Existe una palabra portuguesa que es “degredo”. En el que se dice “primer diccionario luso”, obra de Jerónimo Cardoso, que se titula Dictionarium latino lusitanicum et vice versa lusitanico latinum... (Conimbricae, 1569-1570; la primera edición parece que es de 1562), aparece varias veces el término “degredo”: en la parte latino-portuguesa (folio 51r), aparece “Deportatio, nis. Ho degredo, ou desterro” (en la edición de 1592, Ulyssipone: “O degredo, ou desterro”); en el folio 65v, aparece “exilium, ii. Ho degredo, ou desterro” (en la edición de 1592: “O degredo, ou desterro”); en el folio 67r, aparece “Exterminatio, is. Ho desterro ou degredo” (en la edición de 1592: “O desterro”); en la parte “Lusitanico latinum” (folio 31r de esta segunda parte de la obra), aparece “Degredo. Exilium, ii”. En las ediciones que he podido ver por internet no aparece la entrada “Decretum, i”, que es el término latino que da origen a “degredo”.
En el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua, aparece “degredo”, indicando su origen portugués y restringiendo su uso a Venezuela (“degredo ‘lugar de destierro’): “1. m. Ven. Lugar de convalecencia para enfermos contagiosos”.
En el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español de la Real Academia de la Lengua (consultable en línea), se presentan cuarenta y nueve casos de esta raíz en treinta documentos; los cuarenta y cinco primeros fechados desde 1224 hasta 1442 responden al significado etimológico, esto es, “decreto”. Los cuatro últimos casos responden a su empleo venezolano (dos como nombres propios, fechados en 1885; y dos como nombres comunes, fechados en 1985 y 1995).
En el Cancionero de Baena, del siglo XV (consulto la edición de Pedro José de Pidal, preparada junto con Eugenio de Ochoa, Pascual de Gallangos y Agustín Durán: El Cancionero de Juan Alfonso de Baena (Siglo XV). Ahora por primera vez dado a luz, con notas y comentarios. Madrid, 1851), el término aparece cuatro veces; dos en composiciones de Alfonso Álvarez de Villasandino (degredo, con el significado de decreto; degredado, con el significado de separado), y dos en composiciones de Alfonso de Baena (de gredo con el significado de 'decreto, imposición, prohibición').
El investigador palmero José Pérez Vidal registra el término como topónimo de la Isla de La Palma en su artículo “Arcaísmos y portuguesismos en el español de Canarias”, publicado en la Revista de Historia, 29, n. 141-148, La Laguna, 1963-1964, pp. 23-37; más exactamente en las pp. 31-32: la Cueva del Degredo, el Barranco del Degredo (del “portugués degredo, ‘destierro’, ‘lugar en que se mantienen aislados los enfermos infecciosos’).
Don Bartolomé Cairasco de Figueroa emplea el término como nombre común en dos ocasiones, en el Templo militante. Uno en la Primera parte, en el verso 8 de la octava 42 del Canto de San Juan Crisóstomo (p. 171); otro, en la Segunda parte, en el verso 3 de la octava 15 del Canto de San Isidoro (p. 20). En los dos casos emplea el término portugués, equivalente a ‘destierro’, ‘exilio’; en los dos casos está empleando el contenido de lo que dice su fuente, Alonso de Villegas en su Flos sanctorum nuevo..., pero escogiendo “degredo” en lugar de “destierro” (en el segundo caso no cabe “destierro” para la rima con “Recaredo” y “dedo”). Como certifica Pérez Vidal, el término era empleado en La Palma como topónimo. Ahora las dos ocurrencias del término en la obra de Cairasco nos avalan para afirmar que también se empleaba como nombre común, ya que es muy verosímil que Cairasco se lo oyera más de una vez a su abuela materna y familiares palmeros. Y también es muy verosímil que la llegada del término a Venezuela se deba a algún viajero de la Isla bonita que allí arribó.
