Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

A propósito de Sor Juana Inés de la Cruz. Manuel González Sosa.

Domingo, 03 de Febrero de 2019
Antonio Henríquez Jiménez
Publicado en el número 768

De la labor ejercida por Manuel González Sosa dentro de la prensa canaria de la segunda mitad del siglo XX, es significativo el episodio sobre la posible relación con Gran Canaria de la ilustre poeta mexicana sor Juana Inés de la Cruz, en diálogo con Octavio Paz, asunto en torno al que se especula desde hace al menos seis décadas.

 

 

Saco de nuevo a la luz algo de la actividad de Manuel González Sosa, aquel señor alto que, dedicado a la banca, ocupaba sus ocios en leer y pensar, escribiendo poesía, publicando poesía de otros, o llevando a sus conciudadanos el fruto de sus lecturas y reflexiones en una página que fundó en el desaparecido Diario de Las Palmas, titulada Cartel de las letras y las artes. En dicha página empleó varios pseudónimos. Uno de ellos fue Félix Luján. Reduciéndola a solo las iniciales, F. L., es la firma con que aparece el primer artículo que presento.

 

Un modo de dar cuenta del interesantísimo libro de Octavio Paz Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, publicado en 1982, fue el artículo “¿Raíces grancanarias de sor Juana Inés de la Cruz?”. Como se ve el título aparece entre interrogaciones, dentro de la sección de la página del periódico titulada “Los trabajos y los días”. En febrero de 1983 se publica el segundo artículo que presento, en la misma página literaria del Diario de Las Palmas. Ahora sin firma. Tampoco aparece firmado el artículo aparecido en marzo de 1983 en la misma página cultural del periódico, donde se transcribe la carta de Octavio Paz. El lector no avisado de la época no se entera de que el destinatario de la carta de Paz es Manuel González Sosa. Luego presento la noticia que de estos hechos da la revista mexicana fundada por Octavio Paz, Vuelta (n.º 77, abril de 1983, pp. 51-52: “¿Asbaje, asuaje, azuaje?”); y, como final, lo que dice Octavio Paz en la segunda edición de su libro. Como "Apéndice" va la traducción del artículo de Robert Ricard, de 1960, realizada por M.ª Dolores de la Fe.

 

 

Diario de Las Palmas, 30-XII-1982, pp. 16-17 [Cartel de las letras y las artes]: “Los trabajos y los días”: “¿Raíces grancanarias de sor Juana Inés de la Cruz?”, F. L.


El último libro de Octavio Paz (1), apasionante tanto por su tema central como por los laterales que se van concadenando desde el principio, vuelve a airear, con los otros, uno de los varios enigmas que salen al paso de quienes pretenden aclarar importantes aspectos de la vida de sor Juana Inés de la Cruz: el origen familiar y territorial de su padre, Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca.

     Según el testamento de la madre de la poetisa, Isabel Ramírez de Santillana, todos los suyos –seis– fueron hijos naturales, habidos los tres primeros (y entre ellos, Juana Inés) con Pedro Manuel de Asbaje, y el resto con el capitán Diego Ruiz Lozano. La especie de que Pedro Manuel procedía de las Vascongadas la propalaba la misma sor Juana, seguramente haciéndose eco de la falsa creencia de que el apellido Asbaje era vasco; creencia fundada acaso en la aparente similitud fónica del gentilicio con otros de raíz euskera más o menos deformados en su implantación americana. Según Octavio Paz, Unamuno, que llegó a interesarse por el origen del apelativo paterno de la escritora, acabó poniendo en entredicho su oriundez vasca; y negativos del todo resultaron también los rastreos que llevó a cabo en Guipúzcoa la investigadora norteamericana Dorothy Schons.

