En nuestros tiempos de comunicación globalizada padecemos un problema de perspectiva. La avalancha de información que recibimos y procesamos es tal que no es fácil tener una idea global de las actividades y el impacto de nuestra especie en el planeta.

El resultado es una pérdida de identidad: hemos crecido sobre el planeta de forma incontrolada sin tener la más mínima noción de cómo administrar los recursos ni reconocer el derecho a subsistir de todas las demás especies con las que compartimos hogar. Hemos tomado lo que se nos ha antojado de la naturaleza sin considerar el frágil equilibrio y las excepcionales condiciones que han hecho posible la vida en La Tierra.

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