Monzón y Alberto Manrique contribuyeron al diseño e ilustración de los diversos volúmenes. Por diversas circunstancias administrativas, derivadas de la estricta censura de la época, la colección sería suspendida en 1951 y procesados algunos de sus responsables. Además de poemarios de los hermanos Agustín y José María Millares, y de otros poetas insulares y peninsulares, se rescataron algunos textos narrativos (Smoking-Room) o dramáticos (Llanura), de Alonso Quesada*; y aportaría su contribución a la bibliografía lorquiana con la publicación del poema “Crucifixión” y de otros textos inéditos de y sobre el poeta de Granada. El musicólogo grancanario Miguel Benítez Inglott, a quien Lorca lo regalara en 1935, había cedido el manuscrito de “Crucifixión” a Agustín Millares; y a su hermano José María el de “Oficina y renuncia”; al tiempo que hizo lo propio a Rafael Roca, con “Homagge (sic) à Guy de Maupassant”, mecanografiado este, pero con correcciones de puño y letra del autor. Los dos primeros formaban parte de Poeta en Nueva York, y Lorca los reclamaría con insistencia a Benítez Inglott, cuando preparaba la edición del libro, pero el musicólogo los había extraviado por entonces, y no consiguió reencontrarlos hasta los años cuarenta. Razón por la cual “Crucifixión” no aparece en las primeras ediciones del libro, la de Estados Unidos y la de México. “Oficina y denuncia”, por su parte, se había publicado en Revista de Occidente, en 1931. “Crucifixión”, junto a la canción “Si tú oyeras a la amarga adelfa…” (mecanoscrita y corregida a mano por Lorca) y a “En la muerte de José de Ciria y Escalante”, impreso ya, pero con correcciones a mano del poeta, formarían parte del contenido del décimo volumen de Planas de Poesía (abril de 1950), que se completa con la correspondencia entre Lorca y Benítez Inglott, a cuenta del poema extraviado, algunos poemas homenaje a Lorca y unas “Notas” del musicólogo que sirven de prólogo al conjunto. En el volumen siguiente (diciembre de 1950), se publicaría el poema que poseía Rafael Roca: “Amantes asesinados. Homagge (sic) à Guy de Maupassant”. Ya en la década de 1960, José María Millares vendería el manuscrito de “Oficina y denuncia” al hispanista norteamericano José Schraibman quien, a su vez, lo vende a la Hamilton Autographs. En 1973 se inicia una segunda época de la colección, coordinada de nuevo por los hermanos Agustín y José María Millares, con quienes colaborarían el ensayista Alfonso Armas Ayala* y los poetas Agustín Millares Cantero* y José Caballero Millares*. Aunque de corta duración, en esta salida se publicaron originales de José María Millares (Ritmos alucinantes), de Agustín Millares (Función al aire libre), de Carlos Pinto Grote* (Unas cosas y otras), con ilustraciones de Toni Gallardo, de Castejón y del propio José María Millares. Y se anuncia la publicación del premio Boscán de poesía de 1976, Entre el silencio y el poema, de Gabriel García Narezo. En 2007, en la sala Sotheby’s (Londres), sale a subasta el manuscrito de “Crucifixión”, ya muy deteriorado, así como las cartas cruzadas entre García Lorca y Benítez Inglott. El lote lo adquiriría el Ministerio de Cultura de España. Y, aún en 2010, el profesor Maurer asegura haber localizado el manuscrito de “Oficina y denuncia” en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en donde al parecer lo habría depositado el musicólogo Hans Moldenhauer. En 1995, la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias publicaría la edición facsímil del total de la revista, con notas de Jesús Páez Martín*, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gan Canaria.

 

 

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