Durante la visita que a principios de 1745 hizo a Güímar (Tenerife) el obispo don Francisco Guillén, los vecinos de El Escobonal (donde ya vivían 40 familias, o sea, unas 200 personas) solicitaron y obtuvieron del mismo licencia verbal para construir una ermita, justificada por la gran distancia que separaba este pago de la parroquia matriz, lo que motivaba el que siempre, pero principalmente en los crudos inviernos y en los veranos calurosos, existiesen serias dificultades para acudir a la parroquia de san Pedro a oír misa y hacer los ejercicios católicos, por lo que se quedaba mucha gente de este lugar sin hacerlo. De este modo, siendo beneficiado de Güímar don Domingo Paes y Galdona, los vecinos de Agache comenzaron a construir la indicada ermita en la zona de Cano de El Escobonal, en terrenos cedidos por el capitán de Milicias don José Delgado Trinidad y Díaz. Una vez concluidas las obras, el 15 de septiembre de 1754 el nuevo templo fue dotado por los vecinos. Al día siguiente, el visitador general don Estanislao de Lugo concedió licencia para celebrar en ella el santo sacrificio de la Misa y demás oficios religiosos, dando comisión para bendecirla al beneficiado de las parroquiales de Güímar y Candelaria. El 17 de dicho mes, el mismo visitador nombró como su primer mayordomo al capitán don José Delgado Trinidad. Y, finalmente, una vez dotada de todo lo necesario, esta primitiva ermita de San José fue abierta al culto y bendecida el 24 de enero de 1755, por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez. De esta manera, comenzó el culto a san José en El Escobonal y su comarca.
El pequeño templo quedó presidido por una bella imagen de san José de talla completa y policromada, probablemente del siglo XVIII, aunque algunos especialistas la consideran más antigua (del siglo XVII), que hasta 1942 presidió las Fiestas Patronales en honor del santo, acompañada casi desde el principio por la vieja imagen de la Inmaculada Concepción.
Las primitivas imágenes de san José y la Inmaculada Concepción. La antigua imagen de san José, que se veneró en la Ermita Vieja de Cano probablemente desde su apertura al culto, pasó en 1862 a presidir la nueva iglesia construida en el centro del pueblo y en ella permaneció hasta que fue destruida por un incendio en 1942.
Con motivo de la desaparición de esta bella imagen, devorada por las llamas, fue descrita por Pedro Tarquis en un interesante artículo ("El reciente incendio de la parroquia de El Escobonal". La Tarde, miércoles 15 de abril de 1942), en el que lamentaba que no hubiese podido ser extraída del incendio la excelente escultura del Patrono de la iglesia, el Patriarca San José, una de las tallas de más nota de cuantas se veneran en el sur de nuestra isla. Añadiendo luego: Los verdaderos amantes de las obras de arte, recordarán siempre con amargura y desconsuelo la imagen de San José de El Escobonal, tan amada por los vecinos del pequeño pueblo, ya que las obras de mérito de la época del Renacimiento no pueden adquirirse ni aun con mucho dinero, pues los que las poseen no se desprenden fácilmente de ellas. No obstante el mérito de esta escultura, era casi desconocida de la mayor parte de los habitantes de la isla. Dicho especialista en Historia del Arte la había visto años antes al visitar el templo, en el que se destacaba notablemente de todas las demás esculturas, tanto por la vida que supo infundirle el artista que la creara, como por la inspirada y vibrante ejecución de la misma. Esta imagen de San José, de talla completa y policromada, se encontraba a la izquierda, en el retablo del altar mayor. Las demás imágenes del templo, aunque propicias por su factura a la devoción de los fieles, eran «imágenes de vestir» del siglo XVIII, vulgares de forma y de técnica floja, contrastando con esta obra, elegante y estilizada que daba la sensación de que se desprendía del templo modesto o de que, por un hecho casual había sido transportada a él desde otro de mayor abolengo artístico. En 1941 volvió a visitarlo y pudo contemplar la escultura más de cerca, confirmando desde luego que era la obra más antigua de la iglesia y que a mi juicio era de la mejor época de nuestros imaginemos del XVII.
