Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Comedias de El Amparo.

Lunes, 28 de Octubre de 2019
José Manuel Vilar
Publicado en el número 807

Si se intenta una aproximación al origen de las Comedias, podría resultar sintomático el hecho de que los temas que se tratan en las hasta ahora recopiladas establezcan una espiral en torno a la emigración. En este aspecto, y a simple vista de grajo, fechas y estadísticas comienzan a ser significativas.

 

 

El día 4 de Agosto de 1977, y después de 21 años, el Barrio de El Amparo en Icod de los Vinos (Tenerife), veía su plaza totalmente abarrotada de un público espectante. Desde el año 1956, en que se representó La Bolsa Negra, las fiestas habían carecido de unó de sus eventos más característicos, las Comedias de El Amparo, y del que todavía siguen, por desgracia, careciendo. Sin embargo, entonces, y al ritmo de reminiscencias que se me antojaban ancestrales, el tajaraste apagaba el bullicio y los últimos murmullos, el rojo telón de boca se abría y el grupo de Comedias de El Amparo, que por cierto actuó solo dos años, escenificaba Mariya y El cariño de un indiano (obras editadas por el Centro de la Cultura Popular Canaria en 1980). Sirva como introducción esta breve reseña.

 

A comienzos del actual siglo, empiezan a darse las primeras manifestaciones de actividad popular hacia un histrionismo dramático creativo, que resulta sorprendente si se tiene en cuenta que es tan solo en El Amparo donde se puede hablar de una zona de producción teatral, configurada por su propio núcleo y que además viene a ser el centro de influencia para poblaciones periféricas como Santa Bárbara, La Vega, El Tanque, Buen Paso y San José donde, aunque se tienen noticias de producción de textos dramáticos, sin embargo nunca serán puestos en escena.

 

Si se intenta una aproximación al origen de las Comedias, podría resultar sintomático el hecho de que los temas que se tratan en las hasta ahora recopiladas establezcan una espiral en torno a la emigración. En este aspecto, y a simple vista de grajo, fechas y estadísticas comienzan a ser significativas. En el año 1843 se lleva a efecto uno de los primeros trasplantes de población canaria a la isla de Cuba que, parece ser, resultó fructífero para los intereses económicos de las compañías navieras que se dedicaban a este tráfico. Es el año de la caída de la dictadura del General Espartero. También en este mismo año se realiza el Padrón Municipal de Habitantes de Icod de los Vinos. Hay entonces en El Amparo 93 familias: de un total de 431 habitantes, 195 son hombres y 236 mujeres; se contabilizan 16 ausentes (en la isla de Cuba), que resulta ser el 17,2% de los cabezas de familia. Por otra parte, y como dato significativo de la clase de sociedad subfeudal que todavía imperaba en esa época, está que el 89% de la población trabajadora son aparceros y e! resto sirvientes, entre los que se encuentran como tales algunos niños de corta edad. Con esto queda claro, además de algunas otras cuestiones, que el que trabajaba la tierra no tenía propiedad alguna sobre ella y que, en realidad, El Amparo era propiedad de unas cuantas familias de señoritos.

 

Considerando que todo hecho teatral pretende, en definitiva, una liberación de los conflictos mismos que se representan y siendo, en este caso, el autor dramático anónimo, el pueblo mismo, el dramaturgo de un teatro popular que trata de representar de una manera directa los problemas que le afectan, era necesario que las Comedias armaran su tramoya argumental utilizando elementos de problemática emigratoria y sus secuelas.

 

Continuando con la simple tarea de recopilar y divulgar estas Comedias, se transcribe el siguiente texto, de autor hasta ahora desconocido, y que es copia de un original escrito a máquina recopilado el 23 de marzo de 1977. Es una escena de la Comedia de Feles y Rusario, ambientada en la época de la Guerra de Marruecos, cuyo texto, aunque incompleto, nos ha llegado en parte escrito y en parte por transmisión oral.

 

Una comedia en los años setenta

 

 

 

En nombre del buen prencipio y a la buena ventura, salga por que saliese, pues deseo sea con el mayor acierto y gusto de mis herederos y mayor descargo de mi conciencia...


Digo que siendo yo, Antonia Amparo Pérez de Monte de Lugo y Perera, jija de Pancho y de Paca, y viendo que estoy próxima a la muerte porque me duele mucho las clavículas, y en presencia de toda la gente digo:


Testamento.


Dejaré pa mi Rusario
cuatro fanegas de millo,
tres fanegas de lantejas
y dos fanegas de trigo.

En la cusina les quedas
un cucharón y dos calderos;
pimienta negra y cuminos
están drento de un gujero.

Y, cuando Feles se case
con mi preciosa Rusario.
le dejo la joya grandeeeeee,
cuatro rejas y un arado.

La pluma para escrebir,
que está drento de la maleta,
se la dejo pa que Feles
saque del magín cuartetas.

Y drento del cajón le queda
la trapera y la manta,
el cuchillo y la vaina
que trajo mi Juan de Caracas.

Y también jallaréis
un garro con gofio en polvo,
una cabeza de jajo
y en un plato mojo.

Y también os dejo
un gallo y una gallina:
es para que saquen pollos
en el rincón de la cusina.

En el poyo el molino,
es para que jagan frangollo;
el tiesto y el cuchino
para el día de novios.

Y, debajo de la cama, 
también os dejo un regalo,
que me lo trajo mi Juan
cuando me vino de soldado.

 

 

 

Este texto fue publicado previamente en el n.º 4 de la revista San Borondón del CCPC (agosto de 1984). En la foto de portada se ve la Media Naranja de El Amparo (enfrente se representaban las Comedias).

 

 

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