Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Luisa Chico y el folclore canario.

Martes, 24 de Marzo de 2015
Luisa Chico
Publicado en el número 567

En la vida de toda persona llega un momento donde toca recapitular. En los inicios del año 2015 sentí que había llegado ese momento para mí con respecto al folclore canario y mi paso por él. Nadie mejor que yo misma para escribir mi historia vinculada a la pasión que me ha mantenido viva durante tantos años.

 

Inicio hoy la recopilación de los gratificantes momentos vividos en torno a la tradición canaria pretendiendo sólo que el conocer esta historia sirva de revulsivo para aquellas personas que sienten brotar en ellos una ilusión y no se atreven a llevarla a cabo por miedo al fracaso o a no valer para ello.

Este es el año en que me retiro profesionalmente de los bailes tradicionales canarios como medio de vida y devoción. Algo que quizá no interese a mucha gente pero que a mi me apetece compartir.

Esta ha sido mi vida en el folclore canario... Música... Y a bailar.

Como nace una pasión.

Soy agachera de corazón aunque no lo sea por nacimiento. En Agache están mis raíces y mis ramas, si a algún lugar me sentí siempre vinculada fue a la tierra de mis antepasados. En El Escobonal he plantado árboles, he escrito libros y he educado hijos, en ese pueblo está la mejor parte de mi vida y en ese pueblo nació mi pasión por el folclore.

Mucha gente piensa que dicha pasión es debida a herencia familiar, nada más lejos de la realidad, lo cierto es que en mi casa nunca se escuchó folclore, salvo que mi madre se arrancase con alguna isa o folía, y a mi jamás me interesó especialmente, el único nexo de unión entre este género musical canario y yo era que algunas amigas de mi juventud pertenecían a la Rondalla El Escobonal y crecí viéndolas disfrutar de sus ensayos, actuaciones, etc. y escuchándolas hablar continuamente de "SU" folclore con la mayor ilusión del mundo, aunque para mi todo aquello sonaba a chino.

Con el tiempo, ya en mis años adultos,  pensé que era una lástima que tantas vivencias no quedasen reflejadas en una publicación dedicada en exclusiva a ellos, y de alguna forma me sentí "obligada" a ser yo quien dedicase tiempo a recopilar aquella parte de la historia escobonalera y plasmarlo en un libro, pensé que se lo debía a mis amigas, pero sobre todo al pueblo de mis antepasados.

Recorrí las casas del pueblo donde sabía que, en su momento, había habido alguien vinculado al folclore agachero y a su ejecución o transmisión. Creo haber entrevistado más de un centenar de personas, lástima que por entonces no disponía de medios con los que dejar plasmados esos encuentros y mi investigación y recopilación quedase sólo recogida en una libreta de apuntes. Sus vivencias me hicieron conocer todos los entresijos de un grupo folclórico, además de transmitirme los datos necesarios para contar su historia. Fueron dos años de intenso trabajo que me llevaron a conocer la esencia misma del folclore canario. Corrían los años noventa.

Los dirigentes del Tagoror cultural de Agache tuvieron noticias de mi trabajo, (qué será lo que no se sepa en un pueblo pequeño) y una vez concluido el mismo me ayudaron económicamente a publicarlo, junto a una pequeña aportación del Ayuntamiento de Güímar y Tupperware, empresa a la que había estado vinculada profesionalmente hasta poco antes. Se imprimieron únicamente 500 ejemplares, dado el escaso presupuesto con el que contábamos, los cuales fueron vistos y no vistos en el ámbito folclórico de la zona.

En la biblioteca del Tagoror queda a día de hoy una copia y otra está en mi poder, además de los ejemplares que entregué en su momento a las bibliotecas municipales de Santa Cruz. Como información para los que aún pudieran estar interesados en “AGACHEROS, 60 años de folclore”, que lleva muchos años agotado en librerías, el mismo se reeditaría años más tarde como libro digital en la página de folclore canario bienmesabe.org.

Pero lo importante ahora es dejar constancia aquí de lo fundamental de este trabajo para mí, dado que él fue el artífice de que la semilla que dejaron en mis oídos tantas y tantas personas despertasen mi interés por un mundo casi desconocido hasta ese momento.

 

 

“AGACHEROS, 60 años de folclore” contiene la historia de las agrupaciones de la comarca de Agache, en el municipio de Güímar, hasta la fecha de su publicación, 1997, contada por sus protagonistas, aunque me consta que algunos se sienten heridos porque la versión que me contaron en su momento al ser transferida por mi en este libro no se ajusta estrictamente a lo que ellos me dijeron, evidentemente una historia contada por decenas de personas nunca es exactamente igual, y bajo mi criterio elegí las versiones de cada anécdota o dato en la que coincidían la mayoría de los entrevistados. En sus páginas conocerán la trayectoria del grupo más antiguo de la zona, la Rondalla El Escobonal, además de la Rondalla infantil del mismo pueblo, la de la Agrupación folclórica Aires de Agache, de La Medida, el quinteto Los 5 de Agache, la Agrupación folclórica Atenguajos de El Tablado, y como no podía ser menos la de las Danzas de cintas de la zona.

La publicación fue arropada y mimada por todos en cuanto se tuvo conocimiento de ese proyecto, por lo que cuenta con un magnífico y extenso prólogo de don Octavio Rodríguez Delgado, catedrático de la Universidad de La Laguna, cronista oficial del municipio de Güímar e historiador, y las ilustraciones y diseño de la portada de Juan Ángel García Yanes, por entonces un excelente estudiante de Bellas Artes, ambos oriundos de El Escobonal.

El prólogo comienza así: “Constituye para mí una nueva experiencia escribir sobre Agache en un libro del que no soy autor. Pero si cabe mi satisfacción es aún mayor, pues no sólo tomo la pluma para celebrar el nacimiento de un libro, escrito sobre uno de los temas más significativos de la personalidad de esta Comarca, su folclore, sino que lo ha hecho una paisana y amiga, la escobonalera Luisa Chico Pérez.