El Sr. Tarquis describía a continuación dicha talla, con todo detalle: No se parecía el San José de la iglesia de El Escobonal a otros que poseemos en Tenerife, en su mayoría de corte italiano […]. Esta notable escultura -de la cual no sé si habrá quedado alguna fotografía- poseía un realismo quizás extremado, pues nos recordaba a un aldeano español característico, con todos los rasgos peculiares de la raza debido probablemente a haber sido esculpido frente a un modelo del natural. Sin la vara florida y el traje talar, podría creérsele un labriego castellano, seco y curtido. Por sólo esto, dejando a un lado la ejecución y la sobriedad de la policromía, pudiera clasificarse en la desaparecida escultura como obra de la escuela española cuyo autor es para nosotros desconocido. / La característica principal de esta talla, además del realismo, era la ejecución fogosa, advirtiéndose con toda claridad los golpes de la herramienta, especialmente en las manos, esculpidas sin embargo con soltura y sencillez, cualidad que también podía apreciarse en la cabeza, palpitante de vida y originalidad y quizás un tanto apartada del sentimiento puramente religioso. En cuanto a la primitiva Inmaculada Concepción o Purísima, también desaparecida en el incendio, era una imagen de candelero o de vestir, pues la talla de madera se limitaba a la cabeza y las manos; de autor desconocido, probablemente fue esculpida también en el siglo XVIII.
Primitiva imagen de san José, talla desaparecida en el incendio de 1942
Principales aspectos de la fiesta. El 19 de marzo de 1755 se celebró la primera fiesta de Agache en honor del nuevo Patrono, tras la bendición de la primitiva ermita, y desde entonces se ha seguido haciendo anualmente, salvo por motivos extraordinarios. En esa misma fecha de marzo se continuaron celebrando durante décadas las Fiestas Patronales de san José, hasta que en el siglo XIX se trasladaron al primer domingo de agosto, fecha en la que ya se celebraban en 1850. Con dicho cambio se buscaban unas mejores condiciones climáticas y, por lo tanto, menor riesgo de suspensión y una mayor asistencia de público; además coincidía con un período de menor actividad agrícola, lo que también favorecía el que los miembros de la comisión pudiesen dedicarle más tiempo, tanto a la organización como a la participación en la fiesta.
Las fiestas se celebraron durante más de un siglo en el llano que rodeaba a la Ermita Vieja de Cano, en la parte baja de El Escobonal, hasta 1861 (aunque luego continuaría celebrándose allí la fiesta de san Vicente Ferrer, nueva advocación de dicho templo); y a partir de 1862 se trasladaron al llano de tierra situado delante de la iglesia nueva, en el centro del pueblo, que en 1938 fue transformado en una auténtica plaza, con pavimento de cemento, bancos y árboles.
A mediados del siglo XIX la fiesta principal ya se celebraba el primer domingo de agosto, aunque los actos festivos se extendían también al sábado de la víspera y, en ocasiones, al lunes inmediato. Al igual que aún sucede con las Fiestas de san Pedro de Güímar, en este período las de san José eran organizadas por las dos mitades en que se dividía el pueblo, El Escobonal de Arriba en los años pares y el de Abajo en los impares. Los palos o plumas con las primeras banderas se plantaban en la plaza el fin de semana anterior al de la fiesta y se adornaban por entonces con ramas de brezo o faya y hojas de palma, colocándose en los días siguientes el resto de los adornos por los distintos accesos a la plaza.
Solía comenzar con el repique de campanas y lanzamiento de cohetes. No faltó nunca la actuación de la danza en la tarde del domingo principal por la plaza y el centro del pueblo, así como en la procesión, siempre acompañada por el flautista y tamborilero (que en esta etapa fue primero Cho Gaspar Díaz el Cojo de la Pita y luego su hijo Cho Cirilio Díaz). Casi nunca faltó la actuación de una banda de música el día principal de las fiestas o los dos días, alternándose sobre todo las de Arafo con la de Güímar; en su recibimiento (primero por la mañana y luego en las primeras horas de la tarde), que era un número esperado. La banda llegaba al sector que organizaba la fiesta (a La Montaña en los años pares y a El Pino en los impares), desde donde se dirigía hasta la plaza de San José en cabalgata anunciadora, ejecutando alegres marchas y pasacalles; luego, además de dar conciertos, amenizaba los paseos y los bailes en la plaza, y por la noche acompañaba a la procesión, junto con la danza. Asimismo, esa banda invitada tocaba la Diana del día principal por las calles principales.