     Sin embargo, a lo que parece, esta es una cuestión resuelta, al menos en parte. Según don Leopoldo de la Rosa Olivera y don Lothar Siemens Hernández, existe un trabajo de Robert Ricard en el que este vincula a Pedro Manuel de Asbaje (o de Asvaje) con la extinta familia grancanaria de los Azuaje. Trabajo que no nos ha sido posible consultar por ahora y que acaso fuera publicado en alguna revista canaria (El Museo Canario o la Revista de Historia), ya que de otra forma no se explica el completo silencio que guarda Octavio Paz en relación con el particular, del que sin duda hubiera tomado nota si el escrito del hispanista francés fuera conocido entre los eruditos mexicanos (Hace tres o cuatro años, en una reunión celebrada en la casa de Lothar Siemens y a la que asistían, aparte otros, Juan Marichal y Ramón Xirau, el musicólogo canario hizo hincapié en el artículo de Robert Ricard; y sorprende que Xirau, buen amigo y casi convecino de Paz, no haya tenido ocasión de comentar con este la noticia. Noticia preciosa si, como parece, hace tiempo que los estudiosos de sor Juana andan buscando las pistas que conduzcan a la revelación de la identidad del progenitor de la monja novohispana).

     Como entre nosotros es bien sabido Azuaje (y, por lo tanto, Asvaje y Asbaje) es una corrupción del cognomento genovés Zoagli (Zuagi en el dialecto ligur) que ostentara el padre de Damián de Azuaje, regidor que fue de Gran Canaria desde 1530 hasta por lo menos 1553, y del que, según las notas que tenemos a la vista, hay constancia de que aún vivía aquí en 1572. Pero no es Damián el único de los Azuaje del que hay noticias documentadas en nuestros archivos. Existieron también, que sepamos, Brígida, Gabriel y Francisco, este último igualmente regidor del Cabildo de Gran Canaria, por lo menos entre 1575 y 1584 (2).

     En cuanto al segundo apellido de Pedro Manuel de Asbaje, o sea Vargas Machuca, también abundó en nuestra isla, a donde fue traído al principio del siglo XVI por Sancho de Vargas Machuca, fundador de la ermita de Santa María de Guía y tronco de una larga descendencia que desde Guía y Gáldar se extendió a Arucas, Agüimes, Las Palmas y Tenerife, entre otros lugares. Un Vargas Machuca, natural de Arucas, fue el padre del primer presidente civil de la República de Venezuela, con lo que queda evidente el trasplante a las orillas del Caribe de por lo menos una rama de este linaje. Y de otra parte, hay constancia de que Damián de Azuaje poseyó tierras en Trasmontaña (Arucas), no siendo estas las únicas que la familia debió de tener en aquella comarca, como lo demuestra la supervivencia del actual topónimo Azuaje (lugar y barranco) en la raya de Arucas y Moya.

     Ya se sabe con qué extremada cautela han de considerarse los apellidos vigentes hasta entrado el siglo XVIII. Había entonces libertad absoluta para escogerlos de entre el extenso rosario de ellos formado por los abolengos confluyentes, y de ahí que muchas veces corramos el riesgo de dar por fidedignos unos vínculos parentales demasiado remotos si no completamente ilusorios. Pero, con todas las reservas que se quiera, la concurrencia de los dos que nos ocupa en una misma persona y la ligazón de ambos a un lugar muy concreto, y junto con la ausencia de antecedentes de uno de ellos en otras zonas, son datos que no pueden ser desdeñados así como así.

    Estas consideraciones huelgan del todo si ese artículo de Robert Ricard prueba fehacientemente la oriundez grancanaria de Pedro Manuel de Asbaje. Pero si en él solo se apunta una posibilidad, deben ser tenidas en cuenta por algunos de nuestros historiógrafos o genealogistas, quienes, consecuentemente, habrían de avanzar en la indagación, acometiendo una pesquisa a fondo en los archivos insulares, con lo que además de ayudar a esclarecer un punto oscuro y no carente de interés de la biografía de sor Juana, contribuirían a acrecer la dedicación española a asuntos no específicamente nacionales, conjurando así una de las limitaciones de que adolece nuestra investigación; limitación aún más llamativa si se considera la ingente aportación que representa la labor realizada por los hispanistas en todas partes, Hispanoamérica incluida.

F. L.

 

(1) Octavio Paz: Sor Juan Inés de la Cruz o las trampas de la fe. Seix Barral, 1982.

(2) Los datos que barajamos han sido tomados de obras de Leopoldo de la Rosa Olivera1, Manuel Lobo Cabrera y Francisco Caballero Mujica.