Hace tan sólo un año tuve la oportunidad de presentar en la plaza de San José de El Escobonal, con motivo de las Fiestas Patronales, la primera novela de Luisa. Ahora me ha invitado a prologar este interesante trabajo de investigación y no me he podido negar por tres motivos principales: en primer lugar por la autora, a la que aprecio y admiro por su enorme capacidad de trabajo; en segundo lugar por el lugar estudiado, la Comarca de Agache, en la que he nacido y a la que he dedicado los mejores años de mi vida, tanto en la actividad pública como intelectual; y en tercer lugar por el tema abordado, el folclore tradicional, al que me unen estrechos vínculos familiares…”

Dediqué éste, mi primer libro de folclore canario, a mi madre y a mi hijo; a ella porque en su voz escuché los primeros aires canarios, y a él porque en el año de la publicación era miembro de la agrupación folclórica Atenguajos de El Tablado, donde tocaba las púas. La dedicatoria rezaba así: “Dedicado a mi madre, por haber sembrado en mí la semilla del folclore y el amor por su tierra. Y a mi hijo Eduardo, porque en su corazón ha germinado dicha semilla, para que aprenda a valorarla y conservarla”.

La presentación del libro se hizo en el Restaurante El Centenero, en el transcurso de una cena que reunió en La Laguna a cientos de agacheros que vibraron al unísono conmigo ante aquel “parto” ansiosamente esperado por todos los que compartíamos las emociones esa noche. Las actuaciones musicales de los tres grupos, que en aquel año seguían en activo: Rondalla El Escobonal, Aires de Agache y Atenguajos, llenó los ojos, oídos y venas de los asistentes de folclore y canariedad agachera, y más de una lágrima rodó incontrolable al escuchar el sonido del pito y el tambor de Elena Bethencourt, la más joven tamborilera de Agache, o las voces de los solistas de dichas rondallas que iban cantando a capela las coplas alusivas a Agache, compuestas por mi para tal evento, mientras se levantaban de la mesa donde habían cenado para ir a reunirse con los compañeros sobre el escenario desde el que les llamaba el bucio de Gonzalo Yánez.

 

"Agacheros"

Hoy la voz del agachero
se alza sobre los volcanes,
desde todos los senderos
de la comarca de agache.

Van enlazando sonidos
del folclore que nos une,
desde Anocheza a Chimaje,
desde el mirador al túnel.

Trenzan folías, berlinas,
polkas, isas, tajarastes,
los pies de los bailadores,
las faldas surcando el aire.

Sí en cualquier rincón canario
escuchas una berlina,
es la voz de un agachero
que a su pueblo nunca olvida.
Hoy es un día de fiesta,
el folclore va creciendo,
danzas de cintas, rondallas,
que perduran en el tiempo.

Alcemos copas de vino,
para brindar por un pueblo,
que avanza por el camino,
respetando a sus ancestros.

 

Años más tarde dichos versos serían versionados por Los Huaracheros quedando recogidos para la historia como el himno de Agache.

 

http://youtu.be/R-Di_j98NvA

 

En el año 2011 la revista de folclore canario bienmesabe.org se puso en contacto conmigo con la propuesta de reeditar este libro en formato virtual y no lo dudé un momento, mi respuesta fue afirmativa y accedí gustosa a esa segunda edición desinteresada para la página que me honra publicando mis escritos con frecuencia. Además con el paso del tiempo mi nombre ha ido, cada vez más, siendo asociado al folclore de mi tierra y mucha gente me pedía un ejemplar de ese libro sin poder atender su deseo como hubiera sido mi gusto, ahora está colgado en la red para que la historia del folclore de Agache no se pierda nunca. "Agacheros" será uno de mis legados principales a mi tierra y mi gente.

http://bienmesabe.org/noticia/2012/Marzo/el-libro-agacheros-60-anos-de-folclore-de-luisa-chico-reeditado-por-bienmesabe-org

 

Mis primeros pasos en el folclore canario

Las mil vivencias compartidas en el transcurso de mi investigación sobre la historia del folclore en Agache dejaron huella en mi memoria y despertaron un enorme interés por ser parte de un mundo que acababa de descubrir pletórico de raíces ancestrales, alegría, sensaciones, música, bailes…

Mi tristeza era que al no haber estado vinculada directamente a ese mundo no sabía desenvolverme en ninguno de sus apartados: toque, canto o baile, pero la semillita del interés se plantó en mi cabeza y lancé mi mensaje al Universo. Su respuesta me llegó el verano siguiente al establecerse un curso de cuerda en la Asociación de vecinos de El Tablado, lugar donde veraneaba siempre. Me apunté al curso, compré una guitarra e intenté encontrar el Fa en ella aunque nunca lo conseguí, pero mi participación en ese curso hizo que otro alumno del mismo, Santiago Manuel Frías (Lolo el capitán), me invitase una tarde a colaborar con unas clases de baile que iba a impartir para unos componentes nuevos de la Rondalla El Escobonal, ya que necesitaba un par de chicas puesto que el grupo de aprendices lo componían tres bailadores y una bailadora. Nunca tendré palabras suficientes para agradecer al amigo Lolo ese ofrecimiento, pues el mismo me ayudaría a iniciar un largo y fructífero paseo por los senderos del folclore canario.

En dicha asociación de vecinos di mis primeros pasos de baile canario gracias a la generosidad de el capitán, quien una vez finalizado el aprendizaje básico de los componentes de la rondalla “El Escobonal” propuso crear nosotros mismos un nuevo grupo de baile para seguir aprendiendo, aunque solo fuese por entretener las largas tardes estivales a la orilla del mar y quizá, en un futuro, poder formar un nuevo grupo folclórico en la zona. Accedimos encantadas y animamos a unos cuantos amigos a participar. Allí y así se comenzó a forjar la historia de Atenguajos, y allí y así comenzó también mi historia directa con el folclore canario.

http://orijama.wordpress.com/2010/09/12/atenguajos-sus-primeros-anos-de-historia/

 

 

Dos años más tarde, La Agrupación folclórica Atenguajos vería la luz en el litoral de Agache, el 14 de septiembre de 1995, debutando en las Fiestas Patronales de San Carlos de El Tablado, entre sus filas una bailadora… Luisa Chico.