En la mañana del domingo, día principal de la fiesta, se celebraba una solemne función religiosa, en la que desde los años treinta del siglo pasado se invita a un destacado orador sagrado. Un número prácticamente fijo era la corrida de sortijas, que primero fue en bestias (caballos, burros o mulas) y a partir de los años veinte en bicicleta, la cual se celebraba inicialmente el domingo y luego pasó al sábado. Sobre todo a partir de 1930, en que se formó el primer partido o bando de El Escobonal, casi siempre se celebraba un encuentro de lucha canaria el domingo por la tarde, aunque a veces no se especificaba en el programa. En la noche del día principal tenía lugar la procesión, en la que primero solo se sacaba a la imagen de san José y luego, desde finales del siglo XIX, se incorporó a ella la Purísima o Inmaculada, con la participación de la danza de las cintas y banda de música, quemándose en su recorrido multitud de fuegos artificiales por uno o dos pirotécnicos, culminando con la exhibición de la Entrada. Y tanto el sábado como el domingo se celebraban bailes, a distintas horas (mañana, tarde y noche), a veces especificándose que eran regionales, amenizados por pianolas, orquestas o la propia banda invitada, tanto en salones particulares como en los casinos, además de verbenas en la propia plaza.
Si bien la fiesta principal pasó al mes de agosto, en el mes de marzo se ha continuado celebrando en este pueblo la festividad de san José, siempre con los actos religiosos, a los que a veces se han añadido algunos populares.
Hasta los años veinte del pasado siglo XX, las primeras referencias que encontramos en la prensa más que a las fiestas en sí hacen referencia a sucesos que tuvieron lugar con motivo de las mismas. Pero a partir de dicha década ya se comienzan a publicar los programas detallados, aunque desgraciadamente no todos los años. Veamos a continuación, siguiendo un eje cronológico, la información que hemos podido encontrar de nuestras fiestas en los archivos y periódicos editados en ese amplio periodo.
1850: LA FIESTA YA SE CELEBRA EL PRIMER DOMINGO DE AGOSTO. A mediados del siglo XIX, las fiestas principales en honor de san José ya se celebraban el primer domingo de agosto. Así se desprende del libro Noticia de la Iglesia parroquial matriz del Apóstol San Pedro, Beneficio curado y Vicaría foránea de Güímar (págs. 40-43), publicado en 1850 por un ilustre sacerdote y escritor güimarero, el Dr. Agustín Díaz Núñez. En esta obra hizo una descripción detallada de la parroquia de Güímar, en la que incluye los pagos de Agache y, entre ellos, El Escobonal: como á dos leguas y media de la Parroquia, el último de la feligresía con ciento sesenta y seis, denominado Escovonal ó Agache; tan antiguo, que de él habla el señor Cabeza de Vaca en su mencionado auto de Visita de mil quinientos treinta, y que por quedar Fasnia tan inmediato á él, se presume que ambos fueron comprendidos al principio bajo aquel mismo nombre de que usa el citado Diocesano, como parte integrante uno y otro del vecindario de Güimar. Más adelante, entre las ermitas del término, menciona la de san José y su fiesta anual: También corresponde á la Parroquia otra que hay en el antedicho Pago del Escovonal de que es Patrono San José, cuya fiesta hace el Beneficio cada año el Domingo primero de Agosto.
1851: CORTE DE PINOS PARA ORNATO DE LA FIESTA. El 27 de julio de 1851, el Ayuntamiento de Güímar tomó el siguiente acuerdo plenario: Asimismo se acuerda se oficie al Sr. Gefe para si permite cortar pinos para la fiesta de San José. Suponemos que la finalidad era adornar la explanada de tierra situada delante de la antigua Ermita de san José, en Cano, para darle un aspecto más acogedor.
1862: BENDICIÓN DE LA ERMITA NUEVA Y TRASLADO DE LA FIESTA AL CENTRO DEL PUEBLO. Tras la construcción de la nueva ermita de san José en El Escobonal, más céntrica y de mayor capacidad que la anterior, el 21 de mayo de 1862 fue bendecida e inaugurada, trasladándose a ella la imagen del patrono San José desde la antigua Ermita de Cano, en una solemne ceremonia presidida por el Dr. don Agustín Díaz Núñez, beneficiado de San Pedro de Güímar. A partir de este año, las fiestas en honor de San José se celebraron en el nuevo templo y en la explanada de tierra anexa al mismo, que comenzó a ser utilizada como plaza.
