El actual término municipal de Puntagorda tiene su origen en un largo devenir que hunde sus raíces en los tiempos de la conquista de San Miguel de La Palma. La ocupación histórica de su territorio (31,10 km2), iniciada en el siglo XV, evolucionó desde la costa hacía las mediadas y cumbres, desembocando en la formación de los núcleos de población que componen su actual jurisdicción: El Pueblo (El Pino), El Pinar, Fagundo y El Roque.
El desarrollo de Puntagorda se articuló en torno a la construcción de la antigua parroquia de san Mauro, donde se estableció el primer núcleo poblacional posterior a la conquista (principios del siglo XVI), y estuvo marcado por dos espigas, la religiosa y la agraria -características fundamentales de la sociedad canaria en siglos pasados-. La lomada donde se erigió el primitivo templo se denominó el pago de San Amaro, continuando con uno de los asentamientos de población indígena situado en el barranco de San Amaro / Las Carballas1: (15 de enero de 1566), Donación que Benito Martín, vº, hace a la iglesia de San Amaro del término de Puntagorda, de un pedazo de tierra donde el clérigo que residiere en la iglesia se pueda servir […] le doy en la dicha donaçion a la dicha iglesia para la dicha casas y sitio para el clérigo que sirviere a la dicha iglesia de señor sant Amaro. Esta donación queda condicionada a que, cada año, perpetuamente, se diga una misa rezada por su alma y la de sus padres2.
La Guerra de la Independencia (1808-1814) supuso un periodo de grandes turbulencias; la violencia del conflicto, y los estragos causados en la economía y la población tuvieron su eco en Canarias. Así mismo, es el espacio histórico en que se inicia la revolución liberal en España, con la convocatoria de nuevas Cortes y la proclamación de la Constitución de Cádiz de 1812. La génesis del ayuntamiento de Puntagorda nace a través de las disposiciones legislativas que se pusieron en funcionamiento con esta Constitución, y con el posterior restablecimiento de la misma en 1836. El proceso estuvo marcado por numerosos litigios: primeramente con el ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, quien controlaba los montes puntagorderos que habían pertenecido al Consejo de La Palma; y posteriormente con la Diputación Provincial, a la que pasó la propiedad de dichos bienes3.
La lucha desatada por la tierra en Puntagorda a mediados del siglo XVIII, originó a principios del XIX gran cantidad de conflictos, incendios y talas ilegales, como se ve reflejado el 26 de noviembre de 1804 cuando el Alcalde Mayor de La Palma, a instancias del síndico personero de Puntagorda, inicia expediente sobre el incendio de los montes de su jurisdicción, y los tumultos acaecidos en el pueblo, con motivo de la negativa de los vecinos a pagar el tributo de quintos, y la súplica de los mismos para que tales terrenos fueran repartidos entre los moradores: … la conveniencia de llevar a cabo el reparto de terrenos que se pide por el riesgo que comporta dejar las tierras descubiertas después del incendio y debido a la escasez de tierras de aquel lugar. En 1807 se repite situación similar a la anterior, con el pedimento de don Pedro Cordobés Bravo (rematador de los quintos de los lugares de Garafía, Puntagorda y Tijarafe) al Alcalde Mayor para que se forme causa contra los vecinos de Puntagorda: … que se han alzado con los terrenos de propios plantándolos de viña y árboles y no quieren pagar el tributo de quintos por sus cosechas4. La ocupación de las tierras públicas se convirtió en una guerra sin cuartel por parte del campesinado, causando la práctica destrucción de los montes de Puntagorda; así describía la situación en 1830 el gobernador de la isla Luis Vandewalle: … que no solo ha causado la destrucción de sus frondosos montes, si no también que se han apropiado los terrenos…5
La Palma atravesaba en 1835 una situación agonizante producida por una etapa de larga sequía, hambrunas, epidemias de fiebre amarilla y plagas de langosta6, lo que produjo gran miseria y alta mortalidad en lugares como Puntagorda: ... muy pobre, pues casi todo es de propietarios de la ciudad y de otros lugares y solo un rincón, que casi puede decirse asi, es de estos naturales, y eso lleno de tributos y pensiones, de manera que su manutención en general es el pan de la raiz del helecho, que solo su vista amedrenta, y mayormente en este año, en que si no la cavan, y se valen de su pan, mueren de hambre. Los informes del Ayuntamiento de Puntagorda, dirigidos a las autoridades insulares, exponían siempre la difícil situación por la que atravesaba el lugar, relatando la imposibilidad del aprovechamiento de sus fuentes para la agricultura, dado sus exiguos caudales de agua, a lo que se añadía las terribles consecuencias de los numerosos incendios7. A partir de 1836, con la desaparición del modelo municipal basado en el control Cabildo-Isla, Puntagorda, con sus alcaldes, diputados del común y síndicos personeros, va a consolidar su situación como ayuntamiento con plenas competencias políticas y económicas. Pero estos cambios administrativos no repercutieron en la propiedad de la tierra, que siguió en manos de unos pocos terratenientes, como el diputado provincial Santiago Verdugo y Massieu8. El proceso de reforma agraria liberal no cambió la naturaleza del campesinado puntagordero, que continuó en el campo como un mero jornalero -salarios muy bajos y condiciones de vida extrema-, situación enmarcada dentro de un importante atraso agrario, característica del Antiguo Régimen. El hambre de tierras fue asfixiante, y los puntagorderos vieron frustradas sus aspiraciones de poder acceder a la reforma liberal y con esto a la propiedad de la tierra.