Durante los primeros años de vida de Atenguajos formé parte del grupo, junto a mi marido, mi hijo y mis amigos, ejerciendo incluso en los últimos tiempos como subdirectora del mismo por deferencia del director de baile que había en aquellos momentos, Diego Felipe, mi segundo maestro.

Las mil vivencias compartidas con los compañeros de Atenguajos quedarán por siempre impresas en mis mejores recuerdos.

La Escuela de etnografía y folclore de Santa Cruz de Tenerife

La Escuela de etnografía y folclore de Santa Cruz de Tenerife sería la que impulsara mi vida definitivamente dentro del marco del folclore canario, y más concretamente una persona, su profesor de baile por aquel entonces (en la última década del siglo XX) Diego Manuel Felipe Hernández, excelente profesor y mejor amigo.

La primera noticia que tuve de que existiera esa escuela me la dio una compañera del grupo Atenguajos, Blanca Gómez, quien asistía a ella desde hacia tiempo aprendiendo a tocar la guitarra. Por aquel entonces yo pasaba por uno de los peores momentos de mi vida, los problemas laborales me habían sumergido en una depresión de la que no era capaz de salir y a Blanca, conocedora de ellos, se le ocurrió sugerirme que fuese por allí a seguir ampliando mis conocimientos en lo referente a los bailes, que era lo que a mi me gustaba, asegurando que tener una actividad nueva y gratificante me ayudaría mucho a salir de todo eso. Deseosa de hacer algo diferente que me sacara de mi apatía pasé, junto a mi amiga Ely, por la Escuela y hablamos con el profesor de baile. Corría el mes de marzo de 1996 y el curso ya estaba avanzado, por lo que no se admitían matriculas, pero Diego nos permitió asistir como oyentes a las clases que quedaban hasta el mes de junio, y eso hicimos.

Durante los siguientes años la sede de la Escuela de folclore, ubicada en el Barrio de Salud Alto, fue mi segundo hogar. Allí iba cada tarde gracias a la generosidad de Diego Felipe, con quien enseguida hice amistad, quien me permitía asistir a los cuatro cursos o niveles como alumna, oyente o colaboradora. De él sería también la idea de que yo me preparase para ser monitora. Recuerdo que el día que me lo dijo por primera vez me dio un ataque de risa, dudaba mucho que yo valiera para ello puesto que no creía tener la paciencia necesaria para impartir esas clases, pero él siguió insistiendo y ofreciéndose a prepararme, por lo que al curso siguiente acepté y comencé a seguir rigurosamente sus instrucciones. ¡Bendita la hora en que lo hice! Porque esa sería la solución a mis problemas laborales en los años siguientes.

Asistí como alumna de baile a la Escuela de Etnografía y Folclore de Santa Cruz de Tenerife durante cinco maravillosos años en los que me reencontré conmigo misma y aprendí una nueva forma de ganarme la vida. Allí conocí personas, que muy pronto se abrieron camino entre los grupos de la isla, y con los que compartí momentos muy gratificantes que fueron cerrando mis heridas y curando mi alma.

¡Cuántas personas vi llegar en esos años con el mismo perfil de ojos tristes que yo y salir de allí tiempo después con el ánimo renovado! Si nuestros gobernantes fuesen concientes de eso jamás habrían permitido que la Escuela cerrase sus puertas años más tarde.

Pero lo más importante es que allí conocí a Diego Felipe, un ser humano que ama el folclore canario por encima de todo y que supo abrir mi mente y mis sentidos a él con la mayor de las generosidades. Con los años y la convivencia de cada tarde nació entre nosotros una amistad más allá de intereses u obligaciones. Aprendí de él no solo a bailar, a dirigir un grupo, a ser generosa con cuantos se acercaban a nosotros buscando conocimientos, a tener paciencia con los alumnos, etc., sino también a amar, respetar y divulgar nuestras costumbres más allá de lo que nos obligaba nuestra profesión.

Diego Felipe, mi maestro, mi mentor, pero sobre todo mi amigo. A él y a su paciencia le debo todo lo que he llegado a ser en el folclore canario. A su lado he ido avanzando por los senderos isleños empapándome de canariedad. Juntos realizamos una investigación sobre los bailes de nuestra tierra que nos llevó a visitar todas y cada una de las islas y que quedaría reflejada en la publicación del libro que escribimos conjuntamente: “Nuestros bailes paso a paso”, un material didáctico que en el momento que decidimos crearlo consideramos, él como profesor y yo por entonces como alumna suya, que era necesario como complemento de las clases que impartía. En diciembre del 2009 ese libro vería la luz por fin y pudimos descansar sabiendo que devolvíamos al pueblo canario parte  de los conocimientos que sus folcloristas habían tenido a bien compartir con nosotros y por los que siempre les estaríamos agradecidos.

 

 

La publicación de ese libro sirvió también para acallar las voces que se levantaron en su momento llamándome oportunista y viendo en mi amistad con Diego un simple intento de crecer a su sombra y aprovecharme de sus conocimientos sin más. A Dios gracias el tiempo, los hechos, y el cariño que nos profesábamos pusieron las cosas en su lugar y esas bocas no tuvieron más remedio que callar y me atrevería a decir que en más de una ocasión avergonzadas.

Nuestros caminos siguen discurriendo unidos porque nuestra amistad va mucho más allá de lo profesional, nos unirá el amor que ambos sentimos por nuestro folclore, pero sobre todo nos unirá siempre el cariño y el respeto que sentimos el uno por el otro y por nuestra labor.

Debuté como monitora de folclore en el Centro deportivo militar de Paso Alto en Santa cruz de Tenerife en la última década del siglo XX, después de haber hecho algunas prácticas sustituyendo a Diego en la Casa de Pisaca cuando tenía que viajar. Un día llamaron a Diego para impartir clases allí y él no podía atenderlas por no tener días libres, así que me recomendó y allí di mis primeros pasos en lo que se convertiría en un futuro inmediato en mi nueva profesión.