La vieja ermita de Cano quedó dedicada desde entonces a san Vicente Ferrer, al que también se le hacía una fiesta, de la que nos ocuparemos en otra ocasión.
1880-1892: ASISTENCIA DE LA GUARDIA PROVINCIAL A LA FIESTA. Estas conmemoraciones anuales servían como desahogo al esforzado campesino, endurecido por las agotadoras faenas agrícolas; no siendo muy extraño que durante las mismas, tras calentar el cerebro con un poco de alcohol, se entablaran algunas riñas o peleas, llegando a ser verdaderas batallas campales cuando decidían boicotearla los vecinos de la parte del pueblo que no tomaba parte activa en la fiesta, o cuando los jóvenes de Fasnia venían con la misma intención, irrumpiendo varios hombres armados con palos en medio de las verbenas y hasta de las procesiones, pudiendo observarse verdaderas exhibiciones de nuestro juego autóctono; incluso en ocasiones los agredidos se vieron obligados a defenderse con los religiosos cirios sacados en la procesión.
Por ello, a finales del siglo XIX, cuando las fiestas de El Escobonal ya congregaban un considerable gentío, se hizo necesaria la presencia de fuerzas de orden público para evitar posibles altercados, como hemos comprobado en el Archivo Regional Militar de Canarias. Así, por ejemplo, en agosto de 1880 fue destinada a este pueblo una pareja de la Guardia Provincial para auxiliar al alcalde pedáneo en la fiesta de san José. El 5 de agosto de 1882 volvió a ser destinada a El Escobonal otra pareja de la Guardia Provincial, compuesta por los guardias primeros don Gabriel Borges García y don José de León Hernández, ambos naturales de Fasnia, con objeto de auxiliar a su autoridad local en el sostenimiento del orden en la festividad de San José, que aquí se celebraba en ese mismo día y el siguiente; el día 10 de dicho mes regresaron a su Puesto sin novedad. En 1883 asistió a la fiesta otra pareja de la Guardia Provincial. En agosto de 1885, fue destinada al pago de El Escobonal la pareja formada por el cabo 2.º don Antonio Cabrera Sanabria y el guardia don Ramón Martín Rodríguez, para auxiliar al Alcalde en el sostenimiento del orden público durante la festividad de San José. El 24 de julio de 1892, el Ayuntamiento de Güímar solicitó que dos parejas del puesto fijo de la Guardia Provincial de este municipio prestasen servicio en la fiesta de san José, que se iba a celebrar en el pago de El Escobonal los días 6 y 7 de agosto. Y suponemos que dichas fuerzas de orden público continuaron acudiendo a la fiesta hasta 1899, en que fueron sustituidas por la Guardia Civil.
1894: BATALLA CAMPAL EN LA PROCESIÓN DE SAN JOSÉ. Y la confirmación de que la presencia de las fuerzas del orden era necesaria se produjo tan solo dos años después, pues las fiestas de 1894 estuvieron marcadas por la violencia. Esta comenzó en la víspera y culminó el día principal, domingo 5 de agosto, en el que se produjo una batalla campal durante la procesión con la imagen titular y la Purísima Concepción, acompañada por la hermandad local, que fue recogida por El Liberal de Tenerife el miércoles 8 de dicho mes, en una reseña titulada “Fiesta y palos”, en la que erróneamente se incluía al pago de El Escobonal en el municipio de Fasnia: El domingo último se celebró en el pago del Escobonal –Fasnia– la festividad de San José. / Desde la víspera de la fiesta, ó sea el sábado por la noche, comenzaron las trompadas y palos, sonando también un tiro de revólver, cuyo proyectil hirió á uno en la cara. Pero llegó el domingo, y ya anochecido, el párroco de Güimar, Sr. Padilla, puso en marcha la procesión de San José y otra imagen, y al regresar á la iglesia, se convirtió la plaza en campo de Agramante; palos, pedradas, estandartazos, es decir, al hermano que llevaba el estandarte se lo arrebataron, y con él se abrió campo el que lo manejaba, resultando de la jornada que los santos los entraron en la iglesia como y cuando pudieran, que las hachas que llevaban encendidas los hermanos se hicieron pedazos, que se partió mucho palo y descompusieron paredes, que hubo muchas contusiones y como resúmen de la fiesta un hombre gravemente herido en la cabeza.
