Unas de las manifestaciones casi perdidas del carnaval del Valle de La Orotava, en la isla de Tenerife, son las conocidas como El Bicho, que tenían como centro de actuación las localidades de Pinolere y El Bebedero. Son poblaciones de la medianía del municipio de La Orotava con algo más de seiscientos y de mil habitantes respectivamente en la actualidad, situadas a algo más de setecientos metros de altitud sobre el nivel del mar y dominadas históricamente por el sector agrícola y ganadero. Pese a su idéntica denominación son dos manifestaciones con diferencias importantes, aunque hayan tenido un origen común. Son recordadas por numerosas personas puesto que aún se representaban en los años setenta, aunque como un acto marginal de las fiestas populares municipales. Debieron de perderse antes de la mitad de la década de los setenta, época en que el municipio contaba con unos veinticinco mil habitantes. No cabe duda de que el crecimiento y expansión del carnaval de la vecina localidad turística de Puerto de la Cruz, que comienza a acumular numerosas actividades y aglomerar a una gran cantidad de público de la comarca, es una de las causas del declive de esta genuina representación zoolátrica en los pueblos del interior. Algunas personas de la comarca han pretendido recuperar esta tradición, lo que se concretó en 2020 con su representación.
El Bicho de Pinolere. En Pinolere esta representación encarnaba al mal en forma de macho cabrío de enormes cuernos, saliendo por las calles durante el carnaval tradicional junto a un grupo de personas entusiastas. Lo acompañaban por el vecindario animadamente y dando gritos para apercibir a los vecinos, insultándolo y golpeándolo con fustas, varas o palos largos mientras el Bicho amagaba para atacar y retirarse. Llevaba pieles de macho cabrío y corría detrás de las personas que encontraba a su paso. Los vecinos de más edad, en esta comarca agrícola, aún lo rememoran con cierta añoranza. Así lo recuerda Cecilio Pacheco: Recuerdo de niño, con unos ocho o diez años, que salía uno vestido con pieles y cuernos corriendo detrás de la gente, asustándonos… Yo tenía miedo de eso, pero le llevaban amarrado con una cadena. Otros iban detrás golpeándole con fustas y golpeando contra el suelo, insultándole… lo llamaban El Bicho. Recuerdo ver de eso a don Gregorio1.
Se refiere nuestro informante a Gregorio Farrais Domínguez2, uno de los protagonistas de la celebración carnavalera a mitad del pasado siglo. Desconoce el origen de esta manifestación simbólica aunque nos remite a otras personas que se vestían antes: el que yo vi salir de eso antes fue un pariente mío llamado Francisco Luis, pero no sé si eso se le ocurrió a él o venía de atrás. Don Gregorio se vistió de El Bicho con otras personas, eso ya hace tiempo que no sale, era un cachondeo de otros tiempos. Me vestí de eso, nos juntábamos unos cuantos tiznados con El Bicho y se juntaba mucha gente a verlo, íbamos incluso hasta la plaza de La Orotava, la geste se asustaba y salían corriendo, yo salía con otros que ya murieron. Luego me cansé y eso se acabó. Solamente una persona se vestía de Bicho, como un macho cabrío, con sus pieles, tiznado y con cuernos de macho grandes; los demás iban detrás. El Bicho corría tras de las personas por las calles de Pinolere, saltaba, hacía como que embestía a la gente y siempre sujeto con una cadena. Los acompañantes interactuaban, llevaban una actitud muy participativa, gritándole con términos despectivos sin dejar de acosarle. Durante el recorrido otras personas se iban uniendo a la comitiva o se paraban a mirar y participaban de la fiesta de algún modo. Le daban cuero a uno, al que iba de Bicho, no daban fuerte pero a veces se escapaba algún golpe. Los que acompañaban a El Bicho iban con ropa vieja y llevaban tiznada la cara, las manos y todo lo visible. Aparentaban haber salido de los mismos infiernos.