Más tarde llegarían los cursos de las asociaciones de vecinos de El Tablado, Chamberí y Achamán en Los Gladiolos, los cuales me permitieron consolidarme como monitora y aportaron a mi vida el dinero necesario para vivir y cientos de momentos gratificantes. Cuando impartía mis clases, tanto en esos momentos como después, me sentí siempre una privilegiada por poder ganarme la vida haciendo lo que más me gustaba hacer, bailar.

En el año 2002 Diego decidiría dejar de impartir sus clases en la Escuela debido a sus múltiples actividades, y me animó a presentarme a la selección del nuevo profesor; aunque no tenía mucha fe en conseguirlo decidí seguir sus consejos y me presenté aprobando la convocatoria y pasando a ser la nueva profesora de bailes canarios de dicha entidad a partir del curso 2002-2003 y hasta su cierre definitivo en el año 2008.

Le debo a mis años en la Escuela de etnografía y folclore de Santa Cruz de Tenerife mi crecimiento personal, mi supervivencia económica, y mi consolidación y promoción como folclorista, por lo que espero y deseo que en tiempos no muy lejanos sus dirigentes decidan volver a abrirla y permitir que otras personas que lo necesiten aniden entre sus paredes.

Si la vida hubiese sido generosa conmigo económicamente Santa Cruz ya tendría la Escuela de folclore que merecería tener, pero por desgracia no ha sido así y habremos de esperar por el erario público para ello, ¡cuánta cultura y salud perdida en la espera!

 

 

Farutes del Atlántico.

El siguiente tramo de mi caminar en el folclore canario se llamó: “Farutes del Atlántico”, uno de los grupos de mayor relevancia para mí en el tiempo que estuve dedicada al folclore sobre los escenarios.

Con la formación de la Asociación cultural Farutes del Atlántico dio comienzo mi primer intento de hacer algo que yo consideraba importante para consolidar mi proyecto personal de folclore, crear un colectivo que aglutinara en torno suyo actividades de todo tipo creadas para promocionar, divulgar y en definitiva disfrutar juntos de nuestras costumbres y tradiciones. Un ambicioso proyecto lleno de dificultades que enseguida comenzó a tener problemas, pero que iba avanzando día a día.

Nacería en el año 2006, al regreso de una gira por tierras peninsulares con Festifolk España, donde participé junto a un nutrido grupo de alumnos de la Escuela de etnografía y folclore de Santa Cruz de Tenerife en diversos festivales, los cuales también me habían acompañado el año anterior al festival internacional del Vendrell en Tarragona.

Los alumnos participantes en dichos viajes me manifestaron su intención de seguir trabajando juntos y formar una agrupación folclórica que tuviera continuidad en las islas. Sopesé los pros y los contras de tal decisión dado que entre mis proyectos nunca había estado el de dirigir un grupo pero…, eran mis alumnos y no pude negarme a ello. Mis únicas condiciones fueron que no se formase sólo un grupo de folclore más, sino crear un Proyecto de Asociación Cultural que abarcase diversos apartados y que el director de cuerda del grupo folclórico fuese mi compañero Jonathan Galdeano, con quien había elaborado los festivales de fin de curso de la Escuela de folclore y sabía que trabajábamos muy bien juntos. Aceptaron las condiciones y a principios de 2007 se formó un Comité organizador compuesto por 18 personas que comenzaron a elaborar un proyecto de trabajo sólido y a la vez gratificante. Al hilo de ese trabajo, en marzo de 2008 se consolidó la Asociación cultural Farutes del Atlántico, con sede en la asociación de vecinos Ruyman del barrio de la salud de Santa Cruz de Tenerife, quienes tuvieron a bien compartir sus locales con este nuevo colectivo.

Emprendí ese trabajo con el mayor entusiasmo combinándolo con mis actividades en la Escuela de Folclore, pero nada me parecía un sacrificio dado que iba dando forma a mi gran ilusión.

Codo a codo con las personas que había reunido a mi alrededor para poder hacerlo elaboramos un Proyecto:  creamos unos Estatutos; iniciamos los talleres de baile, para lo que centré todas mis clases en asociaciones de vecinos allí; comenzamos los ensayos del grupo folclórico que más tarde decidimos llamar “Farutes”; y dimos los primeros pasos encaminados a la promoción y difusión de nuestro trabajo con la presentación del 11 de marzo de 2008.

En el artículo titulado: “Crónica de un día especial”, Publicado también en el periódico La Opinión, se puede conocer la ilusión y el trabajo que culminaba ese día.

“Crónica de un día especial”

“¡Por fin llegó el gran día! Preparativos, nervios, ultimar detalles… “Que no falte nada…” “Que todo el mundo se sienta como en casa…” “Que todos estén atendidos y a gusto…” Prisas, carreras, ilusión, y un deseo inmenso de gustar a todos y de pasarlo bien nosotros mismos.Y se consiguió. Premio justo a tantas horas de dedicación y esfuerzo.

Un acto tan familiar y entrañable no podía dejar sus puertas cerradas hasta el inicio, por lo que los amigos fueron llegando y acomodándose, siendo testigos de nuestro ir y venir ultimando detalles. Mientras nosotros corríamos de acá para allá, ajustando el vestuario, dando los últimos toques a la obra costumbrista que yo había creado para abrir el acto, afinando instrumentos, etc. Nuestros colaboradores acometían también sus funciones: Diego Felipe repasaba el guión de su presentación, Fernando Estévez (primera voz de Los Huaracheros y compositor de la música) ensayaba por enésima vez la canción que íbamos a regalar a Farutes ese día, Juan Pedro Rodríguez revisaba el objetivo de su cámara de fotos, mientras las compañeras Pino e Isabel sacaban fotos a los componentes del grupo en el exterior del edificio, Inés, Pilar y Rosalía, preparaban el brindis para el público poniendo en cestas los rosquetes de Lala, la del baile, o el gofio amasado de la otra Lala, la mujer de Jaime el de la parranda.