Por su curiosidad, este artículo fue reproducido íntegramente en el Diario de Las Palmas el 11 de ese mismo mes de agosto (pág. 2), bajo el epígrafe “¡Buena fiesta!”. De dicha reseña se deducen varias cosas: primero, que las fiestas ya se celebraban durante dos días, el primer domingo de agosto, que era el día principal, y su víspera; segundo, que en la procesión ya salían, igual que ahora, las imágenes de san José y la Purísima Concepción; tercero, que la iglesia, que aún no era parroquia, era atendida por el párroco de san Pedro de Güímar; y cuarto, que a pesar de esta circunstancia, contaba con una hermandad, en la que sus miembros portaban las correspondientes hachas (velas) y el estandarte. Dos años más tarde se celebró el juicio por el disparo que había tenido lugar en esta fiesta y que había ocasionado un herido grave, como recogió el diario La Opinión el 5 de mayo de 1896, bajo el titular “Audiencia”: Motivó el segundo de los juicios ayer celebrados, un delito complejo de disparo de arma de fuego y lesiones menos grave. Ocurrió el hecho en Agosto del 94 cerca de la Ermita de S. José, pago del Escobonal, siendo herido en la cara de un tiro de revolver José Marrero y procesado por éste hecho Francisco García Yanes que compareció en el banquillo. / No revestía el juicio una importancia grande, pero circunstancias especiales que concurrieron en la prueba, y en el modo de apreciar las partes el resultado de ésta, fué lo bastante para que se escucharan dos hermosísimas oraciones forenses. / Venía precedido el Fiscal Sr. D. Primitivo González del Alba de gran fama de orador y publicista y habiéndole escuchado ayer nos parecen pocos cuantos elogios se le tributen. Hizo gala de su elocuencia y de sus profundos conocimientos en la ciencia penal, formulando una acusación que resultó modelo en su género, y estuvo, realmente admirable, en su eruditísima disertación acerca del valor que debe darse á la prueba de testigos cuando éstos deponen en el acto del juicio de modo distinto que en el sumario. / Patrocinaba al procesado el Sr. Pulido, que estuvo tambien muy elocuente. La defensa fué digna de la acusación, pues contestó á la brillante improvisación del Ministerio público con otra no menos brillante y lucida, en la que procuró rebatir todos los argumentos del Fiscal. / Este pidió para el procesado la pena de tres años y tres meses de prisión correccional y el Sr. Pulido la absolución por falta de prueba. Pero, de momento, desconocemos la sentencia que se dictó en este juicio.
Interior de la nueva iglesia de san José antes de su destrucción, presidida por las primitivas imágenes
de San José y la Inmaculada Concepción
1916: SUSPENSIÓN DE LA FIESTA POR EL PÁRROCO DE GÜÍMAR. La llegada a la parroquia de san Pedro de Güímar del sacerdote don Vicente Ferrer de la Cruz ocasionó graves problemas a los vecinos de El Escobonal, que comenzaron a ver cómo sus paisanos morían sin recibir los Santos Sacramentos y que se suspendían las fiestas de san José de 1916 porque al párroco se le debían algunas misas, tal como recogió El Progreso el lunes 24 de abril de dicho año (págs. 1-2), en un artículo firmado por El Padre Jon y titulado “Desde Güímar. Notas amables”: Antes de que D. Vicente Ferrer de la Cruz se hiciese cargo de esta parroquia, todos los vecinos católicos del término eran asistidos en sus últimos instantes por un sacerdote; pero después de que el Sr. Ferrer se posesionó de ella, hace años ni uno solo de los fallecidos en el pago del Escobonal, que consta de cerca de dos mil habitantes, ha recibido esa última unción cristiana. ¿Sabía esto la mesnada? Y añadía luego: En el Escobonal se venía celebrando anualmente unos festejos dedicados a no recordamos qué santo. Este año debían tener lugar como en los anteriores; todo se hallaba dispuesto para ello, incluso concurrió fuerza de la Guardia civil, en los días señalados, al objeto de garantizar el orden público; pero el señor Ferrer lo dispuso de otro modo y decretó con la mayor naturalidad la suspensión de los festejos, porque según manifestó no le habían pagado allí unas misas. Las fiestas no se celebraron: claro que esto no tiene importancia para las ovejas ni para el pastor; pero a nosotros que somos tan cuitados todo nos alborota.
