Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

El 6 de enero. La Epifanía en Canarias.

Martes, 6 de enero de 2015
Manuel Hernández González
Publicado en el n.º 556

El Niño de la Virgen del Rosario del convento de Santo Domingo de Las Palmas era separado de su madre y se le vestía con traje de recién nacido, sentándolo en un pequeño sillón de caoba sobredorada. Así iba de familia en familia permaneciendo con cada una de ellas varias horas y en algunas ocasiones hasta pasaba la noche en determinadas casas.

Momento de una edición del Auto de Reyes de Betancuria.

 

 

El 6 de enero es la Epifanía, doce días después de Navidad, doce días después de la luna llena teórica del año anterior, o sea, luna nueva. Así pues la luna ha desaparecido momentáneamente y entonces se comprende que se pintasen de negro los rostros, reproduciendo la ausencia de la luna1. Ya hemos referido con anterioridad que la Epifanía y la Navidad son la misma fiesta y por eso los prodigios populares anejos a ella son similares. Son, pues, una realidad histórica y devocional, litúrgicamente hablando, la misma fiesta solsticial. De ahí que no sorprenda que en la cristiandad oriental se conmemore el nacimiento de Cristo el 6. Por lo tanto una sola gran fiesta abarca los días y las noches del 24 al 6 y efectivamente no es solo para la Navidad, sino básicamente para la Epifanía cuando el pueblo se congrega para apreciar un pesebre viviente, verdaderamente franciscano en su concepción. Y es que el pesebre procede de Italia y particularmente de San Francisco de Asís (1223) –de ahí que no es casual que los franciscanos sean los máximos difusores de las festividades navideñas–, siendo en sí mismo la exteriorización última, tal vez la más impresionante de la humanidad de Jesucristo.

 

La Epifanía es la fecha predilecta para la celebración del teatro navideño. Lope de la Guerra relata tres representaciones de la Epifanía de 1781: «El de enero, víspera, al tiempo de sus maitines se representó en las parroquias laguneras un auto sacramental» compuesto por el definidor mayor de la orden de San Agustín, que aunque tiene algunas impropiedades ha sido apreciable y se ha repetido varias ocasiones su representación. Da principio con una labradora que sale cantando: «A vender vengo perdices a la Corte de Judea, quiera Dios que orégano sea».

 

En ese año hubo notables controversias entre el clero de la parroquia de los Remedios sobre la permisividad de tales obras de teatro. Mientras que hubo también representación en el convento dominico el 6 y asistió numeroso público a las dos parroquias, en esta última hubo diferencias por querer el vicario que se le pidiese licencia, como se había ejecutado en la Concepción. Para evitar pleitos falló este que se les autorizaba por ser la misma que se quería representar en la parroquia de la Villa de Arriba. Mas los beneficiados manifestaron que «ni la habían pedido ni la necesitaban y protestaron que no les parece perjuicio». Recurrieron al obispo y al provisor que les respondió que «habían hecho bien por ser ellos los que debían mandar en su iglesia»2.

 

Al día siguiente se representó la tercera en el convento dominico3.

 

Algunas de las representaciones navideñas de la Epifanía continúan celebrándose en las Canarias orientales y han sido descritas por Navarro Artiles, con su preámbulo de los Ranchos de Pascua entonando los villancicos de Reyes a medianoche4. Juan Primo de la Guerra describió la de la parroquia del Pilar santacrucera en la víspera de Epifanía de 1800. En ella, estuvo «en los maitines, que se cantaron con solemnidad», y «a cuyo tiempo se celebró una gestión que llaman “correr la estrella”, y efectivamente un farol en figura de estrella que, tirado por cuerdas, sale de la baranda del coro, va hasta la capilla colateral en donde está el nacimiento»5.

 

Detalle de un artículo en la revista Aguayro de las Visitas del Niño Jesús.

Detalle de un artículo de Domingo Pérez Navarro en la revista Aguayro

 

Uno de los rasgos más característicos de estas representaciones es el simbolismo de artificio de la estrella. Ya Verneau no quiso dejar pasar por alto este motivo en una representatividad a la que asistió el 6 de enero: «Unos personajes vestían con ropas largas y con una corona de papel dorado en la cabeza hacían de Reyes Magos. Seguían a una estrella que debía conducirles al pesebre. Esta era todo un acierto, aunque el truco fuese bastante simple, como se va a ver. Figúrense un viejo cazo cuyo fondo estaba recortado en forma de estrella. En sus bordes había dos agujeros por los que pasaban dos cuerdas largas tendidas a una cierta altura de un extremo a otro de larga. Otra cuerda, atada a la cola del caso, servía para hacerlo avanzar. Una bujía de la que sólo se veía la luz a través del recorte iluminaba el aparato. Esta representación atrae siempre una infinidad de fieles»6. Esta costumbre de correr la estrella emocionó a Isaac Viera en sus costumbres canarias7: «Durante dicha ceremonia aparece Herodes colocado sobre un trono que se levanta al efecto a la derecha del presbiterio. En esa noche la persona que desempeña el papel de tetrarca de Galilea pronuncia un discurso e interroga a los Magos el objeto de su visita. El creyente, en vista de la viveza de colorido que se imprime al cuadro bíblico, se imagina ver rodar las cabezas infantiles en la ciudad de David como botones de rozas».

 

El cristianismo como religión solar enseñaba que el fuego, principio que procede del sol, puede producir la renovación, la vegetación y la vida animal uniéndose a la tierra, pero también y en primer lugar del agua. Por ello en Epifanía el fuego de la estrella anuncia en la noche el Sol de Justicia que acaba de nacer y que va a subir de modo irresistible al cénit; es un signo de renovación.

 

Al día siguiente de la festividad de Reyes se inician las visitas a la imagen más venerada del Niño Jesús de cada parroquia y ermita, llevándosela a las casas de la feligresía para agradecerle su nacimiento. Se prepara un altar adornado con luces y con flores. Alzola recoge una costumbre bastante significativa. El Niño de la Virgen del Rosario del convento de Santo Domingo de Las Palmas era separado de su madre y se le vestía con traje de recién nacido, sentándolo en un pequeño sillón de caoba sobredorada. Así iba de familia en familia permaneciendo con cada una de ellas varias horas y en algunas ocasiones hasta pasaba la noche en determinadas casas, representando con ello la vida de Jesús. Por tal motivo las visitas domiciliarias terminan precisamente el 2 de febrero, día de la Purificación de la Virgen8.

 

 

Notas

1. GAIGNEBET, C. El Carnaval, p. 37. Una visión general de la evolución histórica de la fiesta en HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Fiestas y creencias en Canarias en la Edad Moderna. Tenerife, 2006.

2. GUERRA Y PEÑA, L. A. Memorias. p. 588.

3. GUERRA Y PEÑA, L. A, op. cit. Tomo III, p. 46.

4. NAVARRO ARTILES, F. El teatro de navidad en Canarias, p. 19.

5. GUERRA, J. P. Diario. Tomo II, p. 5.

6. VERNEAU, R. Cinco años de estancia en Canarias, p. 196.

7. VIERA, I, op. cit, p. 87.

8. ALZOLA, J. M. La Navidad en Gran Canaria, p. 97.

 

 

Foto de portada: una de las ediciones de la representación del Auto de Reyes de Betancuria (Fuerteventura)

 

 

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