Por fin, todo pareció estar listo dentro del horario previsto, las luces del salón se apagaron, cada cual ocupó su sitio y dio comienzo el acto.

Los actores escenificaron mi obra costumbrista, Pablo, Diego, Carmen, Cande, Nicolás, Jesús y Fernando, fueron desgranando los diálogos con ilusión y algo de nerviosismo en la voz. En el transcurso de la misma, Fernando Estévez, cantó el tema que habíamos compuesto juntos para el grupo: “Canto de alisio y bruma”, y que daba título al espectáculo de presentación.
Al finalizar, las bailadoras de Farutes, acompañadas por las compañeras del taller de baile, que habían ido a colaborar en el acto, entraron desde el vestíbulo a los sones del Santo Domingo gomero, bailado íntegramente por mujeres, tema que abría la primera parte que denominamos: “Un paseo por las islas hermanas”.

A continuación, el grupo al completo interpretó: Seguidillas de Lanzarote, Berlina de El Hierro, Folías de La Palma, Siote de Fuerteventura y Seguidillas de Gran Canaria. Algunas de sus coplas habían sido compuestas por María, miembro de la parranda.

En el intermedio, la junta directiva agradeció su colaboración especial a Fernando Estévez, y la acogida de nuestro colectivo en ese Centro a la Asociación de Vecinos Ruyman, y nombró a Diego Felipe, padrino de honor del grupo folclórico que nacía ese día.

La segunda parte del acto, titulada: “El folclore de Tenerife”, comenzó con la presentación de todos y cada uno de los componentes de la agrupación, empezando por la parranda, dirigida por Jonathan Galdeano, para continuar con el cuerpo de baile, dirigido por Luisa Chico, quienes fueron entrando desde el vestíbulo mientras Diego Felipe presentaba el vestuario de campesinos del siglo XIX que lucían todos para la ocasión. Seguidamente se interpretaron los temas de Tenerife que cerrarían el acto: Tajaraste, Folías, Tanganillo, Seguidillas e Isas. Temas que Farutes había desvinculado de las formaciones enlazadas como: Tanganillo, Santo Domingo y Tajaraste o Folías, Seguidillas y Saltonas, tan populares en las últimas décadas del siglo XX en Canarias, y en cuya línea pretendían seguir trabajando, a medida que se fuesen incorporando temas al repertorio, devolviendo así a cada baile su importancia y su propia identidad.

El público llenó por completo el salón de actos de la Asociación de vecinos Ruyman, disfrutando intensamente no solo del espectáculo sino de las delicias que en varias ocasiones les ofrecieron las colaboradoras del taller de baile, endulzándoles con rosquetes, gofio amasado, etc.

La intensa noche, finalizó como cualquier reunión de amigos, que en definitiva era lo que se pretendía con ese ensayo abierto y presentación, brindando por el futuro del grupo que nacía ese día, acompañando ese vino con buena comida y baile hasta bien entrada la noche”.

“Canto de alisio y bruma”
 

Desde la isla picuda subiendo al cielo entre brumas,

llegan aires de folía  y del Alisio la espuma.

Su cadencia se va uniendo a seguidillas dichosas,

cuyos últimos acordes se enlazan con las saltonas.
 

ESTRIBILLO

Ya resuenan los timplillos y la alegre pandereta,

acompañando al laúd  cantan guitarras esbeltas.

Saltan palabras al viento en voces de cantadores,

que alejan del pensamiento tristezas y sinsabores.

 

Canta canario con fuerza que tu voz llegue hasta el cielo,

para arrullar los oídos de aquellos que ya se fueron.

 

Aquellos que te dejaron la esencia de su disfrute,

canta canario con fuerza que la retama se asuste.

ESTRIBILLO


Ese día culminó el primer tramo del camino que habíamos recorrido juntos hacía poco más de un año y seguíamos felizmente unidos en un proyecto común que a todos nos hacia mucha ilusión, y en esas fechas comenzamos a darle vueltas a la idea de organizar un gran festival donde dar a conocer el grupo y la asociación al público en general.

Lástima que con el paso del tiempo nuestros caminos se desvincularan por causas que aún hoy muchos no llegamos a comprender, pero un triste día de junio del año 2009 me vi con una carta de despido en la mano que me entregaban las personas a las que les había dado todo cuanto era dentro del folclore canario. Dos años de intenso trabajo y dedicación se vieron recompensados con ella y el dolor fue tan penetrante, y la decepción tan grande, que ese mismo día habría dejado el mundo del folclore si no hubiese sido necesario seguir impartiendo mis clases para poder sobrevivir. Por lo que recogí mis talleres de baile y me fui con ellos a otro lugar.  Guardé mi proyecto de folclore en el baúl de los intentos frustrados, puse mi corazón a buen recaudo y continué mi viaje. Nadie dijo que el transitar por la vida fuera fácil, pero tampoco nos dotaron de un manual de instrucciones que nos ayudase a no cometer errores, mi mayor error dentro del folclore canario tiene nombre propio. “Farutes del Atlántico”. A Dios gracias su menosprecio a mi trabajo y dedicación exclusiva no me impidió seguir trabajando en pro de lo que tanto amaba, pero debo reconocer que me quitó las ganas de participar en muchas cosas estrechamente unidas a él por bastante tiempo. Me alegro también de haber sabido separar entonces mi frustración personal de la profesional y no haberles negado nunca un espacio a mi lado cuando ha sido necesario, de hecho fueron los avalistas de la publicación del libro Nuestros bailes paso a paso y compartieron con nosotros las labores de presentación del mismo a pesar de los acontecimientos narrados.

