Venezuela -en opinión de Miguel Izard- fue la región de "Indias" donde la guerra de la independencia resultó "más larga, cruel y devastadora", y las consecuencias derivadas de la larga contienda fueron perjudiciales para la economía venezolana, así como para la demografía. Pero el descenso poblacional no acaba con la independencia de España, sino que continúa tras 1823 debido a la guerra en el Ecuador y Perú, así como también por la aparición de epidemias en parte proporcionadas por la baja producción agrícola. Y para paliar tales deficiencias se llevan a cabo varios intentos con objeto de atraer emigrantes, necesarios no sólo para incrementar la menguada población, sino también para "blanquearla"; no obstante, fueron intentos frustrados y se ha de aguardar hasta 1830, momento en el que el General José Antonio Páez (hombre de campo y descendiente de canarios) asume de facto la presidencia del estado de Venezuela. Una época nueva empieza. Y no había otra alternativa que la emigración.
Siendo -nos dice Manuel María Marrero- la emigración canaria, la primera a quien la República abrió sus brazos, llamándoles a su seno y esto sin haberlo reconocido la Madre Patria su soberanía... Tal preferencia y distinción por el canario no constituye un hecho nuevo, recuérdese que ya Bolívar (como nos explica el historiador David W. Fernández) hallaba diferencia entre los naturales de las Islas Canarias, situadas geográficamente en África, y los españoles peninsulares, tal como lo expresa en la Proclama de Guerra a Muerte..., firmada, en Trujillo, el 15 de junio de 1813: Españoles y Canarios, contad con la muerte, aún siendo indiferentes, si no obráis activamente con obsequio de la libertad de América (la misma idea de Bolívar sobre el canario, se refleja una vez más en el Congreso de Panamá, en 1824, donde quedó escrito lo siguiente: Adoptad medidas con respecto a las islas de Cuba y Puerto Rico, y en caso de que se resolviese emanciparlas, resolver sobre su destino futuro... Resolver sobre si las mismas medidas deberían adoptarse respecto de las otras colonias de España: las Islas Canarias y Las Filipinas).
¿Cuáles son esas medidas legislativas de preferencia por el canario a las que alude el citado María Marrero? La primera de las disposiciones -y la más significativa, sin duda- está fechada en junio de 1831, y por la cual el Supremo Congreso de la República autoriza al Poder Ejecutivo para promover la inmigración de los canarios. Años después, en 1834, agotada la subvención destinada a la inmigración canaria, una vez más el Supremo Congreso autoriza al Ejecutivo para atraer la mano de obra isleña (este decreto, al igual que el anterior, lleva el "Cúmplase" del Presidente de la República, General José A. Páez). Podemos decir, junto con Nicolás Perazzo, que concluido el primer mandato presidencial de Páez, ya estaban sentadas las bases de la política migratoria venezolana, en la que el canario -como ahora se comprobará- juega un papel primordial y casi único.
Como se ha visto, la inmigración era una necesidad imperiosa para la joven república venezolana y el interés por los isleños, salvo excepciones, grandes. ¿Cuál fue, pues, el aporte demográfico y social, de las Islas Canarias en la gestación de la república de Venezuela?
Abrumadora -comparativamente hablando- es la presencia canaria en Venezuela entre 1832-1857: los canarios suponen la casi totalidad de los extranjeros que arriban a Venezuela. En suma, de los 12 160 inmigrantes que contabilizan las Memorias del Ministerio del Interior de Venezuela, 11 354 son emigrados de las Islas Canarias; de esta corriente migratoria es de destacar el papel que supone la emigración en grupo, en familia, que sería decisiva para la asimilación total con el nuevo país. El éxito, por consiguiente, de la política migratoria del gobierno de Venezuela con respecto a la mano de obra isleña no pudo ser más definitivo y rotundo.
Y esa presencia de los canarios, en la patria de Bolívar, durante la primera mitad del XIX, ayuda a explicarnos que en la segunda mitad del siglo prosiga la emigración isleña, y aun con mayor intensidad. Según las Memorias del Ministerio de Fomento, arribaron (años de 1874 a 1888) a Venezuela 26 090 inmigrantes; de las 27 nacionalidades que se citan, Canarias ocupa el primer lugar con 11 424 individuos, el 43,77% del total. Y entre españoles y canarios ciñéndonos a la terminología que emplea el censo venezolano llegan a Venezuela, en los años indicados, 20 544 emigrados, el 78,97% del monto global. Conclusión: esa Venezuela posible de que nos habla Arturo Uslar Pietri no se entiende sin la presencia y actuación de los isleños de Canarias.
(*) Al lector. El Centro de la Cultura Popular Canaria nos pide un resumen, en dos folios, de un trabajo nuestro más amplio que el propio Centro editó con el mismo título que encabeza estas líneas. Advertido, pues, el lector, le remitimos -para una información más pormenorizada y para soslayar las lógicas lagunas de cualquier síntesis- a esta publicación, en la que aparece cuadros estadísticos, material gráfico y un repertorio documental y bibliográfico.
Este artículo fue publicado previamente en el nº 1 de la revista San Borondón del CCPC. Diciembre 1982.