El investigador venezolano Ángel Rosemblat da su explicación de la llegada del término a América en Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras (1997 [1960, pp. 199-200], II, p. 75), donde afirma lo siguiente:
Degredo es vieja forma portuguesa (también castellana antigua) por decreto. En el siglo XV era la pena de destierro que se imponía como castigo de un crimen y que se cumplía en colonias penitenciarias y campamentos de trabajos forzados de África u Oriente. En el siglo XVI, también en el Brasil (se abandonaba al degredado en la costa o en una isla). Además se llamaba así el lugar donde se cumplía esa pena (“O assassino morreu no degredo”), y por extensión cualquier destierro o exilio. Todavía hoy está consagrado en el Código Penal portugués. Pero degredo era también el lugar donde se separaban los enfermos, donde se ponían en cuarentena o en aislamiento (este uso se encuentra ya en el itinerario de Pantaleão de Aveiro, publicado en 1593). Es muy posible que algunas islas del Caribe sirvieran de degredo a los negreros portugueses, y de ahí pasara el término a la gobernación de Venezuela. La primera epidemia de viruelas producida en Caracas, la de 1580, la trajo a Caraballeda un navío portugués procedente de Guinea.
Así, pues, nuestro degredo viene a completar la amplia lista de portuguesismos incorporados al castellano de Venezuela desde los días nacientes de la Colonia, entre los cuales el más antiguo parece íngrimo y el más moderno botiquín (en el sentido de taberna o bar)”.
Si el señor Rosenblat, y otros investigadores, hubieran tenido ocasión de leer el Templo militante de Cairasco, comenzado a escribir por la década de los 80 del siglo XVI, de seguro que habrían presentado el uso del término por el poeta canario. También hay historias de celebérrimos negreros canarios tinerfeños, emparentados con palmeros y sevillanos, de la misma época de Cairasco. Uno de los miembros de esa familia enriquecida por dicho comercio era un célebre poeta, que debió ser condiscípulo de Cairasco en Sevilla.
Los profesores Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, en su Diccionario Histórico del Español de Canarias (DHECan), publicado por el Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2001, ofrecen una larga lista de apariciones en documentos y autores canarios de los términos “degredado, da” (1591, 1845-67), “degredar” (1745, 1828-1873), “degredo” (1587, 1670, 1676, 1776, 1797, 1801, 1804, 1828-1873, 1918).
Conclusión: A Cairasco debe también citársele como usuario del portuguesismo “degredo”, si no el primero, honor que se le debe a su amigo el ingeniero Leonardo Torriani (1587), que lo llamó “celeste Orfeo”, el segundo.
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Las dos octavas de Cairasco donde aparece “degredo”:
- Octava 42 del Canto de San Juan Crisóstomo (Primera parte del Templo militante, pág. 171):
No solo entre la gente hubo alborotos
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- Octava 15 del Canto de San Isidoro (Segunda parte, pág. 20):
Muere Leandro. Trata Recaredo
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Notas
1. Alonso de Villegas, Flos sanctorum nuevo... (sigo la segunda impresión de la ed. de 1583): “Sucedieron luego grandes terremotos en la ciudad. Cayose buena parte del palacio de la Emperatriz. Decían todos suceder esto por la inicua sentencia dada contra su pastor. La misma Emperatriz, temerosa, rogó al Emperador que se le rovocase el destierro a Chrisóstomo, que fue fácil de alcanzar del, porque contra su gana había venido en ello”.
2. Alonso de Villegas, Flos sanctorum nuevo... (sigo la segunda impresión de la ed. de 1583): “Vino sant Leandro a morir, y toda vía estaba recluso sant Isidoro, con grande fama en España, y en toda la Christiandad, de sus letras, y vida. Juntose el Rey Reccaredo con el Clero y pueblo de Sevilla, para elegir Perlado. Y todos a una voz nombraron a Isidoro. Recusó la dignidad todo lo que le fue posible. Diose noticia de la electión al bienaventurado sant Gregorio, que era a la sazón Summo Pontífice. Y como él conociesse muy bien por la fama, y por obras que había visto suyas, el valor, y sufficiencia de sant Isidoro, no solo approbó la electión, sino que le mandó la aceptasse. Y juntamente con esto, para acariciarle y honrarle, le envió el Palio, que es una insignia de mucha honra y autoridad en los Perlados”.