 

 

 

Diario de Las Palmas, 10-II-1983, pp. 16-17 [Cartel de las letras y las artes]: “Acotación al artículo de Robert Ricard”2.

 

Un comentario publicado en Cartel el 3 de diciembre de 1982, derivado de la lectura de uno de los capítulos del último libro de Octavio Paz (Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe), aludía a un trabajo del hispanista francés Robert Ricard en el que se trata de una posible relación del apellido paterno de la poetisa mexicana con la extinguida familia grancanaria de los Azuaje.

     Este trabajo, que fue publicado en el Bulletin Hispanique (Burdeos, [1960], LXII, núm. 3, pp. 333-335), podemos ofrecerlo hoy a nuestros lectores gracias a una indicación de Lothar Siemens y a la pericia buceadora de José León Gutiérrez, que lo localizó rápidamente en la hemeroteca de El Museo Canario. A ambos, y a María Dolores de la Fe, que hizo la traducción, les expresamos nuestro reconocimiento.

     Con objeto de centrar el asunto en la medida de lo posible, en las notas que siguen resumimos algunos de los aspectos del estado de la cuestión, a la luz de lo que puede leerse en la obra citada de Octavio Paz.

     No se conoce ningún dato fidedigno que avale la procedencia vasca del padre de sor Juana. Al parecer, la atribución de este origen está basada en lo escrito por el jesuita Diego Calleja en la aprobación del último tomo de las obras de la poetisa, publicado en Madrid en 1700, así como en una confesión de esta, en la que se declara “rama de Vizcaya”. Calleja, residente en la Península, no conoció personalmente a la monja, aunque sí mantuvo con ella una extensa correspondencia y trató a algunos de sus amigos, entre ellos el marqués de Mancera, uno de los virreyes que la protegieron espléndidamente. Pero Juana Inés, hija natural –aunque alguna vez se dijo “hija legítima”–[,] desde muy niña dejó de ver a Pedro Manuel de Asbaje, “si es que lo conoció”, y lo mismo puede decirse con respecto a la familia de su progenitor. El recuerdo del padre no fue cultivado en su casa, en donde más bien se hizo “todo lo posible para dejarlo en la sombra”. Ella, lo mismo que sus hermanas, no llevó el apellido paterno, salvo, al parecer, cuando vivió en la corte virreinal. Estas circunstancias, unidas al hecho de que el texto del padre Calleja abunda bastante en lo legendario, no puede decirse que abonen la tesis de la oriundez vascongada. De otra parte está el resultado negativo de las averiguaciones realizadas por la investigadora norteamericana Dorothy Schons en Vergara (Guipúzcoa), lugar que el padre Calleja señala como originario del linaje y en cuyos archivos parroquiales no hay ningún rastro del apellido Asbaje ni de sus variantes tenidas en cuenta.

     También según Octavio Paz, el patronímico aparece documentado alguna vez en México con las formas Azvaje y Azuaje.

 

 

 

Diario de Las Palmas, 17-III-1983, pp. 16-17 [Cartel de las letras y las artes]: “Una carta de Octavio Paz”.

 

Octavio Paz ha tenido la gentileza de acusar recibo de los comentarios publicados hace poco en Cartel a propósito de la oriundez aún no aclarada del padre de Sor Juana Inés de la Cruz. Como recordarán nuestros lectores, tales comentarios derivaron de uno de los capítulos de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, el último y denso libro del gran escritor mexicano, quien nos da a conocer su punto de vista sobre este concreto particular en carta de la que transcribimos lo que atañe a la cuestión.