Un día, cuando ya el dolor se había mitigado, pude comprender que no todo el colectivo tenía la culpa de lo acontecido, aunque a veces el silencio puede doler tanto como las palabras o los hechos, y una vez que me distancié pude personalizar en aquellos que habían potenciado un hecho en el que habíamos perdido todos y eso fue lo que me ayudó a pasar página. Un par de años más tarde pude por fin aceptar una invitación de algunos compañeros a compartir con ellos el encuentro de amigos del folclore que celebran con carácter anual, y que como tantas otras cosas se celebraba por iniciativa mía, sin que me hiciera daño volver a compartir el espacio donde tantos buenos momentos había vivido, y poder recibir el cariño de los compañeros que a esas alturas de la historia seguían preguntándose qué había pasado para que yo no estuviera con ellos, algo a lo que nunca pude responder porque yo misma desconocía los motivos reales.

Al marcharme se puso al frente del cuerpo de baile y los talleres el padrino del grupo y mi amigo Diego Felipe, al cual animé a aceptar la proposición de la directiva puesto que sabía que él respetaría mi trabajo. Y a día de hoy, lo que no saben los componentes del grupo es que esto fue así, y que incluso algunas de las actuaciones y viajes que han conseguido los he propiciado yo desde la retaguardia. Por suerte supe separar a tiempo mi decepción personal con algunos miembros del colectivo de mi profesionalidad y hoy por hoy me siento orgullosa de no haber permitido que emponzoñaran mi corazón hasta el punto de querer devolverles el dolor.

Farutes del Atlántico es uno de mis hijos descarriados, pero será eternamente un hijo muy querido por mi y de cuyos éxitos me alegraré siempre que tenga noticias.

Los tres años en Azorín.

La siguiente etapa por el sendero del folclore canario transcurriría durante tres años en la Asociación de vecinos Azorín de Santa Cruz de Tenerife.

Con el corazón herido y las decepciones a flor de piel, pero arropada por el cariño y el respeto de los alumnos que me habían seguido hasta allí, comencé en julio del 2009 a impartir mis clases de baile a un numeroso grupo de personas ansiosas por saber bailar cada día un poco más y mejor.

Don Juan, el presidente por aquel entonces de dicha asociación, me lo puso muy fácil desde el primer momento, por eso quizá le cogí un enorme cariño y sentí mucho su fallecimiento poco tiempo después, aunque sus sucesores siempre mantuvieron las puertas de la sede abiertas a mis clases.

Los años que estuve en Azorín fueron años duros para mi, tanto a nivel profesional como personal, sólo el cariño de los alumnos, que poco a poco se iban convirtiendo en amigos, mantuvo mi curso en pie, así como mi cordura y mi tesón.

Conseguí mantener al grupo de alumnos unidos creando en esas clases un ambiente distendido y amistoso, lo que resultó un filtro que sólo consiguieron atravesar los que buscaban en ellas un rato de ocio y diversión mientras que aquellos que ansiaban protagonismo o destacar como bailadores buscaron pronto otros rumbos.

Llevando poco más de un año en Azorín surgió un día, sin esperarlo, la idea de comenzar a crear de nuevo un proyecto de folclore similar al que había iniciado en Farutes del Atlántico. Unos amigos del sur, que en esos momentos no bailaban en ningún grupo, me propusieron crear un cuerpo de baile para actuar en hoteles y demás. Al principio dije que no, que los escenarios ya no eran para mí y la responsabilidad de un grupo todavía menos, aún pesaba sobre mis hombros la decepción vivida hacia poco. Pero ese gusanillo, que siempre me impulsa a meterme en líos, comenzó a rondar por mi cabeza, y durante los meses del verano siguiente me senté a dar forma a un nuevo proyecto de asociación cultural que englobara ese cuerpo de baile que pasó a llamarse Bailadores de Tenerife, festivales de folclore y muchas inquietudes más. Parte de ese proyecto era también crear un grupo de baile compuesto sólo por mujeres, algo que a mi siempre me había hecho ilusión, cuyo nombre sería Tamasmas y con el que montaríamos espectáculos de baile con un enfoque distinto.

Y tratando de echar a andar ambos grupos comencé a contactar con gente conocida que en principio me dijeron, la mayoría, que estarían encantados de formar parte de un proyecto innovador y diferente a lo que hasta ahora venían haciendo.

Pasé tres meses trabajando intensamente y codo a codo con Isabel González para ir dando forma a la idea y atar todos los cabos, pero cual no sería nuestra sorpresa cuando al llegar el mes de octubre, fecha que habíamos establecido para comenzar los ensayos, aparecieron sólo un tercio de las personas que se habían comprometidos con nosotras. De pronto, el fantasma de lo acontecido recientemente me aplastó como una losa de nuevo y me pregunté si no me estaba equivocando otra vez. Llamé a todos y cada uno de los no asistentes al ensayo encontrándome con que habían cambiado de opinión, y sin pensarlo dos veces, por temor a que volvieran a hacerme daño y de paso a dañar a los que si creían en el proyecto, lo cancelé y la Asociación Cultural Orijama dejó de existir antes de ser una realidad. Archivé mis ideas y mis ilusiones, disponiéndome a dedicar mi tiempo sólo a lo que aún me resultaba gratificante dentro del folclore, la enseñanza de nuestros bailes. Aún así volvería impensadamente a los escenarios meses más tarde. La vida no siempre discurre por los caminos que uno busca o espera.

De mis clases en Azorín conservo muchos momentos felices, pletóricos de amistad y cariño. Al finalizar el curso 2012-2013 informé a mis alumnos que me trasladaba a Gran Canaria por trabajo y que sería el Maestro, Diego Felipe, quien seguiría impartiendo esas clases en mi ausencia. No fue sencillo alejarme de la gente que quería pero en aquel momento no podía hacer otra cosa si quería seguir viviendo de mi trabajo.

De vuelta a los escenarios con Tajaraste.