La vestimenta de El Bicho de Pinolere consistía en un pantalón corto y encima se colocaba un vestido realizado con piel de macho cabrío negro sin mangas, que se ataba por delante. El resto del cuerpo que quedara visible se pintaba de negro. En la cabeza se colocaban los cuernos sujetos con tiras de neumáticos. La cara iba al descubierto pero tiznada de negro3. El día de salida de El Bicho con su comitiva era el martes de carnaval por la tarde, y estaban tres o cuatro horas; en alguna ocasión salían también el lunes. El lugar de actuación no solo era Pinolere, porque visitaban otros lugares como Aguamansa, El Bebedero, Barroso, Chasna, etc.4
Recuerdo que Francisco se vestía en Pinolere, porque él era de Pinolere, y luego iban hasta Aguamansa. Era muy ocurrente para esas cosas. Yo recuerde verles que se juntaban hasta quince o dieciséis tiznados que iban con varas o látigos y otro con una cadena que lo sujetaba. El Bicho iba contra las personas que se cruzaba, las mujeres tenían más miedo pero no hacía nada más que embestir. Francisco murió hace unos veinte años o más, debió haber nacido en 1910 o 1915. Eso era parecido a un diablo, amarrado por la cintura5.
No existe abundante bibliografía en la que se citen estas representaciones. Es descrito en la revista digital BienMeSabe.org de manera similar a lo que he referido: un hombre vestido con pieles de cabra, con cuernos sujetos a la cabeza, con la cara tiznada y atado con unas cadenas iba lanzando gruñidos y ruidos estridentes. Este personaje iba caminando a cuatro patas… tras él un grupo de personas con la cara también ennegrecida por algún tizno de leña, golpeaban cacharros, hacían sonar los bucios, cencerros, etc. haciendo un ruido infernal6. Señala Rafael Gómez León cómo en ocasiones llevaban un veode, una fragua llena de voladores que chispeaban y a veces estallaban mientras los acompañantes llevaban antorchas. Los personajes protagonistas, vecinos de Cuatro Cantillos, fueron los hermanos Pedro, Urbano y Francisco Luis Acosta, Rafael González Hernández y otros. Eso venía de antes, desde que yo era pequeñito. Iban hasta la plaza de la Villa, Aguamansa, La Florida…7
El Bicho de El Bebedero. En la localidad vecina de El Bebedero tenía lugar, en el mismo periodo, otro fenómeno similar y, pese a la cercanía de ambos núcleos y de que hemos narrado cómo El Bicho de Pinolere se desplazaba a lugares cercanos, incluso a El Bebedero, se trata de un episodio diferente y con personajes protagonistas distintos. También debió tener su fin en los primeros años de la década de los setenta, según nos narran algunos informantes.
El Bicho de El Bebedero se ponía una especie de chamarra con las mangas cortadas hasta los antebrazos, y encima una chaqueta realizada con un saco de los grandes. Posteriormente se cubría con zaleas de cuero de vaca o becerro, negra o canelo oscuro, que le llegaba hasta la cintura. Llevaba mangas hasta medio brazo. Del mismo material llevaba un pantalón largo que le cubría hasta media canilla y se calzaba con lonas blancas. Sus brazos, manos y canillas iban tiznadas o embetunadas. La cabeza estaba cubierta con una capucha, igualmente de cuero, que formaba parte de la misma chaqueta. Esta, en la parte delantera, estaba cerrada con un cruzado de hilo carreto que desde la cintura ceñía la chaqueta hasta el cuello. En el extremo inferior de la chaqueta por la parte posterior le colocaban un rabo de vaca, becerro o toro que primero habían preparado, vaciándolo, rellenándolo posteriormente y cosiéndolo bien.
El Bicho de El Bebedero iba sujeto por una cadena bien asida por otro actor y les acompañaban los vecinos más entusiastas, vestidos con máscaras. Cuando se hacía de noche encendían faroles con velas dentro. El Bicho embestía y perseguía a los vecinos sin escaparse de la cadena, le agarraban bien y le daban tirones para que no se acercara demasiado a las personas que gritaban ¡que viene el Bicho!, ¡que viene el Bicho!, y se retiraban. El vecino que le llevaba sujeto con la cadena portaba un látigo de unos dos metros, realizado con una soga trenzada sujeta a un palo de unos cincuenta centímetros. En la punta de la soga se hacía un nudo pequeño. Este látigo silbaba en el aire y los latigazos se descargaban en la espalda de El Bicho con su característico sonido al impactar con el cuero.