El Ayuntamiento de Puntagorda entregó en estos años a los vecinos, a modo de censo, una gran propiedad de tierra de pan sembrar y árboles (1120 fanegadas y 2 celemines), con la obligación de darle el quinto de los frutos; pero el 6 de junio de 1860, en virtud de la Ley de Desamortización (1 de mayo de 1855), el señor Santiago Verdugo y Massieu redimió este censo al Estado, por la cantidad de 144 198 reales de vellón y 54 céntimos, según escritura otorgada en Santa Cruz de Tenerife ante el escribano don Rafael Martín Fernández: El Sr. Verdugo es dueño por lo tanto de la quinta parte de los frutos que produzca dicho terreno y el Estado entrega anualmente al ayuntamiento de Puntagorda 4.000 reales de vellón, que es el principal ingreso con que cuenta para atender a sus gastos9. El campesinado puntagordero, una vez desaparecida la forma vigente de servidumbre del Antiguo Régimen, quedó sometido a un tipo de relación clientelar cercana al vasallaje. Los campesinos continuaron oprimidos por un sistema en el que el poder y la preponderancia de los más pudientes eran enormes; estos trabajaban a cambio de un salario ínfimamente remunerado, por el arriendo de unas escasas tierras o por la realización de gestiones administrativas.
Las reformas agrarias (como la desamortización) no fueron medidas efectivas para el campesinado palmero, a lo que había que unir el atraso agrario originado por la falta de aplicación de innovaciones técnicas. Las hambrunas típicas del Antiguo Régimen se convirtieron en un mal endémico, y la guerra sin cuartel a sus montes fue la única opción para acabar con la carestía de tierras y la miseria de los puntagorderos y puntagorderas.
Campesinos de Puntagorda (siglo XIX)
Notas
1. AMP [Archivo Municipal de Puntagorda]: legajos varios. Agradecer las facilidades dadas por don Juan Gabriel Pérez Pérez (Concejal de Cultura y Fiestas).
Concepción García, Horacio. Familias y genealogías de Puntagorda a través de las dispensas matrimoniales de la parroquia de San Amaro. Trabajo en preparación.
2. Hernández Martín, Luis Agustín. Ante el escribano Luis Maldonado, 15 enero 1566 C. 2/4, f. 30v.
3. Pérez Caamaño, Francisco (Dir.). Puntagorda: Memorias de un olvido. [Santa Cruz de Tenerife]: Ayuntamiento de Puntagorda, 2007, pp. 209-213.
4. Núñez Pestano, Juan Ramón, Viña Brito, Ana del Carmen, Hernández González, Carmen Luz, Alfaro Hardisson, Emilio, Fernández Rodríguez, María Lourdes, Larraz Mora, Alejandro, Hernández Hernández, María Rosa. Catálogo de documentos del Concejo de La Palma (1501-1812). Fontes Rervm Canariarvm XXXIX. [San Cristóbal de La Laguna-Isla de Tenerife]: Instituto de Estudios Canarios, 1999, v. 2, pp. 503-505.
5. Concepción García, Horacio. «El Gran Cometa sobre Puntagorda», elapuron.com (29/3/2015).
6. Fajardo Spínola, Francisco «Los prisioneros de la guerra de la independencia en las Islas Canarias (1809-1815)». Anuario de Estudios Atlánticos n.º 60. [Las Palmas de Gran Canaria]: Patronato de la Casa de Colón, 2014, p. 189.
7. Pérez Hernández, José Eduardo. «Entre el ideal y la realidad. Discurso de la modernización y devenir económico de La Palma (1850-1900)». Boletín Millares Carlo n.º 22. 2003, p. 80.
8. Suárez Grimón, Vicente J. «La génesis de los Ayuntamientos modernos en Canarias». Boletín Millares Carlo n.º 15. [Las Palmas de Gran Canaria]. Centro Asociado Uned, pp. 31-42.
9. Lorenzo Rodríguez, Juan Bautista. Noticias para la historia de La Palma. Instituto de Estudios Canarios. [La Laguna-Santa Cruz de La Palma]: Cabildo de La Palma, 1975-2000, v.1, pp. 215-217.