En la Navidad del 2010 la vida me daría un nuevo revés que me llevaría a volver a los escenarios buscando sentirme arropada por mi gente, las personas que se dedican casi profesionalmente al folclore, entre los que durante muchos años se encontraban mis principales amigos. Necesitaba una actividad que me sacara de casa y decidí volver a bailar con un grupo de folclore que ensayase en Santa Cruz, por lo que toqué en la puerta de una de las principales agrupaciones del municipio y de la propia isla, Tajaraste, ofreciéndome como bailadora si lo consideraban oportuno dado que allí también corrían tiempos de cambios y además entre sus componentes tenía algunos amigos y conocidos. Al mes siguiente, en cuanto se retomaron los ensayos pasadas las fiestas navideñas, me incorporé a su cuerpo de baile volviendo a vivir intensamente el mundillo artístico de nuestro folclore, sólo que en esta ocasión lo hacía en lo más alto del mismo.

Los ensayos, las actuaciones y el ambiente de camaradería que viví allí me ayudaron mucho en mi problema personal, emocionalmente me sentía arropada y querida y eso ayudó a paliar mis carencias personales. Además volver a los escenarios con Tajaraste me permitía mirar desde arriba a los que un día menospreciaron mi labor y eso también ayudó a curar mis heridas.

 

 

Tuve el privilegio de debutar con el grupo en las fiestas patronales de mi ciudad, las fiestas de mayo de Santa Cruz. Este día quedará por siempre  grabado en mi memoria.

Pero los años no pasan en balde, y mis problemas de salud eran cada vez más frecuentes y el no poder cumplir con los ensayos y actuaciones era para mí un auténtico calvario. Cada sesión de ensayo se convertía en un suplicio para mi organismo al día siguiente, por lo que a principios del 2012 decidí retirarme definitivamente de los escenarios. Por otro lado estaba mi profesionalidad, que me indicaba que ya no daba el nivel requerido por un grupo de esa envergadura y al que no quería perjudicar manteniendo en sus filas, solo por amistad, a una bailadora que no podía dar la talla. Una vez tras otra ellos insistieron en que no lo dejase del todo, de hecho consiguieron convencerme para hacer coros con la parranda y accedí a probar, pasando los últimos meses de pertenencia al grupo cantando, algo que siempre me había hecho ilusión y nunca había probado a hacer, pero al final se impuso la cordura y me despedí del grupo al regreso del único viaje que realicé con ellos, a la romería de Vegueta en Gran Canaria, sintiendo que dejaba jirones de mi corazón entre las paredes sin ventanas que arropaban nuestros ensayos. 

Distintos caminos, diferentes personas.

No puedo cerrar el capítulo de mi vida como profesora de bailes canarios sin dejar aquí constancia de otros buenos momentos compartidos en distintos cursos más o menos duraderos en el tiempo. Desde que comenzara con mis clases en el Club deportivo militar de Paso alto, hasta este momento, han pasado quince años y muchos cursos impartidos aquí y allá.

Paso alto fue mi primer destino como profesora de baile y allí estuve dos años, alternando esas clases con otros cursos en la asociación de vecinos de Chamberí, en Santa Cruz, y de El Tablado en Güímar. Dichos cursos me sirvieron para practicar mis dotes de docente procurando transmitir todo lo que yo había aprendido en años anteriores.

Luego centré mi trabajo en la asociación de vecinos Achamán de Los Gladiolos, en Santa Cruz, donde estuve siete años más y donde consolidé mi sistema de enseñanza.

En los seis años siguientes impartí mis clases en la asociación de vecinos Ruymán del Barrio de la Salud, durante tres años, y otros tres en la de Azorín, ambas de Santa Cruz, de los que ya he hablado detalladamente en los capítulos de Farutes y Azorín.

En todos y cada uno de esos cursos hice amistades que aún hoy siguen a mi lado. Viví momentos increíbles, la mayoría muy positivos, y me formé como lo que algunos denominan monitora de baile y mis alumnos llaman profesora de bailes tradicionales canarios. En todo caso, mi mayor orgullo por esta actividad y dedicación está en poder transmitir con la mayor rigurosidad posible el legado de nuestros mayores.

Mención aparte merecen los cursos que impartí en la asociación de maestros jubilados Pablo Fraire, de efímera vida por la falta de interés de los asociados, y los dos cursos impartidos en la Universidad de mayores de Santa Cruz de Tenerife. De este último guardo un grato recuerdo. Además de los cursos de bailes de Tenerife que durante años he venido impartiendo en la isla de Gran Canaria: Varios cursos en Carrizal de Ingenio, organizados por la agrupación folclórica Guayadeque, a la que me une una gran amistad.

Uno en la Villa de Agüímes, organizado por la desaparecida agrupación La Zafra, que contribuyó a que yo me enamorase de ese municipio hasta el punto de que años más tarde me iría a vivir allí. Y otro más reciente para directores de grupo o profesores de baile y de bailadores organizados por la agrupación folclórica Faro de Maspalomas en dicho municipio.

En la isla de Tenerife mi último curso de bailes canarios lo daría en el municipio de Adeje, en unas Jornadas dedicadas a los bailes de Gran Canaria y del estilo propio de El Escobonal, que impartiríamos mi compañero Jorge Guzmán y yo.

Espero no haberme olvidado de nadie porque todos y cada uno de esos eventos han contribuido a enriquecerme como profesional y como ser humano.

Gran Canaria 2013.

A caballo entre el 2012 y el 2013 llegaron los nuevos retos.

Ilusionada con poder ampliar mis horizontes profesionales y dar todo de mí, antes de jubilarme, me trasladé a trabajar a Gran Canaria, concretamente me fui a vivir al municipio de Agüimes en el sureste de la isla redonda.

Gracias a la generosidad de uno de los grupos de este municipio, la Villa de Agüímes, que me cedió desinteresadamente sus locales de ensayo para impartir mis clases y comenzar allí mi andadura, y a la Federación de Folclore de Gran Canaria que tuvo a bien organizar dos cursos de bailes de Tenerife para monitores y bailadores, al que asistieron veinticuatro y cuarenta y siete personas respectivamente, mi labor en Gran Canaria comenzaba con buen pie.