     “Le agradezco mucho su inteligente y erudito comentario sobre el nombre del padre de Sor Juana Inés de la Cruz. Después leí la nota de Ricard, que también usted comentó en un artículo posterior (me lo envió Jorge Rodríguez Padrón). La hipótesis es todavía frágil pero abre caminos y perspectivas. No es imposible que Asbaje –como lo vio Unamuno– sea realmente Azuaje y que Azuaje sea como piensan Ricard y otros, Suaggi o Zoagli. En todo caso, algo se ha ganado. Azuaje es nombre de Canarias, casi seguramente de origen genovés. Pero ¿por qué no aparece ningún Azuaje o Asuaje en Vergara? Usted apunta que Sor Juana se “hacía eco de la falsa creencia de que el apellido Asbaje era vasco”. No lo creo: ella repetía una tradición familiar que debe de haber tenido algún fundamento. Sor Juana se refiere a su origen vasco en la dedicatoria del segundo tomo de su obra (1692) y en unos villancicos (1685) en los que usa varios términos de la lengua vasca y comenta:

                                             Nadie el vascuence murmure,
                                             que juras a Dios eterno
                                             que aquesta es la misma lengua
                                             cortada de mis Abuelos.

     El misterio se disiparía, quizás, si se lograse en algún lugar de España cartas y manuscritos de Sor Juana. Es difícil pero no imposible Tal vez en Sevilla, si hay descendientes de Juan de Orve y Arbieto, un personaje que supongo, con fundamento, muy ligado a los Medinacelli y los Laguna. O en Madrid, en los archivos de los Condes de Paredes. O en El Escorial: la amiga protectora de Sor Juana, la Condesa de Paredes, confió el manuscrito del primer tomo, que la poetisa le envió desde México, a las jerónimas del monasterio. O en algún archivo de la Compañía de Jesús: Sor Juana se carteó durante muchos años con el Padre Calleja, su biógrafo”.

 

 

Recorte de la carta de Octavio Paz en Cartel


 

 

Vuelta, México, n.º 77, abril de 1983, pp. 51-52: “¿Asbaje, asuaje, azuaje?”3, F. L.

 

La publicación del libro de Octavio Paz Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982) ha resucitado la querella del nombre del padre de la poetisa (Don Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca) ahora en Las Palmas (Gran Canaria). ¿El nombre de Don Padro es vasco o ítalo-canario? Unamuno fue el primero en señalar que Asbaje no parece nombre vasco. Dorothy Schons pensó que quizá la grafía correcta del nombre podría ser Asvaje o Azuaje*, pero tampoco encontró en los archivos parroquiales de Vergara que el Padre Calleja da como patria del padre de Sor Juana, rastros de esos nombres. Más tarde, Ricard aventuró la posibilidad de que viniese de Azuaje, lugar de Gran Canaria fundado por una familia genovesa, los Zuaggi o Zoagli. La hipótesis es muy frágil: no aparece ninguno de esos nombres en Vasconia y Sor Juana es terminante acerca del origen vasco de su familia paterna. Lo afirma en dos ocasiones: en la dedicatoria del segundo tomo de sus obras (Sevilla, 1692) y en los villancicos de la Asunción (1689), uno de los cuales, la "Ensalada", está escrito parcialmente en vascuence. En ese poemilla aparece un vizcaíno que, antes de comenzar a cantar, dice:

                                      Pues que todos han cantado,
                                      yo de campiña me cierro,
                                      que es decir que de Vizcaya
                                      me revisto. ¡Dicho y hecho!
                                      Nadie el vascuence murmure,
                                      que juras a Dios eterno
                                      que aquesta es la misma lengua
                                      cortada de mis abuelos.

     Juana Inés no puede ser más clara: el vascuence es la lengua de sus abuelos (y “cortada”, comenta Méndez Plancarte, “como rama desgajada del viejo tronco”). Pero la discusión sigue abierta. Reproducimos, a continuación, el ameno artículo de F. L. (iniciales que ocultan al escritor canario Manuel González Sosa), aparecido en el Diario de Las Palmas el 30 de Diciembre de 1982.
[Sigue el artículo firmado por F. L.]

