Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Obligada a seducir con las redes el afecto por la lectura.

Martes, 21 de Abril de 2020
Redacción BienMeSabe.
Publicado en el número 832

Ha implementado un nuevo concepto en la política que ha venido marcando su relación con los casi seis mil socios que registra y las más de 200 mil personas que habitualmente pasan al año por este centro.

 

La Biblioteca Insular que gestiona la Consejería de Cultura del Cabildo grancanario, cerrada ahora por la crisis sanitaria que ha provocado la pandemia del Covid-19, ha debido implementar una nueva política en la gestión de sus recursos y actividades, así como un nuevo concepto en la política que ha venido marcando su relación con los casi seis mil socios que registra y las más de 200 mil personas que habitualmente pasan al año por este centro.

 

Algunas de las iniciativas programadas con carácter regular por la biblioteca situada en la Plaza de las Ranas han sido suspendidas, pero muchas otras han cobrado en sus redes sociales una dimensión virtual que mantiene viva la pasión por el libro y la lectura de muchas personas. Si con anterioridad al cierre decretado hace un mes por el Gobierno de España dos técnicas se responsabilizaban de alojar en las redes las propuestas impulsadas por el centro, ahora son seis las que se ocupan de procesar los flujos informativos destinados a la ciudadanía. Las fuentes consultadas insisten en valorar muy positivamente la respuesta del público en este tiempo de reclusión forzosa a las atractivas propuestas virtuales ofrecidas por la Biblioteca Insular. 

 

Para algunas de las técnicas y auxiliares de biblioteca que trabajan en el citado centro, esta nueva dinámica establecida por la imposición del confinamiento, ha supuesto todo un reto, pero, ante todo, “un cambio de mentalidad”, como señala una de ellas, Mary Carmen García. Esta nueva realidad la contempla como “una oportunidad para ampliar e implementar nuevos usuarios y usuarias, actividades y recursos de información, así como para otorgar mayor visibilidad y calidad a las actividades de la Biblioteca Insular, destacando la capacidad de gestión de equipo y de los profesionales que han colaborado en solidaridad con la situación del Covid-19”.

 

De lo físico a lo virtual

 

Elena Rodríguez cree que ‘trasladar’ las actividades presenciales a las redes sociales “ha entrañado un hecho novedoso, porque de alguna manera ha convertido la biblioteca presencial en una biblioteca virtual, incluso más participativa por la excelente acogida que han tenido nuestras iniciativas a través de las redes”.

 

También para Esperanza Santana esta nueva situación ha implicado personalmente un cambio total de mentalidad, “ya que he pasado de participar en la elaboración de actividades presenciales en las que había que tener en cuenta desde los destinatarios al lugar de celebración, pasando por el control del aforo y los medios técnicos que precisábamos, a planificar otro tipo de oferta virtual en donde estos requisitos no son necesarios”. Reconoce que no estaba muy familiarizada con algunas de las herramientas virtuales y que se ha visto obligada a actualizarse y ponerse al día en poco tiempo. No obstante Santana sospecha que la brecha digital impide que el trabajo que está formulando la Biblioteca Insular “llegue a todos los usuarios y usuarias, porque una gran parte de ellos no tienen medios para acceder a los contenidos virtuales propuestos”.

 

Otra de las técnicas de la Biblioteca Insular, Inmaculada Viera, confiesa que “en un principio era algo reticente a realizar las actividades programadas presenciales en modo online, pero, las circunstancias actuales, me han obligado a tenderle la mano a la tecnología con la que seguir ofreciendo al público alternativas con el contenido y la calidad de siempre, con la finalidad de que las familias puedan disfrutar de la cultura en casa”.

 

Viera explica que esta nueva dimensión ofrece algunas ventajas. Desde “la flexibilidad horaria para adaptarse mejor a los ritmos de vida de cada persona, a la oportunidad que representa para la Biblioteca Insular poder contribuir a la amplia oferta cultural y de ocio que existe actualmente en la red”. Pero también no deja de reconocer que la nueva estrategia acarrea algunas desventajas, como la nula “socialización o contacto humano, la interacción cara a cara con el usuario y sus demandas no se siente con la misma intensidad. Nuestra relación virtual de servicio público nunca podrá sustituir a la atención presencial. Lamentablemente muchas personas no están acostumbrados a realizar las actividades en esta modalidad”, sostiene.

 

Natalia Domínguez tiene claro también que el traslado de las actividades presenciales de la biblioteca a las redes, desde el punto de vista de su organización y en la situación excepcional que vivimos, “ha implicado una labor intensa de rediseño y adaptación del programa que veníamos ofreciendo para hacerlo atractivo al medio virtual en el que ahora se propone, priorizando la calidad que la biblioteca entiende que debe acompañar a su oferta cultural”.

 

Domínguez explica que la nueva realidad “supone una gestión diaria para salvar las dificultades que implica trabajar con los recursos técnicos con los que contamos desde casa y el contacto permanente con los compañeros del servicio correspondiente del Cabildo que proporcionan soportes y el apoyo que pueden para estas actividades”.

 

“Hemos realizado un trabajo de difusión más exhaustivo del que normalmente hacemos para comunicar al público que la biblioteca seguía con ellos, acompañándoles, dinamizando la cultura, animando a la lectura y la escritura desde las redes”.

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