En Gran Canaria daría mis últimas clases de bailes canarios, para la Federación de agrupaciones de folclore de Gran Canaria, en Carrizal, en Guía y en Tamaraceite. Unos cursos saturados de gente deseosa de acercarse un poco más al folclore de otras islas, cuyo interés y entusiasmo volvieron a llenar mis depósitos de ilusión por el folclore, parcialmente agotados por los últimos avatares acaecidos en mi vida.

Todo iba sobre ruedas hasta que el frío de Agüimes, al que yo no estaba acostumbrada, se sebó con mis pulmones regalándome una bronquitis aguda que duró los dos primeros meses del año impidiéndome trabajar. Tanto tiempo de inactividad me hizo reflexionar sobre mi futuro inmediato, llegando a la conclusión de que mi salud era lo primero, y con ello llegó la idea de volver a casa y jubilarme antes de lo previsto. En abril del 2013 regresé a las faldas del Teide con mi equipaje lleno del cariño de los canariones que tanto me habían ayudado y arropado en aquellos meses.

Mi actividad como profesora de baile había terminado, mi espalda y mis bronquios ya no atendían a razones y no quiero perjudicarlas aún más.

 

 

El Sendero de Orijama.

En octubre del 2013 mi nuevo estado de inactividad casi total por poco me lleva al filo de una depresión. Siempre supe que a una persona activa no se la podía parar de pronto sin que ello tuviese alguna consecuencia, pero en esos meses lo comprobé en primera persona.

Por ese motivo y porque en mi interior siempre está bullendo el gusanillo del folclore, en el inicio del otoño la idea de retomar aquel sueño de asociación de bailadores canarios llamada Orijama volvió a tomar forma en mi mente y en la de los compañeros de mi entorno. Ahora disponía de todo el tiempo del mundo y esa actividad, en teoría, no requería mucho esfuerzo físico.

Entre octubre y diciembre trabajamos para configurar el formato de nuestro nuevo proyecto que pasó a llamarse Sendero de Orijama y vio la luz pública en enero del 2014 en el municipio de Santa Brígida, en Gran Canaria.

Acompañada por más de 30 bailadores de las islas, la mayoría alumnos míos en algún momento de la historia, que conformaron un excelente equipo de coordinadores con ganas de trabajar, iniciamos nuestro transitar por los senderos de las islas captando socios que reforzaran un proyecto que en aquel momento consideramos necesario para elevar la figura del bailador canario, tantas veces ninguneado en los eventos y medios de comunicación, al nivel que considerábamos que merecía el trabajo desinteresado de tantos cientos de personas en las islas a través del tiempo.

En poco tiempo la respuesta del pueblo canario, consciente de la dejadez de nuestros gobernantes por la potenciación y divulgación de nuestro folclore autóctono, se hizo patente, y las puertas se fueron abriendo una tras otra. No quiero decir con ello que no nos fallara a veces el apoyo de algunas instituciones o personas en las que confiábamos, seguramente por no entender bien la finalidad del proyecto a pesar de la transparencia del mismo, pero afortunadamente estos fueron la minoría e incluso sus zancadillas nos sirvieron de acicate reforzándonos en la idea de la importancia real de nuestro proyecto.

A lo largo del año se fueron uniendo a Orijama las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Palma, El Hierro y La Gomera, llegando a tener a finales de año 528 socios, todos bailadores de nuestra tierra.

También las televisiones canarias se hicieron eco de nuestra petición de mayor presencia del baile en sus programas de folclore, lo cual nos llena de orgullo puesto que significa un paso adelante muy importante en nuestras reivindicaciones.

Un año intenso y pletórico de trabajo que puso el broche de oro a mi actividad dentro del mundo del folclore, a pesar de que tanto estrés y trajín por las islas ha vuelto a dejar tocada mi delicada salud. Ahora me puedo retirar en paz porque sé que he devuelto al pueblo canario todo lo que él tan generosamente me aportó a lo largo de todos estos años.

El Sendero de Orijama sigue adelante con otros compañeros al frente, pero yo me apeo del barco en la Navidad del 2014.  A partir de ahora vuelvo a dedicar todo mi tiempo a escribir y disfrutar de nuestras tradiciones como espectador. Atrás quedan mil vivencias y un gran bagaje de gratificantes experiencias que formarán por siempre una parte importante de mi historia personal, esa que hoy he querido compartir con la gente que quiero y aprecio.

Mil gracias a todos los que supieron estar a mi lado en cada momento de esta historia contada hoy en primera persona. Nada de esto hubiera sido posible sin la ayuda y el cariño de tanta gente a lo largo de todas y cada una de las islas. Me siento afortunada por tener los amigos que tengo, siempre estarán en mi corazón, incluso aquellos que un día se distanciaron sin saber a día de hoy muy bien porqué, nada podrá impedir que yo atesore el maravilloso recuerdo de los buenos momentos compartidos.

 

 

Es muy difícil tratar de sintetizar más de veinte años en el folclore en unas cuantas páginas, pero lo he hecho con la mejor voluntad del mundo aunque soy consciente de que se quedan muchas vivencias en el tintero. Por ahora sólo un mensaje más que dejo aquí acompañado por el logo que diseñó mi gran amiga, y mejor artista, Amanda Gutiérrez para identificar mi trabajo como folclorista:

“Cumple tus sueños. Yo lo hice y sigo soñando”

 

NOTA: Por si pudiera interesarle a alguien lo que escribo sobre folclore y demás les invito a visitar mi blog de siempre: El blog de Luisa Chico https://luisachico.wordpress.com/, así como el que estoy elaborando en estos momentos dedicado exclusivamente a mis artículos sobre folclore canario y que está en proceso de creación: Taro del este http://lostarosdeluisa.blogspot.com.es/


 

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Comentarios
Miércoles, 25 de Marzo de 2015 a las 11:45 am - luisa chico

#01 Mi agradecimiento a bienmesabe.org por la publicación de este artículo haciéndome, una vez más, un hueco en su revista.

También agradezco aquí a las personas que se han puesto en contacto conmigo después de leer el mismo. El placer y el privilegio por haberlos conocido y formar parte de sus vidas por un tiempo ha sido todo mío.