 

Veamos ahora lo que dice Octavio Paz en su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México, FCE. Consulto la tercera ed., segunda reimpresión, de 1988 [la primera ed. es de 1982; la segunda, de 1983; la tercera, de 1983; su primera reimpresión, de 1985]: “Segunda parte. Juana Ramírez (1648-1668): 1. La familia Ramírez (pp. 89-107). pp. 98-99:

     El enigma del padre de Juana Inés, aparte de ser desconcertante, es uno de los grandes obstáculos a que se enfrentan sus biógrafos. ¿Quién fue, cuál era su origen y cuál fue su familia? Al afirmar el origen vizcaíno de Asbaje, el padre Calleja sigue a sor Juana. En la dedicatoria de sus obras a don Juan de Orve y Arbieto, la poetisa dice con orgullo que es “rama de Vizcaya” y agrega, haciendo uno de esos juegos de palabras que tanto le gustaban: “yo me holgara que [mis discursos] fuesen tales que pudiesen honrar y no avergonzar a nuestra nación vascongada; pero no extrañará Vizcaya que se le tributen los hierros que ella produce”. Dorothy Schons estuvo en Vergara (Guipúzcoa), que Calleja señala como la cuna de la familia de Asbaje, y no pudo encontrar rastro del nombre: “Hice buscar en los registros parroquiales el nombre de Asbaje. Nada. Los naturales del pueblo me dijeron que aquel nombre no parecía vasco”. Unamuno4 pensaba lo mismo e insinuó otra grafía: Asuaje o Azuaje. Robert Ricard encontró que Azuaje es el nombre de un lugar en la Gran Canaria, entre Firgas y Moya; probablemente la palabra es de origen genovés y los fundadores de Azuaje fueron unos Suaggi o Zoagli. Quizá, aventura Ricard, los Asbaje descubiertos por Dorothy Schons en México eran de esa familia “aunque todavía nuestras informaciones son muy vagas para permitirnos identificaciones ciertas”. La hipótesis del origen ítalo-canario del padre de sor Juana se inscribe en contra de los dichos por Calleja y por la primera poetisa. Ricard lo reconoce pero apunta que hubo una relación entre los numerosos genoveses instalados en España y el pueblo de Vergara: en 1593 se fundó, en esa población, un colegio de jesuitas gracias a la donación de una dama hispano-genovesa. ¿El padre de sor Juana vendría de una rama vascuence de los Azuaje (Zoagli) de Gran Canaria? [Nota 9: “Nota de Robert Ricard en el Bulletin Hispanique (Burdeos, LXII, núm. 3, 1960). En Canarias, después de la aparición de la primera edición de este libro, el tema despertó cierto interés. Véanse los amenos y eruditos artículos de Manuel González Sosa en el Diario de Las [pone “las”] Palmas (30 de diciembre de 1982 y 10 de febrero de 1983). González Sosa agrega que el segundo apellido de Asbaje, “o sea, Vargas Machuca, también abundó en nuestra isla” desde principios del siglo XVI”]. La hipótesis es frágil. Lo que sí es indudable es que la familia Ramírez y la misma sor Juana hicieron todo lo posible por dejar en la sombra a Pedro Manuel de Asbaje. Lo consiguieron: es un nombre sin cuerpo, un fantasma.

     Juana Inés apenas si menciona el nombre de su padre. Desde muy niña dejó de verlo, si es que lo conoció (la duda es lícita). Tampoco trató a los familiares de su padre y nunca habló de ellos. Aunque se dijo “hija legítima”, es seguro que no faltaron los chismorreos y las murmuraciones. Un feroz epigrama, con el que responde a un “soberbio”, revela que Juana Inés era sensible a las habladurías:

                                        El no ser de padre honrado,
                                        fuera defecto, a mi ver,
                                        si como recibí el ser
                                        de él, se lo hubiera yo dado.

                                        Más piadosa fue su madre,
                                        que hizo que a muchos sucedas:
                                        para que, entre tantos, puedas
                                        tomar el que más te cuadre.

     Los que han comentado este epigrama no han reparado que se refiere no tanto a su bastardía como al origen de su padre. ¿Asbaje no era honrado por ser plebeyo o por haber cometido algún delito o falta?