1918: UN HERIDO EN LA FIESTA. De las fiestas de san José de 1918, celebradas el sábado 3 y el domingo 4 de agosto, con algunos actos el lunes 5, solo trascendió a la prensa que ese último día se produjo “Un herido en la carretera”, como recogió El Regionalista el jueves 8 de dicho mes: Con motivo de las fiestas celebradas el lunes último en el pago de El Escobonal, del término de Güimar, la guardia civil encontró en medio de la carretera a un hombre herido, resultando ser éste el vecino de Fasnia José Fernández Vera, de 22 años y de oficio «chauffer». El citado individuo presentaba una pequeña herida en la oreja derecha, los ojos con equimosis y golpeada toda la cara; la camisa la tenía ensangrentada y toda rota. / El lesionado dijo que al salir del salón de baile de la casa de Florentín Duque, con un compañero suyo de profesión, llamado Jacinto Martín Sánchez, fué golpeado y arrojado al suelo, no pudiendo precisar si éste fué su agresor por hallarse algo embriagado y haber perdido el conocimiento. / Jacinto Martín ha sido detenido como presunto autor de las lesiones de José Fernández.
De esta reseña extraemos que ya por entonces durante las fiestas se celebraban bailes en salones particulares, como el mencionado de don Florentín Duque, y así continuó haciéndose hasta los años cuarenta.
1920: INCORPORACIÓN A LA FIESTA DE LA SOCIEDAD EL PROGRESO DEL ESCOBONAL. El 10 de octubre de 1919 se aprobó el reglamento de la nueva Sociedad El Progreso del Escobonal, que el 14 de junio de 1920 se constituyó oficialmente y eligió su primera junta directiva, y el 20 de ese mismo mes fue registrada en el Gobierno Civil. Fundada y presidida por don Felipe Armas de Miranda (maestro nacional y practicante en Medicina y Cirugía), se instaló en La Hoya de los Almendreros, en una casa propiedad de don Florentín Duque Castro. Centró su actividad en actos culturales y recreativos, sobre todo bailes, y en este año 1920 se incorporó de lleno a la fiesta en honor de san José, como continuó haciendo hasta 1922, en que se disolvió.
Asimismo, en el pleno celebrado el 16 de mayo de 1920, el ayuntamiento de Güímar aprobó la tarifa propuesta por el concejal inspector, que incluía por 6 obligaciones en la festividad de san José de El Escobonal, 375 ptas.; no obstante, se entendía que si la comisión de festejos de El Escobonal contrataba la banda para dichas fiestas, debería donársele por el Ayuntamiento 100 ptas, como así se hizo en los años posteriores. Posteriormente, en la sesión celebrada el 29 de marzo de 1921, se acordó modificar el arancel que venía rigiendo para el cobro de las tocatas por la banda de música de este municipio, a fin de que no resulte tan gravoso para éste, resultando que por cuatro obligaciones seguidas por la fiesta de San José de El Escobonal, le correspondían 380 ptas.
1923: COLABORACIÓN DEL AYUNTAMIENTO CON LA FIESTA DE SAN JOSÉ. El 29 de julio de 1923, el ayuntamiento de Güímar tomó el siguiente acuerdo en relación con la fiesta de El Escobonal: Dada lectura a dos solicitudes del Presidente de la Comisión de festejos para los de San José, en el Escobonal, suplicando en una de ellas se le conceda la asistencia de la Banda de música para concurrir a dichos festejos bajo determinadas condiciones; y referente a la segunda a que se gratifique a la Junta que preside con alguna cantidad en metálico para el mejor lucimiento de aquellas, se adopta por unanimidad el acuerdo: que la banda de música asista a los festejos del Escobonal, mediante el abono previo en arcas municipales de doscientas cincuenta pesetas y siendo los gastos de locomoción, traslado de instrumental y demás que se origine de cuenta de la Comisión de festejos que contrata y contribuir con cien pesetas para dichos festejos, las cuales se han de satisfacer del Cap. XI del Presupuesto vigente.