El Bicho no salió más desde 1971 o 1972, eso para mí que venía de antes, detrás iban como veinte o treinta mascaritas dando gritos, con bromas, cantos y armando jolgorio. A veces lo agarraban por el rabo. De pequeño yo no sabía ni que el que se vestía de eso era mi padre, Julián Pérez Yanes. Lo llamaban Julián el carbonero y a veces el Bicho de El Bebedero. Él nació en 1925 y murió en 19939.
El Bicho en El Bebedero debió ser hasta los años setenta del pasado siglo un número muy esperado de la fiesta, previo al baile del martes de carnaval. Mientras los vecinos bailaban las piezas acostumbradas al ritmo de acordeón y otros instrumentos, El Bicho permanecía aún por los alrededores: Me han dicho que durante el baile, en el salón de Marco, El Bicho se quedaba y bailaba con una mascarita desconocida, nadie sabía quién era, y les dejaban en el centro. Siempre bailaba con la misma, claro, era mi madre que llevaba una careta10.
Desde mediodía se preparaba la salida de El Bicho en casa de Anicasio Carballo Pacheco y se reunía la comitiva que lo iba a acompañar, veinte o treinta personas, además de los que se iban uniendo a la comparsa. Anicasio era compadre de Julián Pérez Yanes. Pese al parecido con El Bicho de Pinolere, distinguimos perfectamente algunas diferencias, aunque no descartamos un antecedente común. Así lo aclara un informante cualificado como es el vecino Cecilio Pacheco Marrero: No, no, El Bicho que te está diciendo Cándido era distinto al de Pinolere, que yo los conocí a los dos. Este era de piel de vaca o toro y el que sacaban en Pinolere era de piel de macho, eran bien distintos.
Su recuerdo es bastante preciso, no solamente en cuanto a la vestimenta, sino en la manera de proceder de cada figura maligna y de las personas que acompañaban esta genuina teatralización carnavalera. Además, a este le daban con el látigo, ¿no ves que llevaba bastante ropa debajo?, y sonaban detrás, en la espalda, los latigazos que le daban. Pero los dos iban como a cuatro patas. Me acuerdo cómo luego le decían "¿ya te lavaste, carbonero?", porque se le quedaba la cara tiznada12.
Notas
1. Información facilitada por don Cecilio Pacheco (nacido en 1961) en septiembre de 2013.
2. Información facilitada don Gregorio Farraís Domínguez (nacido en 1944), residente en el momento en que participaba de la representación en la calle Alzados Guanches de Pinolere.
3. En el tiempo descrito, señala Cecilio Pacheco, usaban betún, lo compraban en la tienda de mi madre (27.09.2013).
4. Son pequeños núcleos poblacionales cercanos a Pinolere. Aguamansa es el más alto sobre el nivel del mar situado a1033 metros y tiene 1153 habitantes en 2013, según el INE. Chasna y Benijos sobre los 800 metros, tienen 923 y 1625 habitantes, según la misma fuente, en 2013.
5. Información facilitada por don Gregorio Farrais Domínguez (1944) en septiembre de 2014.
6. Revista BienMeSabe.org número 93, artículo de Rafael Gómez León (23.02.2006): https://bienmesabe.org/noticia/2006/Febrero/la-isa-de-la-pinata-el-carnaval-tradicional-de-pinolere.
7. Información referida en la obra citada. Rafael Gómez León cita como fuente de información a un octogenario de Pinolere y posteriormente hace una relación de informantes entre los que son octogenarios Cristobal Luis Acosta de 88 años y Valentín Trujillo Delgado de 81. Señala una publicación anterior en Revista El Pajar. Cuaderno de Etnografía Canaria. Ed. Asociación Cultural Día de las Tradiciones Canarias. Pinolere, 1996.
8. El Bebedero se encuentra a 706 metros sobre el nivel del mar y cuenta en 2013 con una población de 1006 habitantes, según el INE en 2013.
La foto de portada pertenece a la actividad de recuperación de este año con el alumnado del CEIP Manuel de Falla.