     Mientras vivió en el mundo Juana Inés llevó el apellido de su madre. En el retrato de Andrés Islas (1772) hay una inscripción que dice expresamente: “en el siglo fue conocida por doña Juana Ramírez, que así se afirmaba...” Su testamento lo confirma: “en el siglo me llamaba doña Juana Ramírez de Asbaje...” Una excepción: con motivo de la terminación de las obras de la catedral metropolitana (1667), se publicaron varias “descripciones poéticas” de la fábrica, llamadas “dedicaciones; en una de ellas –Poética descripción de la plausible pompa... (1668)– aparece un soneto en homenaje del autor del libro, el presbítero Diego de Ribera, escrito por “doña Juana Inés de Asbaje”. Se trata de uno de sus primeros poemas: vivía todavía en el palacio virreinal como dama de la marquesa de Mancera y tenía veinte años. Es posible que en la corte haya sido conocida como Juana Ramírez de Asbaje o Azvaje. Debe de haberse inclinado por el uso del apellido materno por una razón: vivió siempre, hasta que tomó el velo, en el círculo de la familia de su madre. El convento en que profesó, el de San Jerónimo, estaba reservado únicamente a las criollas y varias mujeres de su familia fueron también monjas en San Jerónimo. Así, tanto las consideraciones familiares como las sociales explican el uso del apellido materno, aunque es visible la satisfacción que que alude a su origen vascongado.

 

 

 

APÉNDICE: “El apellido paterno de sor Juana Inés de la Cruz”, traducido por M.ª Dolores de la Fe: Diario de Las Palmas, 10-II-1983, p. 16.

 

El padre de la ilustre poetisa mexicana sor Juana Inés de la Curz se llamaba Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca. Era un oficial vasco, originario de Guipúzcoa. Se conoce todo esto de manera cierta (1). Pero también es verdad que todos los especialistas están de acuerdo en que el patronímico Asbaje no es vasco (2). ¿De dónde puede proceder?

     Recordemos que la grafía Asbaje no es la única conocida. Se encuentra también, como es natural, Asvaje, Asuaje y Asuage (3). Unamuno, instintivamente, prefería la forma Asuaje (4), y esta intuición de gran escritor parece conducir a la solución. El término Asuaje se encuentra, en efecto, en otro punto del territorio español. Se conoce en Gran Canaria, entre Firgas y Moya, en una comarca rica en aguas minerales, un lugar llamado Azuaje –como se ve, con una ligera diferencia gráfica que pudiera ser consecuencia de descuido, ya que el patronímico también se encuentra escrito alguna vez de esta forma (5). En La isla y los demonios, la novelista Carmen Laforet describe este lugar como un pequeño paraíso terrestre, lleno de verdor, de flores y de aguas murmurantes. Tras este topónimo se esconde, muy probablemente, como suele suceder, un apellido de familia: la familia genovesa de los Suaggi o Zoagli, transformados en Azuaje (7). Nadie ignora que los genoveses, numerosos en todas partes, lo fueron particularmente en Canarias, adonde llegaban a menudo con escala en la Península (8). Existe así un apellido Azuaje o Asuaje que no es lingüísticamente vasco y ni siquiera hispánico. Por tanto es inútil preguntarse, como se ha hecho –con reserva del resto– si Asuaje no sería una alteración de un nombre vasco, como Arsuaga o Asuaga (9).

     La hipótesis se impone en tanto en cuanto mi aproximación no debilita de ningún modo el origen vasco de Pedro Manuel de Asbaje. Es una verdad trivial que muchos vascos perfectamente auténticos llevan un apellido que no es vasco (10) y no es sorprendente que se halle en Vergara un patronímico genovés castellanizado. Por el contrario, no puede afirmarse, hasta más amplia información, que existe un lazo entre los Azuaje de Canarias y los Asbaje de Vergara (11). Pero lo hay, aunque todavía es difícil apreciar su significación, entre la zona de Vergara-Oñate y los genoveses de España. El colegio de los Jesuitas de Vergara fue fundado en 1593 gracias a una donación hecha por una dama genovesa, María Magdalena Centurione, cuñada del célebre Spínola. Esta dama tenía como director espiritual a un jesuita de Oñate. Cuando enviudó, quiso hacerse carmelita, y al distribuir sus bienes antes de entrar en el convento, asignó una suma a la fundación de un colegio en el país vasco español. Así se creó el de Vergara (12). En cualquier caso, la presencia en Vergara de una familia de genoveses hispanizados que llevara el apellido Asbaje o Asuaje entra dentro de lo posible. De otra parte, el patronímico hasta ahora solo presentaba dificultades. Su existencia en Canarias, con un origen conocido, parece explicarlo de forma satisfactoria.

