Los escritores de novela negra ya lo habían advertido, pero nadie creyó sus premoniciones por aquello de la ficción. José Luis Correa, en La venganza del Mencey, estableció las bases del futuro, a pesar de ser una novela poliédrica; Antonio Lozano, en Huir a Tánger, declaró los deseos más ávidos de la población y, por último, el premiado Alexis Ravelo, en Con el rabo entre las piernas, manifestó que el fútbol y los chismes guasapeados condujeron a la desmovilización de las masas.
Pero el hecho más significativo fue cuando la emblemática revista cultural, bienmesabe.org, perdió los archivos acumulados en más de diez años de información cultural y visual del pueblo canario. Aquella enciclopedia virtual canaria había desaparecido del mundo. Nadie se explicaba lo ocurrido. Las llamadas al servidor en el Valle del Silicio no solo caían en saco roto sino que las numerosas quejas enviadas se apuntaban en hielo y no quedaba constancia de tales urgencias. El director de la página cultural, de vacaciones en Sierra Leona en el momento del cataclismo, no se enteró hasta una semana después pues de manera extraña su móvil se desconectó misteriosamente. El redactor jefe, que por aquel entonces ultimaba su tesis doctoral, se vio impedido de usar las nuevas tecnologías y el último tramo de su investigación lo tuvo que hacer como antes se hacían las cosas: vivió un mes en La Laguna, donde en la biblioteca de la universidad tomó los penúltimos datos de su investigación. Luego, en la capital grancanaria, entre el Obispado y El Museo Canario, apuntó las últimas notas de su trabajo.
Así que hasta pasada una semana no pusieron manos a la obra. Apenas un sencillo banner avisaba a los inteligentes lectores de la pérdida momentánea de la memoria de la página, pero que en breve volvería todo a la normalidad. A los quince días, un artículo de opinión en todos los periódicos canarios, hablaba de una conspiración internacional sobre la pérdida de la cultura canaria en beneficio de la fórmula 24/7. Nadie hizo caso. Parecía el típico artículo de los conspiranoicos de siempre; esos mismos que dicen que los chemtrails no son lo que son y que esas estelas en cielo no son tan inocentes como la gente y la física creen. Pero lo cierto es que el misterio se había agrandado y pasado un mes del cataclismo cultural, bienmesabe.org no había recuperado su memoria. En ese mismo espacio de tiempo, el pueblo canario había aumentado su dependencia tecnológica y páginas en facebook donde la gente se daba los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches habían subido como la espuma. No importaba nada que los mensajes estuvieran llenos de faltas de ortografía ni que la gente copiara libre y gratuitamente las ideas y las fotos de los otros. Además, una gran parte de la población vivía en un mundo rodeado de chismes y simplezas donde un mensaje más allá de los 140 caracteres suponía una proeza el leerlo; no digamos saber interpretarlo.
Por eso el primer ataque fue dirigido a la élite cultural canaria de bienmesabe.org.