1925: PRIMER PROGRAMA DETALLADO DE LA FIESTA. El viernes 31 de julio de 1925 (pág. 3), la comisión de fiestas publicó en La Prensa el “Programa de los festejos de San José, que se celebrarán en los días 1 y 2 de Agosto próximo”. En él destacó la presencia de la banda de música de Güímar, que animó los festejos durante los dos días y a la que se unió el domingo por la tarde la Banda de música del Hospicio de Santa Cruz de Tenerife; ambas participaron en la cabalgata con gigantes y cabezudos, así como en el paseo nocturno. Los actos también incluyeron cine al aire libre y en ambos días se contó con alumbrado eléctrico. Los actos programados para los dos días de fiesta fueron los siguientes:
DÍA 1.- Repique general de campanas, y multitud de cohetes. / A las cuatro de la tarde, llegada de la banda de música de Güimar. / A las ocho de la noche, paseo amenizado por la mencionada banda. / A las diez, bailes por pianolas.
DÍA 2.- De seis a siete de la mañana, diana por la banda indicada. / A las diez, gran función religiosa, ocupando la sagrada cátedra un elocuente orador sagrado. / A las tres, corrida de sortijas. / A las cuatro, llegada de la banda de música del Hospicio de esa capital. / A las seis, exhibición de gigantes y cabezudos, acompañados por las dos bandas. / A las nueve, novena y procesión de la sagrada imagen de San José que recorrerá las calles de costumbre, quemándose infinidad de bengalas y fuegos confeccionados por los pirotécnicos señores Dávila, de Güimar, y Pacheco, del Puerto de la Cruz. / A las once, cine al aire libre, paseo amenizado por las dos bandas y fuegos de artificio.
Para estas fiestas se instalará un espléndido alumbrado eléctrico”.
1926: LA FIESTA DURA TRES DÍAS E INCLUYE UN TRIDUO Y UNA CARRERA DE SACOS. El 27 de julio de 1926, el corresponsal del periódico Gaceta de Tenerife publicaba el “Programa de los festejos que en honor del Patriarca San José se celebrarán en el Escobonal, término municipal de Güímar, en los días 31 de Julio y 1 y 2 de Agosto”. En él destacaba la programación de actos durante tres días, pues además del sábado y domingo se incluía el lunes inmediato; todos fueron amenizados por la banda Nivaria de Arafo, que permaneció en la localidad desde la tarde del sábado a la tarde del lunes y actuó en la verbena, bailes, misa, procesión y paseos. Se incluyó la tradicional carrera de sortijas en bicicleta, así como una corrida de sacos; se hicieron exhibiciones de fuegos artificiales tanto el sábado como el domingo; hubo iluminación eléctrica en la plaza y en el recorrido de la procesión; se organizó un triduo y la misa solemne estuvo presidida por el cura párroco de Fasnia don Celso González Tejera, encargado de la ermita de San José. Los actos programados para los tres días de fiesta fueron los siguientes:
Día 31 de Julio / A las doce del día, repique general de campanas y profusión de voladores anunciadores de la fiesta. / A las cuatro de la tarde, entrada de la Banda de música del vecino pueblo de Arafo, que dirige el maestro don Belisario García, recorriendo la población con alegres pasodobles. / Por la noche, al toque de oración, repique de campanas, dando comienzo el Triduo al glorioso patriarca con plática y rosario. / A las nueve, verbena y paseo en la plaza principal, amenizada por la Banda y función de fuegos de artificio confeccionados por los afamados pirotécnicos del Puerto de la Cruz y Realejo los señores Pacheco y Benito, y a las once, retreta por la referida Banda.
Día 1 de Agosto / A las cinco de la mañana la música recorrerá la población tocando alegre diana. / A las ocho, misa de Comunión, con asistencia de fieles. / A las once solemne función religiosa con orquesta, estando el panegírico a cargo del culto y virtuoso sacerdote párroco de esta, don Celso González. / Por la tarde, a las dos, corrida de sacos. A las tres, carrera de cintas en bicicleta, y a su terminación paseo amenizado por la Banda. / A las diez de la noche saldrá procesionalmente el Santo Patriarca, recorriendo el itinerario de costumbre, hallándose la carrera con iluminación eléctrica, quemándose a su regreso una hermosa traca. / A las doce, función de fuegos artificiales, música y bailes populares.
Día 2 de Agosto / Por la mañana, diana por la Banda, recorriendo la población. / Por la tarde, gran baile de sociedad y despedida de la música. / Dado el entusiasmo que reina entre el elemento joven y el celo y buenos deseos de la Comisión organizadora, los festejos prometen resultar lucidos.
Este texto fue publicado previamente por el autor en el Programa de las 256 Fiestas de San José (El Escobonal). Agosto de 2011. Págs. 16-29.