 

(1) Véase la gran edición de las Obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz, por Alfonso Méndez Plancarte y Alberto G. Salceda, Fondo de Cultura Económica, t. I, México (1951), p. XXVII y p. LVII (n. 35), y t. IV, México (1957), p. 630. El hecho se acepta sin comentarios por el P. Antonio de Legarda, Lo “vizcaíno” en la literatura castellana, San Sebastián, 1953, p. 16.

(2) Cif. las observaciones de René Lafon y de sus correspondientes en Bull. hisp., t. LVI, 1954, p. 179-180; véase también Obras completas de Sor Juana, t. I, p. LVII (n. 35). M. Lafon quiere remitirme a Isaac López-Mendizábal, Etimologías de apellidos vascos, Buenos Aires, 1958, p. 32, que relaciona Asbaje con Arbaitze; pero estima personalmente que esta relación no está fundamentada.

(3) Cif. Obras completas de Sor Juana, t. I, p. LVII (n. 35), p. LVIII (n. 37), y t. IV, p. 630.

(4) Ibíd. t. I, p. 363 (Carta a Alfonso Reyes del 7 de julio de 1920).

(5) Cif. Obras completas de Sor Juana, t. I., p. LVII-LVIII (n. 35).

(6) Carmen Laforet, La isla y los demonios, Barcelona, Ediciones Destino. 3.ª edición, 1954 (col. Áncora y Delfín, núm. 64), p. 218-222. En su antigua obra de recuerdos, Verneau menciona Azuaje y describe este paraje con tanto entusiasmo como Carmen Laforet (René Verneau, Cinco años de estancia en las Islas Canarias, París, 1891, p. 206-207).

(7) Tomo esta reseña de Alejandro Cioranescu, que menciona el hecho a propósito del poeta Bartolomé Cairasco de Figueroa (Cif. Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas, núm. 3, 1957, p. 278). Gracias a la amable intervención de su colega don Elías Serra Ráfols, el señor Cioranescu tuvo la atención de comunicarme numerosos y apreciables informes complementarios sobre los Azuaje. No daré de ellos aquí sino lo esencial. Los Azuaje serían los Suaggi o los Zoagli, y además del topónimo, su recuerdo quedó perpetuado en Las Palmas, en el barrio de Vegueta, con la calle del Regidor Damián de Azuaje, denominación que fue sustituida luego por la de López Botas. En el origen de la familia se encuentra un genovés, Pedro de Azuaje, casado en Baeza con Marina Díaz. Este, al enviudar, se trasladó a Gran Canaria con sus dos hijos, Damián –el futuro regidor (1550; muerto antes de 1572)– y Peregrina de Azuaje. Los Azuaje se afincaron desde entonces en Gran Canaria, donde contrajeron diversas alianzas, en particular con otras familias de origen italiano (los Rapallo, y los Lercaro). Algunos miembros pasaron de Canarias a México, tales como Francisco de Azuaje (o Suaxe), muerto en México antes de 1616; Jerónima de Lercaro de Suaxe, bautizada en Las Palmas en 1570 y presente en México en 1616-1619, e Inés de Herrera y Suaxe, bautizada asimismo en Las Palmas en 1573, y presente también en México en 1616-1619. Se sabe que otros miembros de la familia fueron a las Indias o residieron en ellas, pero sin precisión geográfica. No es imposible que los Asbajes descubiertos por Dorothy Schons en los Archivos de Indias (citados en Obras completas de Sor Juana, t. I, p. LVII, n. 35) pertenezcan a esta familia, pero las informaciones de que disponemos, tanto de un lado como de otro, permanecen todavía muy vagas para permitirnos identificaciones ciertas.

(8) En relación con los genoveses de Canarias, sobre los que existe una abundante documentación, véase en particular: Elías Serra Ráfols y Leopoldo de la Rosa, Acuerdos del Cabildo de Tenerife, v. II, 1508-1513, La Laguna de Tenerife, 1952, passim, y especialmente p. IX-X; Manuela Marrero, Los genoveses en la colonización de Tenerife 1496-1509, en Revista de Historia (La Laguna), t. XVI, 1950, p. 52-64, e Hipólito Sancho de Sopranis, Los Sopranis en Canarias: 149?-1620, ibíd., t. XVII, 1951, p. 318-336.

