Marcha a la capital francesa en 1848 y concluye Medicina en la Sorbona, donde se doctora en 1857. Durante sus años universitarios, se interesa por los estudios antropológicos y por la filosofía positivista. En 1859 regresa a Gran Canaria y, tras convalidar sus estudios en Cádiz, se instala en Las Palmas de Gran Canaria y ejerce como médico. Su intervención en las epidemias de cólera morbo que asolaron Gran Canaria, a fines del siglo XIX, sería decisiva. Viaja regularmente a Francia, para participar en diversos congresos de antropología; también a otras capitales europeas y a la Península. Entre 1864 y 1899 fue socio de número o miembro de diversas sociedades científicas, antropológicas, geográficas y etnográficas de Francia y de España. Miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos de Las Palmas (1864) y de Tenerife (1886) y del Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife (1878). En Las Palmas de Gran Canaria impulsa los estudios de Ciencias Naturales y Prehistoria. Él mismo hará un intenso trabajo de campo, en los yacimientos grancanarios de Gayadeque, Telde, Gáldar, Mogán y Tirajana, y acopia restos prehistóricos con los que formará una amplia colección. Al tiempo, fue un impenitente lector de cuanto se había escrito sobre Canarias, en diversos idiomas. Junto a su trabajo investigador, y como consecuencia del mismo, crea en 1872, junto a un grupo de intelectuales isleños, la Sociedad Científica El Museo Canario* (Las Palmas de Gran Canaria), al que legó su colección. Muchas de sus publicaciones sobre temas de antropología y prehistoria se recogen en las actas de los diversos congresos en los cuales participó. Su obra mayor, Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias, que ocupa tres tomos, se publicaría por entregas, entre los años 1876 y 1891, en la revista del propio Museo y sería objeto de una fuerte polémica, a partir de la condena decretada por el obispo Urquinaona, en medio de la discusión en torno a las teorías evolucionistas del momento.