Se cumplen los cien años de la muerte de este insigne canario, libertario, comprometido con la causa de los trabajadores y nacionalista. La figura controvertida de D. Nicolás Estévanez y Murphy ha intentado ser silenciada durante mucho tiempo en Canarias, mientras era reconocida en la isla de Cuba por aquel acto valiente de romper su espada de militar como protesta por la ejecución criminal de ocho estudiantes de Medicina por las balas de las tropas coloniales españolas a las que él pertenecía.
El novelista Pío Baroja sentía admiración por él. Lo conoció en los últimos años de su vida, convertido en un anciano exiliado en París que malvivía como traductor, orgulloso de haber rechazado la suculenta pensión como exministro de la Primera República. A los 76 años murió en París, cuando se había alistado como voluntario en el ejército francés para participar en la Primera Guerra Mundial.
Su dedicación política dentro del ala más radical del Partido Republicano Federal de Pi y Margall, le llevó a ser Gobernador Civil de Madrid y Ministro de la Guerra durante 18 días, con la instauración de la I República. Frente a los planteamientos colonialistas del momento, D. Nicolás defendió el federalismo y una autonomía para Canarias y Cuba. El golpe militar del General Prim lo condujo al exilio, primero en Lisboa y definitivamente en París, donde se dedicó a la literatura, fundamentalmente a la poesía. A su labor como traductor se deben versiones en español de La Política de Aristóteles, Obras escogidas de Séneca, Obras escogidas de Cicerón, Del espíritu de las leyes de Montesquieu y Catecismo positivista de Augusto Comt. Su activismo libertario le llevó a relacionarse con su correligionario Ferrer i Guardia, de la Escuela Moderna, que defendía el desarrollo integral del ser humano, el racionalismo científico, la coeducacion, rechazando la enseñanza tradicional y el dogmatismo, y que fue quien le prologó una de sus obras, convertida en libro de texto, "Resumen de la Historia de España"(1904) del que dijo Federica Montseny: "dando a los niños una visión de la historia de nuestro país, en la que las guerras y los caprichos de los reyes no ocupan el lugar principal".
Laureado militar, político federalista, periodista y conspirador nato, además fue un trotamundos y anticlerical a ultranza. Se le considera el padre del regionalismo poético canario. Al parecer, su intervención viniendo a Madrid desde París, fue determinante para la liberación de su admirado compatriota y padre del nacionalismo canario, Secundino Delgado. Militar singular, comprometido con la democracia y la justicia social, Nicolás Estévanez siempre tuvo una actitud muy crítica respecto a la política colonial de los sucesivos gobiernos isabelinos.
La figura de Nicolás Estévanez y Murphy, su obra, también poética, su pensamiento y su acción, lo reivindicamos desde Intersindical Canaria para que sea conocida en los centros educativos de las islas, y en el conjunto de la población canaria, comenzando con algunas de sus magníficas manifestaciones literarias como el poema titulado "Canarias" en el que definió la patria: La situó en la Sombra del Almendro en la que transcurrieron sus felices años de infancia en su casa familiar del barrio lagunero de Gracia. "Mi patria no es Europa, mi patria no es el mundo, mi patria es de un almendro, la dulce, fresca, inolvidable sombra", sentenció en el canto séptimo de su poema Canarias.
Fiel a sus ideas republicanas, fue un canario universal. Sus ideas reflejaban aquella frase del escritor Carlos Fuentes: "No hay globalidad que sirva, sin localidad que valga".