(9) Cif. Bull. hisp., t. LVI, 1954, p. 180.

(10) Cif. José de Arteche, Caminando, Zaraúz, 1947, p. 41.

(11) Existe en Gran Canaria un lugar de menos de 300 habitantes denominado Vergara. Está situado en el término municipal de Guía, por consiguiente no lejos de Azuaje. Pero la documentación canaria no establece ninguna relación entre los Azuaje de Gran Canaria y el País Vasco. Es posible que este aldea de Vergara haya sido fundada por vascos, apenas poco más puede decirse del estado actual de nuestra información.

(12) Sobre todo esto, véase el gran libro del P. José Malaxechevarría, La Compañía de Jesús por la Instrucción del país vasco en los siglos XVII y XVIII, San Sebastián, 1926, p. 39, 42 y 116. Vuelto a tomar por Leandro Silván, Los estudios científicos en Vergara a fines del siglo XVIII, San Sebastián, 1953, p. 21 (n. 10).

(13) La presente nota anula naturalmente el fin de la que figura en mi primera lectura de 1954 sobre Sor Juana (Una poetisa mexicana del siglo XVIII, Centro de documentación universitaria, París, s. d., p. 12, n. 2).

 

 

 

Notas

1. Leopoldo de la Rosa Olivera, en el artículo titulado “Francisco de Riberol y la colonia genovesa en Canarias” (Anuario de Estudios Atlánticos, n.º 18, 1972, págs. 61-138), dice en la pág. 131, en la entrada AZUAJE: “De los Azuaje desciende la poetisa sor Juana Inés de la Cruz, según Robert Ricard”.

2. En la página 16 se presenta el artículo de Robert Ricard (“El apellido paterno de Sor Juana Inés de la Cruz”), traducido por M.ª Dolores de la Fe, y que presento en el "Apéndice" de este rescate.

3. En Aurora M. Ocampo y otros, Diccionario de escritores mexicanos, siglo XX. Desde las generaciones del Ateneo y novelistas de la Revolución hasta nuestros días. Volumen VI (México, 2002), aparece entre los artículos de Octavio Paz (p. 344).

4. [Nota mía] Unamuno, en Obras completas de Sor Juana, “t. 1, p. 363 (lettre à Alfonso Reyes du 7 juillet 1920)” (Robert Ricard, en “L’ «Apellido» paternel de Sor Juana Inés de la Cruz”, Bulletin Hispanique, t. LXII, 1960, n.º 3, pp. 333-335).

 

 

Noticias Relacionadas
Comentarios
Domingo, 15 de Diciembre de 2019 a las 08:33 am - reflexivo

#01 Compruebo que los textos que presenta Antonio Henríquez contradicen de plano alguna de las noticias que del mismo asunto da Maximiano Trapero en el artículo del último número del Anuario de Estudios Atlánticos “Sobre la ascendencia canaria de sor Juana Inés de la Cruz” (Maximiano Trapero (2018). Sobre la ascendencia canaria de Sor Juana Inés de la Cruz. Anuario de Estudios Atlánticos; nº 65: 065-009.

Veinte años antes de lo que el señor Trapero afirma, ya estaba dicho lo sustancial por Manuel González Sosa. ¿Acaso la edición de la obra de Octavio Paz que cita en la página 8 de su artículo, y referencia en la Bibliografía, 1994, no traen estas palabras de Octavio Paz: “Véanse los amenos y eruditos artículos de Manuel González Sosa en el Diario de Las Palmas (30 de diciembre de 1982 y 10 de febrero de 1983)”. Yo las leo muy claritas en cualquiera de las reimpresiones de la segunda y tercera edición de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. Y también las leo en la nota a pie de página de la página 99 de una edición del libro de Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica de 1994 que se encuentra en internet, buscando en Google “Son Juana Inés de la Cruz, o, Las trampas de la fe”.